Bienestar
El famoso diván de Sigmund Freud y el uso que marcó el psicoanálisis

No cabe duda de que Sigmund Freud es una de las figuras más emblemáticas de las disciplinas que estudian el comportamiento humano. Aunque siempre tuvo detractores y hoy es uno de los personajes más refutados por los académicos, el neurólogo austríaco ha dejado numerosas razones para ser recordado.
El “Padre del psicoanálisis” se caracterizó por constantemente experimentar con la mente humana y por buscar causas profundas en los males de sus pacientes. Además, recurrió a la literatura clásica y la mitología griega para estructurar muchas de sus teorías, centradas principalmente en la sexualidad de la persona.
Uno de los métodos más habituales de Freud —y que se popularizó entre psicólogos y psiquiatras— fue el interrogatorio en el diván. Para Sigmund, era fundamental que se estableciera un ambiente idóneo donde el paciente se relajara y pudiera narrar sus experiencias. Y el diván era una herramienta excelente para tal propósito.
Origen del famoso diván
Usualmente, los divanes se consideran como una versión más cómoda de los sofás. El diván es un asiento largo, conformado por un colchón ubicado contra un lado de la estancia y puede estar en el suelo o sobre una plataforma, explica Sofía Vargas, redactora de ElDulceHogar.
El primer diván de Freud (que se volvería el símbolo de su terapia) fue un regalo de una paciente, allá por 1890. A modo de agradecimiento, Madame Benvenisti le donó este mueble de estilo victoriano, cubierto con una colorida tela iraní y decorado con unos pequeños cojines.
Antes de que Sigmund Freud iniciara con sus prácticas psicoanalíticas, ya empleaba el diván para tratamientos médicos como electroterapia y masajes terapéuticos. Al comprobar que estos procedimientos eran vanos para sus objetivos, los abandonó, y le dio al diván la utilidad que hasta hoy perdura.
El diván y el psicoanálisis freudiano
El psicoanálisis, pese a las varias falencias que se le ha detectado, ha logrado enraizarse en distintos países como una disciplina más que complementaria. Por ejemplo, hay universidades argentinas que dictan posgrados de psicoanálisis, mientras que en España existe la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y otros centros especializados.
Dentro de este ámbito, el diván tiene un papel clave. Los psicoanalistas, sabiendo que el paciente alberga recuerdos soterrados que provocan sus pesares, les proponen un espacio de descanso y relajación. Al echarse en el diván, el paciente se siente cómodo y en confianza, por lo que resulta más natural concretar la dinámica de preguntas y respuestas.
Según narran los portavoces del Museo de Freud en Londres, Freud solía ubicar su silla frente a los pacientes que reposaban en el diván. No obstante, luego se cansó de que las personas lo observaran fijamente durante casi 10 horas al día, por lo que movió su silla hacia la parte posterior del diván. Gracias a que los pacientes se sentían ‘descansados’, Freud aplicaba sus múltiples técnicas como la hipnosis y el método catártico de libre asociación.
Jhon Ventura
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