Cine
Un monstruo en Paris: un viaje por los inicios del cine
De todos los estrenos de este mes, “Un monstruo en París” puede ser el más interesante. No lo digo porque tenga la capital francesa en mi corazón, ni tampoco porque considero que el cine francés sea el más expresivo y rebuscado de todos, sino porque tenemos aquí una oferta original y un guión que estimula el intelecto.
Es cierto que Un Monstruo en París es una película de animación de Europa Corp que nos llega con más de un año de retraso, pero no pierde por ello su interés. Un monstruo en París es un guiño cariñoso para la naciente industria del cine. Su trama sucede en 1910, o sea, cuando el cine es dominado por la creatividad mágica del gran cineasta Georges Méliès. De hecho, la historia comienza en una sala de cine de entonces y pasa por su cuarto de proyección.
El filme dirigido por el francés Bibo Bergeron se construye, además, sobre una trama que mezcla historias míticas como las de King Kong o Godzilla, y rememora el aura del conocido fantasma de la ópera.
Desde mi punto de vista, la trama –que pasa por los más distintos sucesos y reconstruye una historia donde se nos enseña a amar a las personas por encima de sus rasgos físicos– es uno de los fuertes argumentos de la película.
Pero más allá de esto, está el acierto musical con la maravillosa y exclusiva participación de Vanessa Paradis y Sean Lennon (dos cantautores que han marcado la vida de muchas generaciones).
Y justamente, en el aspecto sonoro, la presencia de musicales como el de “La Seine” (el río Sena en París) hacen que el producto sea muy agradable y abierto a todos los públicos. Confieso que me dejé transportar en más de una ocasión y no noté que esto afectara la historia o el guión.
De la versión latinoamericana es bueno decir que los números musicales no fueron doblados y todos se quedaron en inglés, aunque creo que hubieran sido más interesantes en francés. De esta forma podemos apreciar la voz de la actriz y cantante Vanessa Paradis (quien realizó el doblaje tanto en inglés como en francés).
Hay que reconocer que la película tiene algunos problemas en la narración y la animación, pero en realidad son mínimos y no opacan los aciertos de la misma, como el gran humor de la historia y la relación entre Lucille y Francoeur.
Una de las preguntas que se hará el espectador al ver la película es la siguiente: ¿Por qué Francoeur -este bicho enorme- es amado por unos y perseguido por otros? Esta disensión es la que da un toque humorístico a la película: humor fino, presente –incluso– en secuencias de presunto horror generadas por el monstruo parisino.
Me hubiera gustado que algunos momentos de la historia duraran menos (como el prólogo) y que otros duraran más (como los momentos entre el monstruo y Lucille), pero estamos ante una forma diferente de concebir el cine (la manera europea) y, por ello, hemos de ser transigentes.
Para resumir, un monstruo en París no solo es buen entretenimiento animado (con la ventaja de no estar en 3D), sino que, tiene fondo y contenido para soñar y reflexionar. ¡Recomendado!
Alberto Campos
Sobre el autor
Alberto Campos
Cinescrúpulos
Alberto Campos, Valledupar (1976). Sociólogo y Abogado de la Universidad Popular del Cesar. En Cinescrúpulos expone su faceta de crítico y amante del Cine, pero con total independencia. Su fin es alabar las buenas películas y señalar las malas producciones.
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