Educación
Territorio, identidad, cultura y educación
La falta de identidad o reconocimiento de las formas identitarias de los jóvenes con su propio territorio es tan notoria como preocupante. Son muy pocos los jóvenes que conocen así sea someramente la cultura de su municipio y mucho menos la de la comunidad donde está integrado. Quienes observamos y hacemos seguimiento a la cultura y nos inquietamos por las manifestaciones culturales vernáculas somos muy dados a culpar a la juventud de esa falta de identidad, desconocimiento de lo propio y desatención a las costumbres y tradiciones que nos legaron los mayores.
La verdad es que dicho desconocimiento es de bulto, pero no todo es culpa de la juventud. En ese proceso se pueden identificar varias fuentes, unas con más peso que otras, miremos grosso modo algunas de las variables que inciden en tal fenómeno. Si bien es cierto que en ciertas escuelas y colegios algunos maestros hacen su esfuerzo por enseñar a los niños de prescolar y primaria aspectos de la cultura y tradición local, hablándoles y poniendo tareas sobre las leyendas, personajes, santos patronos y en uno que otro acto cultural interno la práctica del baile y el canto del territorio, vemos que no es una práctica pedagógica continuada, ni que el maestro cuenta con las herramientas para afianzar ese conocimiento, pues la carencia de textos sobre el particular y la ausencia de los instrumentos musicales y vestuarios propios le limitan su labor.
Ahora bien, el niño sale de la primaria y pasa al bachillerato y ahí abandona por completo el conocimiento y la práctica del legado cultural de sus ancestros, sus intereses son otros y la Institución Educativa se hace la ciega, sorda y muda. Es decir, evaden el compromiso con su localidad, de darle formación cultural y fomentar la identidad del joven con su pueblo, peor aún la misma institución como ente no tiene identidad, generalmente se cree que un uniforme con el logo del colegio basta para generar dicha identidad y empatía, olvidando que la identidad institucional va de la mano con la identidad local y del territorio.
Qué bueno sería que la cultura local y del territorio fuera tratada como un tema central que hiciera la transversalidad en el currículo oficial, pero que, también, fuera parte central de ese currículo oculto y difuso que es el que cada profesor ejerce dentro y fuera del aula aplicando su derecho a la libertad de cátedra. Imaginemos por un momento que, en el área de humanidades, los mitos y leyendas incluyeran los elementos nativos existentes, que se hiciera una especie de «Lexicón» con el vasto repertorio de palabras de la localidad. Que en área de sociales se visitaran los parajes, sitios especiales, edificios icónicos de la localidad y se hablara de su historia.
Se me ocurre que en el área de artística se practiquen las formas danzarias locales y se profundice en su teoría, orígenes, vestuarios, instrumentos, letras de sus cantos tradicionales, indagación de los mayores que fueron portadores de esta tradición, visibilizar a los detentores de la misma, a los sabedores y que se hagan salidas cámara en mano o celulares a fotografiar los sitios de interés de la localidad y el territorio. Que al mismo tiempo se indague por la culinaria, prácticas tradicionales de medicina, recetas, plantas medicinales, bebidas e infusiones.
Que la historia local sea el comienzo del conocimiento de la historia patria y universal y que se puedan hacer comparaciones del pasado con el presente. Que desde Competencia ciudadana se enseñen las normas de tránsito, el respeto y cuidado por el equipamiento urbano, el respeto por la tradición. Que se le dieran a conocer sus derechos y obligaciones, que aprendieran a indagar por el presupuesto municipal, sus fuentes de financiación, su inversión para que aprenda la importancia de pagar impuestos y tenga una visión del manejo responsable del recurso público y pueda detectar los rasgos de corrupción.
Todo lo dicho aquí de manera apresurada ayudaría a formar futuros ciudadanos responsables, conocedores de lo propio y, por tanto, con un anclaje con el territorio y un vínculo de empatía muy fuerte con sus orígenes que permita la defensa de la cultura vernácula, del territorio y sirva de escudo y filtro para bloquear los aspectos nocivos de la globalización que viene arrasando con todas las formas identitarias nacionales, regionales y locales e implantando en nuestra patria una matriz extraña a nuestro sentir y pensar.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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