Cine
El viaje del acordeón o el intercambio musical entre dos países
Desde que ganó el premio del público en el Festival de Cine de Cartagena este año, el documental “El viaje del acordeón” ha sido el objeto de muchas expectativas y es que el reconocimiento de los asistentes de un festival tan prestigioso siempre es alentador.
Así pues, sólo quedaba fijar una fecha para exponerlo ante el público de Valledupar –ciudad en la que acontece gran parte de la historia del largometraje y donde reside uno de sus directores Andrew Tucker–, y finalmente, el día escogido fue el lunes 29 de abril en el Cinemark.
La presentación coincidía con el transcurso del 46 Festival Vallenato y, debido a la temática de este filme-documental, la casualidad no pudo ser más oportuna. Nada mejor que conocer la historia de unos acordeoneros cuando justamente el acordeón se ha convertido en la principal fuente de satisfacción de una región entera.
De este modo, acogimos el documental firmado por Rey Sagbini y Andrew Tucker llenos de curiosidad e interés. El título evocador nos hacía presagiar una historia sobre las raíces del Vallenato y el sentimiento que existe entorno al acordeón, y no fuimos defraudados.
Desde el principio, los directores nos interpelaron con el relato insólito de un cargamento de acordeones que salió de Alemania en dirección de Argentina pero que, por error, terminó en las costas colombianas.
La fecha de ese acontecimiento es incierta pero las consecuencias son visibles. El instrumento de marca Hohner cambió definitivamente el rostro musical de Colombia y propició una revolución que hoy se celebra fervorosamente, como si de una celebración religiosa se tratara, entre el 26 y 30 de abril.
Después de esta breve introducción histórica con mucho contenido cultural y social, el documental nos acerca a la realidad de los concursos del Festival Vallenato haciendo paralelos interesantes con las riñas de gallo (que también recrudecen en este periodo).
Un trío de grandes músicos –conformado por Manuel Vega (acordeón), Jairo Suárez (caja) y Dioniso Bertel (guacharaca)– nos habla de lo que representa la música vallenata en sus vidas y describe su relación con sus respectivos instrumentos. De esta manera descubrimos que el folclor vallenato marca a diario el alma de un gran número de artistas de la costa, los transporta a otro universo y los impulsa a crear con originalidad, pero también y sobretodo, los incita a competir como gallos para defender su honor.
Por un lado, el documental recoge con mucho detalle los nervios que suscita la participación al certamen y el dolor que padecen muchos candidatos cuando reciben la noticia de su descalificación. Evidentemente, la ilusión movilizada en un escenario puede ser la causa de grandes frustraciones.
Sin embargo, la mayor parte de la trama se centra en un viaje de los protagonistas a Alemania donde visitan las oficinas de Hohner: la empresa que exporta el mayor número de acordeones a Colombia. Ahí descubren los contrastes de una cultura fría y perfeccionista, que se relaciona de un modo totalmente distinto con el acordeón, y aprenden –con muchos guiños– a relacionarse con ella.
A través de una trama sencilla, el viaje del acordeón ofrece una mirada tierna y conmovedora a un folclor en pleno movimiento y resalta desde un punto de vista antropológico los grandes contrastes de dos culturas unidas por un acordeón. En resumidas cuentas, un compendio de sensaciones e imágenes de gran gusto que vibra con las notas de un III corona.
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