Cine
Noé: el regreso a las súper producciones con fondo religioso
De entrada hay que resaltar que “Noé” (Noah originalmente) viene con la firma de Darren Aronofsky, director del Cisne negro (2010), es decir uno de los mejores estrenos de los últimos años.
Por eso, Noé es uno de los grandes estrenos de este año. La expectativa generada por su director es enorme, y sin embargo, esto no es el único argumento que juega a su favor. Cuenta también con un grandísimo presupuesto y, sobre todo, marca el regreso a un estilo de películas que ya había pasado a un segundo plano desde la pasión de Jesucristo (de Mel Gibson).
La historia de Noé que aquí abordamos no es muy diferente de la que ya conocemos, aunque Aronosky nos hace entender con una serie de guiños que esto no es más que un cuento para entender la biblia y su moral, y donde la fe es uno de los temas más importantes tanto en la trama del film, como en lo que deben captar y asimilar los espectadores.
Esta película hay que degustarla más allá de las creencias, y lo que uno piense sobre este apartado bíblico es inherente al espectador. La trama de Noé se construye sobre una historia épica que relata el destino de un hombre (interpretado por Russell Crowe, Gladiator) que sigue la petición de su dios y lleva a cabo la dura tarea de salvar al resto de las especies para formar un nuevo ciclo. Construir un nuevo “paraíso”.
Esta ciega lucha por alcanzar una meta y sus respectivas consecuencias es el tema principal de toda la filmografía del director newyorkino. Los personajes siempre van sufriendo un enorme deterioro físico y psíquico debido a la intensidad y presión a la que se someten por alcanzar sus objetivos.
En eso Aronofsky es excelente. Logra sacar el máximo partido de sus actores con interpretaciones memorables (como sucediera con Natalie Portman en Cisne negro, Mickey Rourke en El luchador, 2008, o Ellen Burstyn en Requiem for a dream, 2000). Y en este caso no iba a ser menos, ya que sus tres piezas claves están verdaderamente brillantes. Es habitual ver a Russell Crowe llenando la pantalla con su fuerza, pero no es menos impresionante el trabajo que nos dejan Jennifer Connelly (Casa de arena y niebla, 2003) y sobre todo el de Emma Watson, que deja de ser definitivamente la niña de Harry Potter para convertirse en una actriz que brilla y que promete dar guerra.
Hasta aquí viene siendo todo medianamente coherente en una producción épica de este presupuesto. Un elenco conocido, un guión sencillo, y efectos digitales para complacer al personal. Pero queda todavía algo más.
Realmente es apasionante descubrir cómo alguien consigue desprender arte en todo lo que hace, aunque sea una historia mil veces contada. Esto es lo que nos ha dejado Darren con este film. Ha sabido recibir esos ciento treinta millones de dólares y los ha puesto todos al servicio de lo bello, de la estética, del arte. Ha construido cine en estado puro. Y eso es lo que ha de prevalecer.
Alberto Campos
Sobre el autor
Alberto Campos
Cinescrúpulos
Alberto Campos, Valledupar (1976). Sociólogo y Abogado de la Universidad Popular del Cesar. En Cinescrúpulos expone su faceta de crítico y amante del Cine, pero con total independencia. Su fin es alabar las buenas películas y señalar las malas producciones.
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