Cine
Títanes del Pacífico: puro espectáculo visual y poco más
Hacía tiempo que no escribía con este espíritu y muchos de los que leen mi columna saben a qué me refiero: un espíritu “cinescrúpulo”.
El motivo es muy sencillo. Este fin de semana me atreví a entrar en la sala de cine para ver qué contenía la película "Titanes del Pacífico". Lo hice sabiendo que el tráiler daba muchas pistas de cómo iba a ser, pero le di una oportunidad, y ahora les puedo decir de viva voz que la película no ofrece nada. Absolutamente nada.
La palabra “nada” puede parecer dura para algunos. Mientras haya algo en la pantalla eso significa que ha habido un esfuerzo de realización, pues no. Olviden todos esos comentarios y conceptos de compasión. Titanes del pacífico es una especie de gran espectáculo lúdico vacío, coronado de una sensibilidad –demasiado- juvenil. Personalmente, ver esta película me resultó tan entretenido como observar unos fuegos artificiales en el campo o en pleno desfile militar en Bogotá o Barranquilla, salvo que aquí uno paga mucha plata y espera normalmente una historia que respalde todo eso.
Llegado a este punto, y después de haber expresado mi sentimiento, debo entrar en detalles y presentar la película de forma global. Empezaré diciéndoles que la película de Guillermo del Toro nos presenta una exótica fusión entre Godzilla y Transformers.
Se trata de un trabajo derivado de varias mitologías y producciones de ciencia ficción, y en conjunto este concepto neuro-tecnológico -aplicado en un contexto apocalíptico- ha tenido un impacto visual muy positivo (hay que reconocerlo).
Del Toro tenía fija una visión y con ayuda de Travis Beacham logró plasmarlo en este filme. El relato en sí es estable, pero muy previsible. Contamos con situaciones de drama y comedia pero mayormente dominan las épicas secuencias de destrucción. Con un cronómetro en mano podrán comprobar que ocupan el 60 o 70% del espacio total.
Varios personajes integran esta travesía y cada uno cuenta con su propio desarrollo, pero siempre con un aspecto superficial ya que no se tiende a profundizar en sus pasados a excepción de los dos principales.
Debo admitir que, en los primeros minutos, ver a la humanidad combatiendo a los monstruos a través de robots me pareció fascinante (en lugar de verlos correr por sus vidas). Sin embargo, la realidad se impuso muy rápidamente. La trama es demasiado simple.
Al principio se nos narran los motivos por lo cual la Tierra está siendo invadida por los Kaijus por lo que uno no necesita adivinar gran cosa (el relato es muy lineal). A continuación, empieza esa gran batalla a la que la película dedica la mayor parte del tiempo con algunos sobresaltos y muchos efectos asombrosos, pero lastimosamente, se impone la gran monotonía y el vacío que criticaba en las primeras líneas.
Incuestionablemente, Guillermo del Toro se tomó un gran riesgo y hay que aplaudir esa valentía. Logró llegar a su fin y presentar en una sala de cine un producto que recuerda más a un videojuego que una película.
No obstante, eso es lo que más reprocho al director: la sensación de estar ante algo que no acaba de conmoverme o impresionarme, algo indefinible y frío, pese a todo el esfuerzo visual.
Alberto Campos
Sobre el autor
Alberto Campos
Cinescrúpulos
Alberto Campos, Valledupar (1976). Sociólogo y Abogado de la Universidad Popular del Cesar. En Cinescrúpulos expone su faceta de crítico y amante del Cine, pero con total independencia. Su fin es alabar las buenas películas y señalar las malas producciones.
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