Cine
Nina Paola Marín: "No somos un valle, sino una isla"
Nuestra Costa Caribe es rica en sucesos y nuestra narrativa digna de contar en la pantalla gigante. Algunos aseguran que Gabriel García Márquez hizo una exacta descripción de las costumbres costeñas en su novela Cien años de soledad y los que lo aseguran no se equivocan, pero algo está sucediendo con el cine costeño y no queremos reaccionar.
Si miramos hacia atrás y hacemos un recorrido por los últimos 20 años de la cinematografía Caribe, podemos asegurar que son pocos los directores o realizadores costeños que se han arriesgado a combatir contra la gran metrópolis “Bogotá” centro de creación apreciada por todos, y lo demás es de poco valor y lo que se ha hecho en la costa está regular, como es el caso de cine costeño.
Ésta es la posición del séptimo arte en nuestra Costa Caribe, el recorrido en los últimos años de directores arriesgados es pobre y los podemos contar con los dedos de las manos al igual que las producciones. Es triste que en esta zona tan rica en historias, en narrativa compleja pero bella, el cine sea un terreno poco explorado; nuestra costa Caribe cuna de grandes creadores que se han achicado ante el fenómeno de Bogotá, ante el fenómeno de que todo tiene que hacerse en la capital para que sea bueno y valorado y que no es posible hacer cosas buenas desde aquí.
Un merecido aplauso para aquellos directores que contra viento y marea han logrado sus películas. Es de resaltar la labor del periodista y cineasta Ernesto Mccausland con sus películas El último carnaval y Siniestro y al licenciado en ciencias políticas, Luis Fernando “Pacho Bottia” con sus dos largometrajes, La boda del acordeonista y Juana tenía el pelo de oro.
Estos directores que pertenecen a la tierra nuestra, a las arenas, que confabula con la brisa testigos de eventos que luego fueron transformados en bellas películas son dignos de admirar, pues no se dejaron llevar por el gran imán de la capital, y han logrado creaciones desde su lugar de origen. Pero no por ello podemos dejar de lado aquellos realizadores y directores nuevos que están intentando hacer producciones desde la costa Caribe y se han concientizado de la descentralización, porque muy a pesar que nuestra Constitución Política en su artículo primero, reza “Colombia es un estado social de derecho, organizado en forma de República Unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista”, esto no se cumple para algunas ramas de la cultura.
Puede que para algunos fines del estado esta designación se cumpla, pero en la cultura cinematográfica algo está fallando, pues con la ley de cine 814 de 2003 y otros decretos que intentan tapar estos vacios jurídicos como el decreto 2291 de 2003 donde regula el Consejo Nacional de Cinematografía, aun en algunas parte de la costa no se ha sentido, como en el Cesar, pues si nos remitimos al artículo 5 donde habla de la elección de los representantes de los Consejos Departamentales y Distritales de la cinematografía donde claramente dividen su organización en regiones ––como es el caso de la región Caribe––, compuesta por San Andes, Guajira, Magdalena, Cesar, Atlántico, Bolívar, Córdoba, Sucre y 3 distritos el de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla, tan sólo nuestra costa cuenta con tres Consejos Distritales que son el de Cartagena, Santa Marta, y Barranquilla, y dos Consejos Departamentales que son el de San Andrés y Atlántico, los demás departamentos adolecen de estos órganos.
"Ya es hora de despertar y hacer intentos por crear nuestro Consejo Departamental de Cinematografía y no permitir que otros se lleven nuestras tramas."
Algunas posibles razones pueden ser, la falta de iniciativa de los realizadores, comunicadores sociales y demás ciudadanos que pueden conformar estos órganos asesores de las Secretarias de Culturas o instituciones culturales que ayudan a fomentar las políticas en materia audiovisual y cinematográfica de acuerdo a las realidades regionales, departamentales o distritales, y otra puede ser la falta de interés de los gobernantes que no motivan la producción cinematográfica ni ponen en marcha la ley de cine dentro de sus programas de políticas para la cultura en su gobierno. Sin olvidar la razón tal vez más importante, y es el ánimo de no unirse en una fuerza cultural tendiente a crear la necesidad de hacer buenas películas, por el eterno problema de pensar en proyectos individuales y no colectivos, y el cine, por su naturaleza, es un trabajo en equipo.
En fin, vemos entonces que uno de los inconvenientes para hacer una producción cinematográfica en nuestra Costa Caribe y sobre todo en el Cesar es la falta del Consejo Departamental de Cinematografía, ya que si un realizador quiere acceder a las convocatorias del Ministerio de Cultura encuentra una primera talanquera, “la falta de dichos Consejos”
Es importante destacar el Departamento del Cesar reconocido a nivel nacional e internacional como cuna cultural por el folclor vallenato, pero que ha olvidado otras ramas de las artes como es el caso del cine. Lamentablemente en el Cesar se realizaron dos producciones cinematográficas que fueron El ángel del acordeón de María Camila Lizarazo, directora bogotana y Los viajes del viento de Ciro Guerra, director de Rio de Oro, Cesar, pero este último caso, no es desconocido que Rio de Oro está mas influenciada por Santander que por el Cesar y el contacto de este joven y talentoso Director con el Cesar es poco y esto se vio reflejado en su película claro está, sin desmeritarla porque fue una producción minuciosa; pero el punto es que la cuota cinematográfica donde se explota las riquezas cesarenses es casi nula, y nuestras historias nos las estamos dejando saquear por directores que intentan contarlas desde su punto de vista que es muy alejado de la realidad macondiana.
Ya es hora de despertar y hacer intentos por crear nuestro Consejo Departamental de Cinematografía y no permitir que otros se lleven nuestras tramas y que distorsionen nuestra realidad, es hora que dirigentes locales fomenten políticas departamentales tendientes a incrementar la cultura cinematográfica, como también es hora de dejar de ser una isla para el cine y hacernos sentir y atrevernos a contar nuestras buenas historias, a mostrar nuestras riquezas y participar de las convocatorias que brinda el ministerios de cultura. Es hora de hacer parte importante de la cinematografía nacional con nuestra identidad y narrativa convertida en una gran película.
Presentación de la autora: Nina Paola Marín Díaz (Riohacha) es abogada de profesión y realizadora. Reside en Valledupar donde también dirige un espacio audiovisual francófono en la Alianza Francesa abierto cada jueves por la tarde (18h30) al público amante de cinematografía.
1 Comentarios
Soy mexicano, escritor y músico de carrera, conozco a Niña hace buen tiempo y había interés por llevar al cine la Niña del Tepeyac, no tengo sus datos actuales y me urge localizarla por favor. Emilio Enrique 310 398 83 03, enemace@gmail.com Muchas gracias
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