Educación

Gabito aspiró a estudiar en el Simón Araújo

Eddie José Dániels García

17/08/2022 - 05:25

 

Gabito aspiró a estudiar en el Simón Araújo
El escritor Gabriel García Márquez contempló realizar sus estudios en el Caribe colombiano / Foto: archivo PanoramaCultural.com.co

 

A mediados de enero de 1943, cuando aún le faltaba un mes largo para cumplir dieciséis años, Gabito tuvo que viajar a Bogotá, con varios compañeros sucreños, para presentar el concurso nacional de becas en el Ministerio de Educación, que se iba a realizar a comienzos del mes de febrero. Salió de Sucre, en aquel entonces un municipio del departamento de Bolívar, en una lancha que navegó por los caños de la Mojana para salir al rio Magdalena y llegar a Magangué, y, después de un corto descanso, abordar uno de los barcos que venían de Barranquilla para llegar hasta Puerto Salgar y allí tomar el tren que lo llevaría a Bogotá. Era un viaje que demoraba alrededor de diez días o más, según las circunstancias. Éste, fue el mismo viaje que realizaron los protagonistas de “El amor en los tiempos del cólera”, Florentino Ariza con Fermina Daza en el barco “Nueva Fidelidad”, más o menos, en 1933. Y también lo hizo el Libertador Simón Bolívar, el personaje principal de la novela “El general en su laberinto”, en mayo de 1830, cuando salió en una flotilla de champanes desde Honda, Tolima, para llegar a la Ciudad Heroica. Gabito lo realizó diez veces en los tres años que estudió en el Liceo Nacional de Zipaquirá.

Durante el viaje en el barco, debió ser, tal vez, el “Monserrate”, el “Libertador” o el “David Arango”, que eran las suntuosas embarcaciones de tres pisos, que viajaban para el interior, Gabito y sus compañeros observaron que, entre los pasajeros, también iba a bordo un señor alto y elegante, vestido con saco y chaleco, sombrero gardeliano que pasaba leyendo y leyendo, y solo interrumpía la lectura para pasar al comedor. Gabito se acercaba, y de reojo observaba los títulos de los libros que estaba devorando. Como era natural, los cuates sucreños, para alegrar el aburrimiento, cantaban boleros, rancheras, vallenatos e improvisaban chistes y cuentos. Y, por supuesto, alcanzaron a tener algún contacto con el lector incansable, pero no entraron en detalles. Días después, cuando terminaron el viaje fluvial en Puerto Salgar y abordaron el tren, prácticamente quedaron ubicados en el mismo vagón. Antes de llegar a Bogotá, el seudo cachaco le pidió a Gabito que le copiara la letra de un bolero que éste había cantado en el barco. “La letra de esa canción me parece propicia para regalársela a mi novia”, le dijo. Gabito lo hizo complacido y hasta le enseñó la melodía.  El viajero observó el texto, apreció la caligrafía y lo felicitó.

Unos días después, Gabito se fue temprano para hacer la cola frente el Ministerio de Educación, que quedaba ubicado en la Avenida Jiménez, muy cerca de la pensión de estudiantes donde se había hospedado. Necesitaba inscribirse para el concurso de becas. Gabriel Eligio, su papá, había contactado con anticipación a un pariente lejano que estaba radicado en Bogotá para que lo recibiera en la estación del tren, lo orientara y lo ayudara a ubicarse en cualquier lugar cómodo y barato. Cuando estaba en la cola, casi llegando a la puerta de entrada, apareció el viajero lector, el hombre enamorado a quien Gabito le había copiado la letra del bolero unos días antes. El cuasi cachaco dio los buenos días a los muchachos que estaban en la cola y lo reconoció en el acto. “Hola, caramba, ¿y tú que haces aquí?”, le preguntó. Gabito, medio tímido, le respondió: “Estoy haciendo cola para el concurso de becas, deseo terminar el bachillerato”. El personaje meditó un par de segundos y le dijo: “Pero, ¿por qué no me lo comentaste? Ven conmigo”. Lo sacó de la cola y se lo llevó para su oficina. Era nada más y nada menos que Adolfo Gómez Támara, natural de Sincelejo, que desde finales de 1942 era el director nacional de becas.

Ya en la oficina, Gómez Támara le dijo: “Bueno, si me presentas un buen examen, te otorgo la beca sin ningún inconveniente”. Y le entregó los pliegos para que respondiera. Gabito realizó un examen excelente que sorprendió al funcionario sincelejano, sobre todo, en la parte de redacción y en el primor de la caligrafía.  Después de analizarlo y de corregirlo con detenimiento le dijo: “Redactas muy bien, manejas un excelente vocabulario”, y le preguntó: “dónde estudiaste primero y segundo año?”  “En el Colegio San José de Barranquilla”, le respondió el aspirante. Gómez Támara meditó un rato y le preguntó: “Bueno, y ahora, ¿dónde quieres estudiar?”. Gabito guardó silencio unos segundos y le contestó: “Me gustaría en el Simón Araújo de Sincelejo o en el Colegio Pinillos de Mompós, son buenos colegios y tienen internado”. El director le comentó: “Si estás en Bogotá para qué vas a regresar a la Costa? Quédate aquí en la capital”. Gabito espontáneamente le respondió: “Entonces, ubíqueme en el San Bartolomé”. “En ese colegio es imposible, hay muchos aspirantes”, le aclaró el funcionario. “Te voy a dar la beca para el Liceo de Zipaquirá, que es un buen colegio, tiene excelentes profesores y queda cerca de Bogotá”, le complementó el funcionario. Gabito aceptó y se graduó en este colegio en 1946.

Aunque, muchos años después, siendo ya era un escritor celebérrimo, en varias entrevistas Gabito confesó que, cuando Gómez Tamara le hizo la pregunta sobre dónde quería estudiar, él respondió que “quería hacerlo en el San Bartolomé” y evitó mencionar al Simón Araújo y al Colegio Pinillos, es posible que lo haya hecho para “darse ínfulas” y demostrar con ello, que siempre quiso cursar el bachillerato en un colegio de importancia y tradición. Algo que va en contra de la realidad, puesto que a él nunca le llamó la atención Bogotá, y en los pocos días que tenía de estar en la capital, había sufrido mucho por el frío e inclusive había llorado en secreto y sólo con ver la vestimenta de la gente se sentía desadaptado. Le hacía falta el ambiente caribeño. Además, en una oportunidad, Gabriel Eligio, su progenitor, les confesó a unos amigos que, cuando Gabito viajó a Bogotá en pos de ganar la beca, llevaba en la mente un colegio costeño y, en familia, se pensó en Sincelejo o en Mompós. Y consideró que la posibilidad del Simón Araújo era la más factible por quedar cerca de Sincé, el pueblo natal de Gabriel Eligio, donde residían sus abuelos, Gabriel Martínez Garrido y Argemira García Paternina, y podía ir a visitarlos.

 

Eddie José Daniels García

Sobre el autor

Eddie José Dániels García

Eddie José Dániels García

Reflejos cotidianos

Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.

1 Comentarios


Alma Rosa Terán 28-08-2022 10:32 AM

Excelente artículo, maestro Daniels. Gracias por compartir sus consultas e investigaciones. Y, principalmente, por esa forma tan sabrosa de narrar.

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