Cine

Jurassik Park, veinte años después

Natalia Fernández

04/09/2013 - 11:39

 

Para los cinéfilos y cinéfilas como yo, el cine es una manera de alcanzar la felicidad. Todos nosotros, alguna vez, hemos visto una película que nos dejó marcados para el resto de nuestra vida.

Yo recuerdo que, desde siempre, me gustó el cine, pero lo que más recuerdo es ese año de 1993, cuando todavía el amor por el séptimo arte no se había manifestado en mí con toda su fuerza. Ese año mi hermano mayor me llevó teniendo yo tan solo 12 años a ver aquella película de la cual hablaban todos los medios de comunicación: Jurassik Park. Era realmente imposible no enterarse de su estreno, de todas las novedades tecnológicas que aportaba dicha película.

Por eso recuerdo los nervios previos a aquella tarde de cine, sabiendo que iba a ser testigo de algo diferente. A esto se unió también la emoción de ser una de las primeras películas que veía en un cine.

Y lo que presencié fue algo más que mágico. Algo que iba mucho más allá de la imaginación. Ese día descubrí lo que el cine significaba, descubrí que se puede viajar a lugares sin moverse del asiento y que algo en mi interior había cambiado para siempre. Todo eso gracias a Jurassik Park.

Pues bien, desde ese día, uno de mis mayores deseos ha sido volver a ver Jurassic Park en pantalla grande. Así que pueden imaginarse cuál fue mi alegría al comprobar que este año volvía a estrenarse en 3 dimensiones con el motivo de su 20 aniversario.

Los nervios y ese nudito en el estomago con el que me levanté anticiparon ese momento tan esperado. Veinte años después iba a revivir la magia de mi adolescencia. Llegué a la entrada del cine acompañada de mi sobrina (nacida en 1997, y para ella era su primera vez), lista para viajar a la “Isla Nublar” y reencontrarme con aquellos personajes y aquella maravillosa historia.

El efecto fue espectacular. El reencuentro con los dinosaurios me obnubiló, creo que rejuvenecí durante la proyección y aquella niña de 12 años resurgió de mi pasado para sentarse en la sillita.

Lo mejor llegó con la escena del viaje a la isla en helicóptero. Me sentía a bordo de ese cacharro, al lado del Doctor Grant, la doctora Ellie y el matemático Malcolm. Y el resto siguió con la misma intensidad: ese primer gran encuentro con el Brachiosaurus, la gran explicación de cómo esos seres han conseguido volver a la isla, las presentaciones del resto de personajes de la película, y cuando el doctor Grant se baja del Jeep para observar en medio de la maleza a un Triceratops enfermo. Con ese plano aéreo mostrando a todos los protagonistas alrededor del Triceratops, me di cuenta que realmente estaba feliz.

A continuación, las escenas míticas que todos ya tenemos grabadas en nuestras retinas, ese ataque del Rex a los coches, el Dilophosaurio enseñando a Nedry que las acciones malas siempre acarrean consecuencias, la estampida de los Galliminus, la preciosa escena de los Branchiosaurus en el árbol, la increíble e inesperada aparición de los Velociraptors, y ese gran final lleno de acción que desemboca en ese plano del Tiranosaurio Rex soberbio y estremecedor.

Durante todas y cada una de estas escenas, volví a sentir lo mismo que hace 20 años y entendí que esta película sólo se puede disfrutar plenamente en una pantalla de cine gigante.

 

Natalia Fernández

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