Cine
Mad Max, furia en la carretera: ¿La reina de las películas de acción?
De vez en cuando aparece en el horizonte una franquicia que rompe con el resto. Hace mucho tiempo que se anunciaba la cuarta película de la legendaria saga Mad Max -donde reina la acción por encima de todo-, pero sin mayores detalles, por eso su confirmación este año sorprendió a más de uno.
Lo cierto es que Mad Max vuelve a surgir de un modo confuso: sin el actor Mel Gibson y sin Tina Turner quienes contribuyeron seriamente al reconocimiento de esta saga. Lo positivo es que George Miller estuvo al frente del proyecto, al igual que en las veces anteriores.
Había temor con respecto a la realización de este clásico, pero ese temor ya no existe. “Mad Max: furia en la carretera” es un desmedido monumento al cine espectáculo, una sobredosis de acción, una película que deslumbra como pocas y que encima da para reflexionar. Es la locura que muchos cinéfilos esperaban: acción con superlativos.
George Miller ha vuelto a hacerlo, solo que esta vez ha hecho más. Un film frenético, incansable, que arrastra al espectador durante dos excitantes horas sacudiéndote con una espectacular escena tras otra.
Mad Max es un viaje vibrante a través de un desierto de monstruosos camiones imposibles, sus desquiciados pilotos y sus sufridos pasajeros. Un eslalon de un millón de explosiones, balas, flechas, motores ardiendo, marañas de acero y carne, grasa y sangre, ataque y contraataque. ‘Mad Max: furia en la carretera’ se sabe más grandilocuente, más potente, que toda la trilogía anterior, una superproducción que abruma pero no ahoga, una película en perpetuo movimiento que presenta la mejor y más atractiva historia de toda la saga. ‘Furia en la carretera’ trata de la rebelión contra el poder en un despiadado mundo de tribus donde el tirano gobierna y los esclavos malviven. Una rebelión encabezada por mujeres hartas de la sumisión al caudillo endiosado y de su retrógrado rol en la sociedad.
Todo es visualmente hermoso e impactante, de una viveza casi pictórica, en la que ocurren decenas de cosas por segundo. Fotografías preciosas que enaltecen la luminosidad del eterno desierto, que hace la desoladora noche más bella y que hasta se permite jugar con los colores en una escena, la de la tormenta de arena, que pasa desde ya a los anales de las escenas del cine de acción.
Miller demuestra no solo ser uno de los mejores, sino el mejor, director de persecuciones de la historia, también imprime una épica descomunal con sus planos distantes, su flota de camiones y coches monstruo, el imperecedero desierto y las gigantescas gargantas de roca. Y sabe lo fundamentales que son sus personajes para que todo esto funcione.
La película es avanzar, avanzar y avanzar, ir más allá de los límites buscando un refugio de vida lejos del sadismo y la sangre. Los personajes crecen, se desarrollan, al calor del continuo conflicto, con la espada de Damocles continuamente suspendida sobre sus cabezas, pero entre persecución y persecución siempre hay espacio para expresar sus tormentos y sus anhelos.
Mad Max siempre será Mel Gibson, sin embargo tenemos un dignísimo sucesor en un Tom Hardy que nos presenta a un Max Rockatansky a medio camino entre animal y persona, un hombre perseguido y atormentado cuya paulatina implicación en los hechos le va devolviendo aspectos de su humanidad que creía enterrados para siempre.
‘Mad Max: furia en la carretera’ es el apoteósico retorno al mundo de la chatarra andante, de los estilismos imposibles, la violencia desmedida y, por qué no decirlo, una buena dosis de surrealismo.
Alberto Campos
Sobre el autor
Alberto Campos
Cinescrúpulos
Alberto Campos, Valledupar (1976). Sociólogo y Abogado de la Universidad Popular del Cesar. En Cinescrúpulos expone su faceta de crítico y amante del Cine, pero con total independencia. Su fin es alabar las buenas películas y señalar las malas producciones.
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