Educación

El quiebre de la esperanza

Luis Alcides Aguilar Pérez

23/05/2017 - 07:00

 

 

Hace más de 30 años, escuchaba a una señora ama de casa, que se jactaba en llamar a los profesores “come fiao”. Para ella esto era una ofensa. Notaba que se le hinchaba la garganta llenándose la boca con tan despectiva expresión; lo cual me confundía, porque yo tenía un hermano que se desempeñaba como docente.

Después de un tiempo comprendí la expresión de esta señora y su manera de tratar de denigrar, en determinados momentos, de las personas que en la escuela estaban impartiéndole u orientando a sus hijos, para ayudar a hacer de ellos personas de bien.

Registrando la historia conocí que muchos docentes, en otros tiempos, el sueldo les llegaba tarde, ¡y aún sigue llegando tarde! En algunos departamentos de Colombia,  otras veces se le pagaba con bultos de ron, se convertía en comerciante, al vender un producto que le reportara el dinero para pagar sus deudas, deudas del mercado que hacía para comer junto a su familia, lo que le sumó el remoquete de “come fiao”.

Al salir de la Universidad, un licenciado no lograba ganarse un millón de pesos, ya que por lo general esa carrera sólo le permitía un escalafón en la séptima categoría; cuyo sueldo respectivo no llegaba al millón (tomando como informe cronológico el año 1998); mientras que aquellas personas o generaciones que pasaron por sus manos en las Escuelas y Colegios, de las universidades salían con títulos diferentes al de licenciado y sus sueldos por lo general partía desde más de un millón de pesos.

Para tratar de lograr un cambio ante el constante asedio y desatención de los gobiernos de turno, el docente debió hacerse sentir a través de fuertes protestas y paros, es decir a través de la lucha sindical.

Hoy en pleno siglo XXI, un alto porcentaje de padres de familia aún continúa desmeritando al  docente, arguyendo “Son unos flojos, se la pasan haciendo paros; tan bien que están y es que joden”, estas, son una mínima parte de la opinión de algunos padres de familia sobre las huelgas o paro promovidos por el magisterio para hacerse sentir, cuando se les incumple, por parte del gobierno, y después de tantos diálogos y mentiras no se llega a un acuerdo acorde a la realidad del docente de hoy.

Alguien por las redes sociales decía: “Cuando los maestros paran, todos los critican; pero cuando los políticos roban, todos los reeligen”. Tristemente esa es la Colombia que se ha dejado convencer de los gobernantes de turno y de los noticieros  de la televisión de la burguesía, la misma que está realizando una campaña en donde quiere hacerle llegar un mensaje a los padres de familia, para que ataquen y no apoyen el paro de los docentes, campaña que realizan muy sigilosamente cuando emiten noticias que insinúan con veneno que “más de ochocientos mil estudiantes quedan sin clases por el paro de maestros” y pretenden instituir que las instituciones educativas se conviertan en guarderías en donde los docentes tienen que atender a los niños, mientras sus padres están en el trabajo.

En otras instancias otras personas quieren ganar popularidad arremetiendo contra el docente expresando argumentos en los cuales quieren significar que los maestros están violando el derecho a los niños por entrar en paro; para tratar un poco este argumento el abogado, José Ignacio Gutiérrez Silva, expresa el siguiente concepto jurídico Resulta pertinente a propósito del paro magisterial, realizar un análisis desde el punto de vista constitucional y legal tanto del Derecho a la Educación como del Derecho a la Huelga. Ambos derechos gozan de una significativa importancia desde las dos ópticas jurídicas señaladas, es menester precisar que la educación es un derecho fundamental, por lo que es inherente, inalienable, esencial a la persona humana, que realiza el valor y principio material de la igualdad consagrado en el preámbulo de la Constitución Nacional y en los artículos 5 y 13 de la misma.

La educación está reconocida en forma expresa en el artículo 44, cuando hace referencia a los derechos fundamentales de los niños, señalando, entre otros, el derecho a la educación y a la cultura. El artículo Constitucional nº67, no obstante encontrarse por fuera del capítulo concerniente a los derechos fundamentales, ha sido reconocido como tal, habida cuenta que uno de los criterios principales que ha señalado la Corte Constitucional, ha sido el sujeto, razón y fin de la Constitución Nacional, esto es, la persona humana.

La Ley 115 de 1994 expresa en su artículo 6º que de acuerdo con el artículo 68 de la Carta Política, la comunidad educativa participa en la dirección de los establecimientos educativos, y que ella está conformada por estudiantes, educadores, padres de familia, egresados, directivos docentes y administradores escolares, quienes según su competencia, participan en el diseño, ejecución y evaluación del Proyecto Educativo Institucional y en la buena marcha del respectivo establecimiento educativo. Así entonces, las normas constitucionales y legales, facultan al Estado para incidir en la organización y en el funcionamiento de la educación tanto pública como privada en ejercicio de la suprema inspección y vigilancia que le corresponde y habida cuenta de la función social que debe desarrollar el servicio público de la educación.

Ahora, respecto al Derecho a la Huelga, éste se encuentra dentro de los Derechos Sociales, Económicos y Culturales en nuestra Constitución. El derecho a la huelga se encuentra consagrado en el artículo 56 de la Constitución Política, de acuerdo con el cual “se garantiza el derecho de huelga, salvo en los servicios públicos esenciales definidos por el legislador”.

Este derecho está estrechamente relacionado con los principios constitucionales de solidaridad, dignidad y participación, y con la realización de un orden social justo, por lo cual cumple finalidades fundamentales para el Estado social de derecho como: equilibrar las relaciones entre los patrones y los trabajadores, resolver los conflictos económicos colectivos de manera pacífica y materializar el respeto de la dignidad humana y de los derechos de los trabajadores.

La Corte Constitucional ha señalado las características del derecho a la huelga en reiteradas sentencias, manifestando que la huelga constituye un instrumento de vital importancia en el marco de las relaciones laborales entre trabajadores y empleadores, toda vez que sirve de medio legítimo de presión para alcanzar mejores condiciones de trabajo y, de esa manera, un equilibrio y justicia sociales, así como el respeto de la dignidad humana y la materialización de los derechos del trabajador. Es abundante la jurisprudencia de dicha Corporación en relación con el contenido y alcance del referido derecho, así como su especial protección dentro del ordenamiento constitucional, incluyendo los instrumentos internacionales ratificados por Colombia. Con lo cual queda claro que aquí el único que está violando los derechos fundamentales es el Estado por su negligencia y burla a los previos acuerdos ya realizados con el magisterio colombiano, además de otros aspectos o políticas que pretende implementar en desventaja, poco equilibrio  y no consecuente con la realidad de nuestros niños. Por lo tanto es pertinente hacerlo entrar en razón a través de la lucha sindical.

Este paro del magisterio colombiano, no solo se realiza para que se haga realidad los ajustes económicos ya convenidos con el gobierno de Santos, además se está poniendo sobre el tapete la necesidad de decirle la realidad al país, al padre de familia sobre la jornada única, que se le hable sobre como el niño recibirá sus clases, si será en aulas bien dotadas acordes con las condiciones ambientales de la diversa geografía de Colombia y con el apoyo nutricional para el aguante orgánico o bienestar de los educandos, y proceso de adaptación del niño.

Se necesita que el gobierno se comprometa, como lo está diciendo, a construir 40 mil nuevas aulas, y no bodegas, aulas bien dotadas y prestas al servicio de las necesidades conformes al ambiente intelectual y tecnológico del niño, gracias a un buen diseño y  que ese dinero que se piensa  invertir no se lo lleve el viento o los contratistas mañosos; también abogan por prontas soluciones en su sistema de salud y que se cree un fondo para la educación pública.

Pero estos argumentos no lo conocen los padres de familia, y si lo conocen no lo digieren mentalmente muy bien; porque consideran la lucha de los maestros una razón más para pedir aumento de sueldos o como cuenta la profesora argentina Graciela Adriana Lara, sobre lo que piensan algunas personas en su país “En nuestro país, la gente opina que los docentes deben ser pobres y trabajar gratis porque su tarea no sirve para nada. “ Es quizás un pensamiento muy parecido al esbozado por muchos padres de familia en Colombia cuando con argumentos que maltratan y hieren  al docente, se refieren a esta profesión.

Si el docente sigue su lucha solo, sin el apoyo de los padres de familia, entonces, ya nos estaremos acercando al quiebre de la esperanza que se tiene en el actual sindicato que en Colombia le habla claro y duro al gobierno, y hace respetar los derechos de la comunidad educativa de nuestro país. Y con este acabose también llegará el quiebre de la esperanza de nuestros niños al desaparecer la educación pública, y el preludio total de la educación  privada en Colombia.

 

Luis Alcides Aguilar Pérez

@luisaguilarpe

Sobre el autor

Luis Alcides Aguilar Pérez

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Luis Alcides Aguilar Pérez (Chiriguaná- Cesar). Lic. En Ciencias Sociales de la Universidad del Magdalena. Docente de secundaria. Fiel enamorado del arte de escribir. Publicaciones: La Múcura de Parménides – Compendio de cuentos, poesías y reflexiones; Sueños de libertad – Cuentos, poemas y diez reflexiones; Chiriguaná. Historia y Cultura. Novela inédita “¡Y la culpa no es de Dios!”

@LuisAguilarPe

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