Bienestar
La Fe mueve montañas
Durante esta semana, millones de personas en diferentes lugares del mundo renuevan sus votos de fe, salen a la calle con la total esperanza que su devoción les va a sanar una enfermedad, a solucionar un problema, ayudarles con un hijo con dificultades, a salvar el negocio, traer a la pareja que tanto quieren, a salvar la vida de una persona amada, entre otras muchas situaciones que desean cambiar.
Observamos cómo los creyentes, cuando piden ayuda, movilizan pensamientos positivos, se enfocan en las ventajas, beneficios, son agradecidos, piden perdón por sus pecados y, al momento de orar, lo hacen con mucha devoción, quieren ser –y muchas veces están seguros que son– buenas personas y que sólo pueden ocurrir cosas favorables en sus vidas. Saben que todo lo que pasa, es lo mejor que les puede pasar.
Irradian a sus seres queridos confianza en que todo va a salir bien, en que las cosas van a mejorar o se van a solucionar. Insisten para que todos crean que sí es posible, que todo con fe se puede lograr y refuerzan en la frase: “La fe mueve montañas”, debemos confiar, estar seguros y unidos para conseguirlo.
¿Qué quiere decir “la fe mueve montañas”? Si lo estudiamos desde las diferentes corrientes de la psicología y de la programación neurolingüística, esta expresión tiene muchos significados y se puede explicar por la manera cómo funciona nuestro cerebro y el impacto que tiene en nosotros cuando estamos totalmente seguros que estamos haciendo lo correcto y lo mejor que podemos hacer.
La fe es convicción y seguridad. La fe convierte en realidad lo que solo es imaginado, por tanto cuanto más se cree en la realidad de algo imaginado más intensa es la fe en que sea real. La fe es el principal ingrediente cuando se trata de superar una grave enfermedad, cuando se quiere conseguir un objetivo, superar una barrera, destacar nuestras fortalezas y talentos, dar lo mejor de nosotros mismos.
Pocos saben que el temor también mueve montañas. El temor y la fe son una misma fuerza. El temor es negativo y la fe es positiva. El temor es la fe enfocada en el mal o las debilidades. O sea, la convicción de que va a ocurrir algo malo. Mientras que la fe es la convicción de que lo que va a ocurrir es bueno, o que va a terminar bien.
Si ponemos nuestra atención en los problemas que tenemos, en lo mal que nos va, en nuestra mala suerte, nunca vamos a encontrar una solución. Es por esto, que a partir de hoy, puedes decidir, tener una relación contigo más optimista, tener fe en tus capacidades, en tus fortalezas, en tus dones, en tus cualidades y en tus conocimientos.
Hagamos el ejercicio de plantear solución a los problemas con la misma fe, con la que pedimos que se nos cumplan nuestras peticiones, utilicemos esas palabras de positivismo, de certeza en que sí es posible y busquemos las imágenes al momento de hablar con nosotros mismos, que deleitan el resultado que estamos esperando.
Vamos paso por paso: ¿Cuál es la pregunta que te haces, o le haces a tu cerebro, cuando te encuentras ante un problema o una situación difícil?
Si te preguntas "¿Por qué soy siempre tan estúpido?", de inmediato tu mente te dará la respuesta automática, aunque no la percibas, puede ser: “yo soy un estúpido o me equivoco siempre porque…..” Y si la pregunta es "¿Por qué tengo tan mala suerte?", entonces tu mente te recordará todas las razones para sentirte desafortunado. O te enfocará en los aspectos difíciles y desagradables de tu vida.
Si en lugar de esto, te preguntas: "¿Qué otra opción tengo?" o "¿Cómo hago para mejorar el resultado?", tu mente te ayudará a encontrar una salida constructiva.
A continuación te enumero unos ejemplos de preguntas que debilitan la fe:
- "¿Por qué a mí?
- "¿Por qué tengo tanta mala suerte?"
- "¿Por qué a mí todo me sale mal?"
- "¿Por qué le caeré mal a la gente?"
- "¿Por qué a mí nadie me quiere o me comprende?"
Todas éstas son preguntas que te inducen a generalizar o exagerar lo difícil. Además, te impulsa a ignorar o menospreciar tus cualidades y recursos. Lo peor de todo es que te sentirás sin poder interno ante esa adversidad específica.
Si en cambio eliges hacerte preguntas poderosas, positivas, con fe en ti mismo y asertivas, tu mente se enfocará en lo que depende de ti, te ayudará a definir tu problema y tus recursos de una manera más constructiva. Estas preguntas te ayudarán a sentir más fe, más fortaleza y optimismo, con más control en tus resultados.
Ejemplos de preguntas con poder:
- "¿Qué otra alternativa tengo?
- "¿Qué aprendizaje me deja esta situación?"
- "¿En qué áreas tengo que prepararme mejor?"
- "¿Qué lección me deja este problema?"
- "¿Qué cualidades o recursos me ayudarán a encontrar una salida?"
- "¿Qué tiene de positivo esta situación?"
Te invito a observar el poder de tus preguntas, a estar más consciente de tu propio lenguaje interior y a tener más fe en ti mismo. Tú puedes mejorar tu vida, ser más feliz y efectivo, sabiendo usar tu mente constructivamente, sé cauto y preciso en lo que te dices y en como programas a tu cerebro, las consecuencias son poderosas.
¡Buen viento y buena Mar!
Maira Ropero
@MairaRopero
Sobre el autor
Maira Ropero
Bien estar
Maira Ropero (Valledupar). Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana especializada en Psicología Clínica (Universidad Autónoma de Barcelona, España) y Coach de vida. Máster en Programación Neurolingüística y Doctora en hipnosis clínica.
Su columna semanal “Bien estar” ofrece reflexiones para mejorar la salud mental y disfrutar de cada instante. Es un espacio idóneo para el crecimiento personal y el fortalecimiento de un liderazgo inspirador.
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