Cine

Ricciotto Canudo y "El Manifiesto de las Siete Artes"

África Cubas

25/11/2021 - 05:25

 

Ricciotto Canudo y
Ricciotto Canudo y su obre El Manifiesto de las Siete Artes

 

En 1914 se publica uno de los primeros textos teóricos del cine “El Manifiesto de las Siete Artes”, escrito en 1911 por Ricciotto Canudo, que ha pasado a la historia del cine como el primer crítico y teórico del cinematógrafo.

De origen italiano y con tendencia hacia la vanguardia futurista, Canudo emigró a París a los 22 años de edad y allí pudo conocer el ambiente del arte de vanguardia, acercándose al nuevo medio que acababa de surgir y del que se hizo un ferviente defensor: el cinematógrafo.

Canudo, como crítico pionero del nuevo arte, acuña el conocidísimo término Séptimo Arte y formula por primera vez la diferencia entre arte e industria. Pero hay que entender bien sus palabras. Con Séptimo Arte, Canudo se refiere a una síntesis total de arte y pretende crear una brecha entre los artistas y los industriales del cine a los que él mismo llama “tenderos”.

Más tarde, el término pasaría a utilizarse indiscriminadamente perdiendo parte de su fuerza original, la que se refería a un tipo de cine de calidad con unas pretensiones especiales de investigación y a nivel artístico.

En “El Manifiesto de las Siete Artes”, Canudo interpreta el cine como la suma final de la ciencia y el arte, la circunstancia perfecta en que quedan unidas la máquina y el sentimiento. Esta idea era por supuesto y sobre todo respaldada por las vanguardias, muy especialmente por el futurismo, del que Canudo era seguidor, influido muy especialmente por las teorías de su compatriota y fundador de futurismo, Filippo Tommaso Marinetti.

Canudo establece en el texto la diferencia entre el tiempo y el espacio y considera que ambos conceptos contienen en sí mismos un ritmo que les es propio, es decir, habla del Ritmo Espacial y del Ritmo Temporal. Así, explica que el hombre tiene una necesidad de inmortalidad que lo lleva a crear el Ritmo Espacial (también llamado Fuerza plástica) y que lo hace por medio de la Arquitectura y, por otra parte, crea el Ritmo Temporal (llamado igualmente Fuerza Rítmica) a través de la música.

De la Arquitectura nacen sus complementarias, la escultura y la pintura por una necesidad de perpetuar la representación de los seres. Mientras que en el caso de la música, la evolución es inversa, puesto que primero se da la danza, donde ya hay una clara intención musical. A la danza se le añade la palabra, creando de esta manera la poesía para llegar a la Sinfonía, que es la música pura, despojada de todo ornamento visual. Así, encontramos definidas en dos grupos las seis artes existentes antes de la aparición del nuevo medio

Arquitectura: escultura y pintura.

Música: danza y poesía.

Estas seis artes, descritas por Canudo, a saber: Arquitectura, Pintura, Escultura, Música, Danza y Poesía, responden a la necesidad del hombre de crear para sí una experiencia estética que le procure el goce de una vida superior a la vida. Es decir, un espacio en el que el hombre puede olvidarse de sí mismo en un olvido estético, creando a la vez, para sí mismo, una personalidad múltiple, donde experimentar más cosas de las que la propia vida ofrece.

El arte cinematográfico

De la síntesis de estas seis artes o también de la síntesis de los dos ritmos, el Ritmo del espacio y el Ritmo del Tiempo, surge el teatro, que se introduce dentro del saco de las artes escénicas, es decir, junto a la danza. Pero Canudo, especifica que parte del interés del hombre a la hora de crear la experiencia estética, se basa en la retención de lo efímero, es decir, en fijar las experiencias que nos hacen vivir una vida superior y en ese sentido, el teatro une ambos ritmos de manera imperfecta puesto que al ser un medio esencialmente efímero, le falta la eternidad necesaria de la obra de arte.

El cine aparece entonces como el vehículo perfecto donde se sintetizan definitivamente todas las artes puesto que contiene ambos ritmos el espacial y el temporal, es decir que contiene plasticidad y ritmo, además, cumple con la función de comunión social del teatro, ya que al igual que éste, se exhibe para un amplio número de personas y finalmente contaría también con la función de eternización estética del museo, puesto que la película no deja de ser un objeto acabado que puede mantenerse en el tiempo.

 

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