Cine
Ajuste de cuentas: el duelo final entre dos leyendas del cine
Siempre he sido un fan de Silvester Stallone y de Robert De Niro. Del primero porque he sido un fiel seguidor de Rocky y del segundo porque considero que es uno de los mejores actores de los últimos 40 años.
Por eso, un póster llamativo que reúne a estos dos veteranos en un ring es un argumento definitivo e inmejorable de venta. Con la trayectoria que ambos tienen, y un trailer misterioso -que dice muy poco de lo que contiene la historia-, la película “Ajuste de Cuentas” de Peter Seagal convoca más por la curiosidad de ver enfrentados a estas leyendas envejecidas, pegándose a “trompadas” limpias, que cualquier otro elemento.
La historia es muy simplona, demasiado quizás, y nos remite a la fuerte rivalidad entre Henry (Sylvester Stallone) y Billy (Robert De Niro). Cada cual ha sido derrotado en una ocasión por el otro, quedando la revancha que oficiaría de desempate pendiente tras el inesperado retiro de Henry. Las vueltas de la vida los vuelven a medir en una última pelea. La tercera es la vencida.
Peter Segal intenta sacar a flote la proyección a base de guiños y referencias a Rocky y Raging Bull, pero en este caso todo se limita a lo paródico intentando hacer sonar las situaciones de modo simpático.
El inconveniente se da en que el tono de cada pasaje es prácticamente el mismo en cada oportunidad; si bien algunas ocurrencias resultan en parte graciosas (especialmente las que quedan a cargo de Alan Arkin), muchos gags se sienten forzados e incluso inocentes, inofensivos. A lo mencionado, el director le añade una pequeña pizca de romance al incluir a Kim Basinger como Sally, quien tuvo su historia amorosa tanto con Billy como con Henry.
Ajuste de cuentas se burla amenamente de la vejez y de sus consecuencias físicas. Sin embargo, estos dos viejitos han perdido destreza y musculatura pero no las mañas, por lo que se aprovecha para ocasionar momentos de chicanas verbales y mini enfrentamientos previos al “gran día”, siempre con la misma acentuación que, en su afán de hacer reír, se tornan repetitivos y predecibles.
A los tropezones y dando la apariencia de engrosar el metraje con eventos que ofrecen más y más de lo mismo, la película nos lleva a lo que oficiaría de circunstancia más esperada, al clímax, al anhelado mano a mano.
Pero la desilusión se hace presente y es más grande todavía cuando lo que debería levantar el producto acaba convirtiéndose en una especie de lección moral comandada por el inverosímil de cada suceso que se manifiesta.
Para concluir, Ajuste de Cuentas es una comedia familiar, con todo lo bueno y lo malo que aquello implica. Va siempre a lo seguro, ofreciendo pocas sorpresas con chistes y guiños que se repiten una y otra vez. Sus buenos momentos son casi tantos como los malos y uno solo puede lamentarse por la oportunidad desaprovechada. O juzgando por el resultado final, agradecer que las cosas no salieron peor.
Alberto Campos
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