Bienestar
Sanar su niño interior para vivir feliz
Las carencias y limitaciones que tenemos en nuestra vida no pueden ser colmadas si antes no empezamos por sanar las heridas del pasado.
La mayoría de los conflictos que tenemos en la etapa de la adolescencia o la adultez vienen de la infancia. A continuación pongo en evidencia algunos casos que he tenido en mi consulta.
Elena de 46 años recuerda el ambiente de su casa en su infancia. “Mis padres estaban separados y mi mamá fue una mujer muy dura conmigo, nunca nos dio afecto y hoy sigo sintiendo mucho vacio”
Vanesa de 34 años resalta las relaciones tensas de sus padres y cómo esto la afectó en su vida cotidiana. “Mi padre maltrataba a mi madre y ahora yo no soporto a los hombres”
El joven Esteban de 28 años explica las secuelas que ha podido tener el ambiente familiar sobre su sexualidad. “Cuando era niño los amigos de mi padre me acosaban sexualmente y hoy soy homosexual”.
Y finalmente, Carmen de 63 años explaya los efectos de la incomprensión en su toma de decisiones. “En casa todos me criticaban porque me equivocaba y hoy no logro confiar en mí”.
Todos estos ejemplos son testimonios de mis pacientes que reconocen un tramo difícil de su historia y resaltan un niño interior que ha sufrido mucho. Hoy tienen unas secuelas muy grandes por las heridas que fueron causadas en el pasado de su primera infancia.
¿Por qué es bueno trabajar esa parte del pasado? ¿Para qué remover temas que hemos tratado de olvidar y nos están incomodando?
Cuando somos capaces de acompañar a nuestro niño interior a entender el pasado y sanar las heridas, logramos que nuestro presente sea más feliz. Los adultos que están en paz con su niño interior son personas más calmadas y relajadas, más felices y más creativas.
Puede ser que hoy veas lo vivido como algo sencillo o algo que ya no es importante, sin embargo cuando eras pequeño de 5 años por ejemplo, pensabas que tu mamá no te quería porque nunca estaba en casa. Ahora, de adulto, puedes reflexionar y pensar, mi madre está trabajando y se ha esforzado mucho por mí. Es diferente la interpretación que hacías de niño a la que hoy haces.
Por eso la importancia de trabajar nuestro niño interior. Aunque sintamos que estamos muy bien, es importante sanar, perdonar y querer aún más a nuestro niño interior, lo podríamos llamar una reconciliación.
John Bradshaw, autor de varios libros maravillosos sobre cómo sanar al niño interior, dijo: una vez que llegamos a ser adultos tenemos dentro de nosotros mismos 25.000 horas de cintas grabadas con la voz de nuestros padres. ¿Cuántas horas de esas cintas crees que te dicen que eres un ser maravilloso? ¿Cuántas te dicen que te aman y que eres inteligente y brillante? ¿O que eres capaz de ser lo que desees ser y que cuando seas mayor serás una gran persona? En realidad, ¿cuántas horas de esas cintas te dicen «No, no, no» en todas sus formas?
Cada vez que digas que estás asustado, comprende que es tu niño interior el que está asustado. El adulto en realidad no tiene miedo.
Si cuando eras niño tu madre siempre te decía: “no hagas eso que te puedes caer”, “no te arriesgues a saltar que te puedes hacer daño…” de adulto vas a tener la tendencia de dudar a la hora de hacer negocios o relacionarte y esa es la oportunidad que tienes como adulto de cuidar tu niño interior. Háblale, dile: «No pasa nada. Ahora soy adulto. Yo cuidaré de ti… Ya no tienes por qué tener miedo». De esta forma logras que tus niveles de consciencia aumenten.
Estas son algunas de las sugerencias que tengo para acompañarte en la búsqueda y sanación de tu niño interno:
- Busca una fotografía tuya de cuando eras niño. Mira la foto atentamente. ¿Ves a un niño aburrido? ¿Ves a un niño feliz? Veas lo que veas, comunícate con él. Si ves a un niño asustado, haz algo para tranquilizarlo, que logre sentirse en paz. Busca varias fotos de tu infancia y habla con el niño de cada foto.
- ¿Qué es lo que siempre deseaste que tus padres te dijeran cuando eras pequeño?
¿Qué es lo que siempre quisiste oír y que nunca te dijeron? Muy bien, dile precisamente eso a tu niño. Díselo cada día durante un mes mientras te miras en el espejo. Observa lo que sucede.
- Escríbele una carta a tu niño interior reconociendo todas tus fortalezas y todos sus logros durante lo que llevas de vida.
- Busca espacios para reír y divertirte como lo hacías cuando eras niño.
¡Buen Viento y Buena Mar!
Maira Ropero
@MairaRopero
Sobre el autor
Maira Ropero
Bien estar
Maira Ropero (Valledupar). Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana especializada en Psicología Clínica (Universidad Autónoma de Barcelona, España) y Coach de vida. Máster en Programación Neurolingüística y Doctora en hipnosis clínica.
Su columna semanal “Bien estar” ofrece reflexiones para mejorar la salud mental y disfrutar de cada instante. Es un espacio idóneo para el crecimiento personal y el fortalecimiento de un liderazgo inspirador.
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