Cine
Ted 2: el regreso del osito más impresentable e irreverente
Después de la olvidable “Mil maneras de morder el polvo” (2014), el polifacético Seth MacFarlaner recupera su ópera prima como director para inventarle una secuela. El movimiento era lógico, ya que Ted (2012) se convirtió a los pocos días de su estreno en la comedia para adultos más vista de la historia.
Más allá de su resultado comercial, el artístico no cumplió las expectativas que se esperaban del responsable de las series Family Guy y American Dad. Con Ted 2curre lo contrario: esperando lo peor, nos encontramos con una divertidísima segunda parte en la que el guión, la dirección, los actores y los chistes se cogen de la mano para bailar al unísono.
Y con una simpática coreografía en los títulos de crédito –el realizador nunca ha ocultado su atracción por los números musicales– comienza esta continuación. Ted (voz de MacFarlane), el irreverente oso parlante se ha casado con Tami-Lynn (Jessica Barth), lo cual no le ha impedido seguir con la eterna amistad que el peluche y John Bennet (Mark Wahlberg) mantienen desde la infancia.
Cuando Ted decide que es el momento de tener un hijo con su esposa, Bennet lo ayudará a encontrar el mejor donante de semen para la tarea, porque el osito es…eso, un osito.
Existe otro “pequeño” problema: Ted no es reconocido por el Gobierno como una persona, porque, repito, es un osito. Sin embargo, la abogada Samantha L. Jackson (Amanda Seyfried) hará todo lo posible para que se le reconozcan sus derechos ante la Ley.
El malvado Donny (Giovanni Ribisi), que ya aparecía en la primera parte, querrá aprovechar la situación para hacerse con Ted una vez que oficialmente sea declarado propiedad, un simple juguete, y no un ser humano. Y hay más, que cabe perfectamente en las dos horas de metraje sin dar la sensación de ser una obra pesada.
Entre todo lo bueno que hay, hay cameos brillantes, en especial el de Jay Leno o aquel protagonizado por Liam Neeson, que recuerda al mismo que hiciera para la espléndida Sitcom de la BBC Life is too short (2011-2013), creada por Ricky Gervais, otro “sospechoso habitual” de la incorrección política. Esto último abunda en Ted 2, superando descaradamente la cantidad de gags corrosivos de la cinta original. Por fortuna, para variar, no todo lo hilarante se ha quedado en el trailer.
Los guionistas, Alec Sulkin y Wellesley Wild junto junto al mismo MacFarlane, no dan tregua y se dedican a jugar con los “límites del humor”, si es que el humor posee límites, claro. No dejan títere con cabeza, con “generosos” instantes escatológicos, consumición de marihuana (el personaje de Seyfried la usa por motivos de salud, algo que practica en la vida real Morgan Freeman que aparece en la película dando una deliciosa lección interpretativa) y lanzando pullas a Bill Cosby, al 9/11 o a las convenciones de fans.
La parte final es memorable, un recital de lo absurdo digno de entrar en lo mejor de la comedia norteamericana contemporánea. También se advierte un sustancial progreso en el trabajo de MacFarlane a la hora de mover la cámara; una dirección sobria, en momentos espectacular, y que todavía tiene la desfachatez de recrearse en las secuencias de los juzgados, lugar donde podemos disfrutar del gran John Slattery, en el papel de fiscal.
Pero lo más curioso y, además, una de los elementos más atractivos del film es el mimo con el que los responsables han tratado la historia principal, no tan vaporosa como en un principio pudiera esperarse. El material irónico relacionado con las ganas de Ted para ser considerado una persona esconde una carga profunda y debatible sobre el funcionamiento de las leyes mundiales, la política y el derecho del individuo, aunque el peluche sea… eso, un peluche.
Miguel Ángel Mesa
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