Cine
Duro de matar 5: un filme difícil de cambiar
John McClane vuelve a la acción. Por lo visto, este mítico y entrañable personaje de la industria hollywoodiense no tiene derecho a jubilarse.
Lo vimos por primera vez en 1988 en “Duro de matar”, un filme dirigido por John McTiernan, donde un grupo terrorista se apodera del edificio Nakatomi Plaza y secuestra un grupo de personas que asistían a una celebración.
Él, como lo hace la mayoría de las veces, termina salvando a todos con el uso de todo tipo de explosivos, al mejor estilo americano, sin miramientos ni remordimientos. Y de esta manera, el filme terminó siendo una saga con un gran éxito en la taquilla.
Hoy, el protagonista Bruce Willis tiene 57 años, se ve más gordito y viejo, con el pelo encanecido y la piel mucho más arrugada, sin embargo, la película sigue siendo vigente como hace 25 años.
Sucede exactamente lo mismo con Stallone o Schwarzenegger. Estos héroes de acción –que ya los vimos en “Los Indestructibles 1 y 2” y más recientemente en “El último desafío” –, parecen inagotables.
Comprobamos, pues, que Willis reaparece en esta saga con el mismo carisma, una sonrisa encantadora, sus frases divertidas, esa mueca socarrona, las mismas persecuciones, explosiones y carreras. Él no busca los problemas: los encuentra.
Todo comienza cuando su hija Lucy (Mary Elizabeth Winstead), lleva al aeropuerto a su padre John McClane (Bruce Willis), le regala una guía con algunas palabras para que pueda comunicarse con los rusos, y lo deja en el aeropuerto. Él tiene pensado reencontrarse con su hijo Jack McClane quien fue arrestado conjuntamente con otro personaje importante para que testigüe contra un multimillonario ruso.
Cuando llega a Rusia, nos vemos de inmediato frente a una secuencia con toques de humor muy del estilo de “Duro de Matar”. John McClane necesita trasladarse al Juzgado para saber qué paso con su hijo y el taxista entiende difícilmente lo que le dice (gracias a una guía lingüística que tiene para comunicarse).
Ante el congestionamiento de tránsito, Jack McClane decide llegar por otra vía y, al salir, nuestro héroe se ve implicado sin querer en una situación rocambolesca donde un prisionero político revela un expediente secreto de un ministro. Jack McClane, como buen agente de la CIA, y John McClane acaban de nuevo en el momento equivocado y en el lugar equivocado.
El reencuentro entre padre e hijo se produce en un entorno inhabitual, en medio de explosiones, persecuciones, luchas cuerpo a cuerpo, con los ruidos de explosiones de todo tipo, autos, edificios, vidrios, helicópteros y otros vehículos espectaculares, como lo impone el estilo de la película.
Para resumir, nos encontramos ante una película con mucha acción y adrenalina, donde el espectador descubrirá innumerables traiciones, tensión, intriga, sorpresas, rusos muy malos, policías corruptos, norteamericanos muy buenos y un toque nostálgico.
Es una película que cae en los estereotipos y las exageraciones, que sigue la senda de las anteriores y que sufre de muy poca originalidad, pero el director logra mantener el interés a lo largo de la historia con un ritmo intenso y vertiginoso.
Ante la pobreza de la trama y algún que otro tropiezo en el montaje, la película sigue sorprendiendo y entreteniendo a los adeptos de la saga con humor y diálogos ocurrentes, personajes como Sebastián Koch, el villano de turno, y la cautivante Yulia Snigir (actriz y modelo rusa).
Una película recomendada para los amantes de acción y poca reflexión.
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