Cine
Aviones: ¿Reciclaje descarado o falta de imaginación?
Hacía tiempo que no ponía los pies en una sala de cine y sentía semejante desazón. Con este inicio dejo claro mis impresiones acerca de la última película de Disney que roza escandalosamente el vacío creativo y la explotación comercial.
El estreno de “Aviones” se veía venir desde muy lejos. En las últimas semanas, el tráiler y toda la propaganda trataban de hacernos creer en una historia hermosa, llena de amor y de superaciones, que renovará levemente el horizonte de las películas de animación en 3D.
El resultado no tienen nada que ver con lo anunciado: una película que emula, copia y plagia descaradamente la trayectoria de las famosas películas Cars 1 y Cars 2 pero con un leve cambio. El protagonista no es un vehículo de 4 ruedas sino una avioneta insulsa que quiere superar algunas limitaciones (que no revelaré para no rebajar la motivación de los temerarios).
La idea de humanizar objetos o animales es una costumbre muy arraigada en Disney. Desde los inicios de su actividad nos hemos encandilado con las aventuras de Mickey, Pluto, el pato Donald, La Bella y la Bestia, y más recientemente con Toy Story y Cars.
Pero aquí algo no va. Desde el principio algo no convence y el motivo es que no se le puede ofrecer de lo mismo a un espectador que sigue de muy cerca cada estreno de Disney. Ni siquiera los jóvenes son capaces de digerirlo.
Entiendo que Aviones era una película pensada para salir directamente en formato DVD y luego estrenarse en la televisión. Éste era el plan inicial de Disney, pero mientras se trabajaba en ella, los directivos pensaron que la película podía generar un impacto en las salas de cine.
Hicieron leves retoques estéticos para lograr una versión en 3D, pero muy pocos en el guión para responder a la expectativa de esos fieles seguidores. ¿El resultado? Una sensación de estar frente a un plato recalentado, con poco atractivo visual y pocas sorpresas en la historia.
Además, la falta de carisma de los personajes secundarios representa un verdadero lastre. Ninguno de ellos (y lo más grave, ni siquiera el malo y sus secuaces) destaca lo suficiente ni se hace notar. Y lo más importante en una producción Disney: no hay contacto emocional con ellos.
Es cierto que algunas escenas son realmente impresionantes, como el paso del joven avión por un tunel de tren en medio del Himalaya, o su travesía a través del Pacífico, muy intensas, pero poco más. Todo es muy previsible.
Para terminar, es una película para ver en compañía de niños de 3 a 8 años. Los mayores no aguantarán en su asiento y se irán.
Alberto Campos
Sobre el autor
Alberto Campos
Cinescrúpulos
Alberto Campos, Valledupar (1976). Sociólogo y Abogado de la Universidad Popular del Cesar. En Cinescrúpulos expone su faceta de crítico y amante del Cine, pero con total independencia. Su fin es alabar las buenas películas y señalar las malas producciones.
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