Historia
¿Qué causó el fin de la colosal hacienda Santa Barbara de las Cabezas?

En otros escritos anteriores, describimos cómo se inició esta vasta hacienda, quiénes fueron sus propietarios, la importancia que tuvo en el Caribe colombiano y la asociación con la compañía americana Packing House en 1925, que para entonces, incluyendo sus playones, contaba con un área de más de 111.000 hectáreas.
Fue éste un tiempo de gloria para sus numerosos propietarios, que, por las diferentes sucesiones testamentarias y no testamentarias, se habían multiplicado enormemente. Explicamos que la hacienda, en un principio, fue de Don Juan Bautista De Mier y La Torre, y que por no tener descendencia la heredad pasó a poder de su sobrino y cuñado Don Julián De Trespalacios, desde esta sucesión la hacienda por más de doscientos años estuvo en poder de esta familia.
Fueron muchas las causas las que dieron fin a esta majestuosa hacienda que hoy aún muchos hijos y nietos de sus empleados hablan de ella. Tal vez la fuerza mayor, cuando el gran río de la magdalena invirtió su cauce -dejando al puerto de Mompox fuera de circulación de los vapores de carga y de pasajeros en 1868-, fue uno de los factores importantes para dar comienzos a la potencial crisis que se le venía a la hacienda. Debido a este suceso, los ganados tenían que ser embarcados en Magangué y esto encarecía costos.
Después de varios tropiezos, de malas administraciones y celos familiares, la hacienda tuvo un repunte con la llegada de Don Osar Trespalacios Cabrales a mediados de la década de 1820. Aumentó su área extensiva por la dedicación de Don Oscar quien fijó su residencia en la misma hacienda, y fue este personaje quien compró la hacienda vecina Mata de Indios y la adjuntó a Las Cabezas.
Cuando apareció la Packing House en 1925, ya se había creado una sociedad anónima entre los Trespalacios y todos los herederos que llegaron por las diferentes sucesiones. A todos les llegaba su cheque por la venta del pasto y por el producido de los ganados propios de la hacienda. Fue tanto el auge económico que casi la totalidad de sus accionistas se fueron a vivir a Cartagena o a Barranquilla, donde compraron lujosas residencias y vivían como reyes con todas las comodidades. Muchos se olvidaron de invertir en la hacienda, se acostumbraron a la vida citadina y no regresaron a la hacienda.
La Packing House comisionó a un experto americano para que hiciera una visita al bien, quien recorrió gran parte del aérea, incluso durmiendo en sus diferentes posesiones. Su recomendación fue cambiar algunas pasturas, remover poco a poco la raza con que venían trabajando y dejar el ordeño, ya que este retrasaba el crecimiento de las crías. La poca importancia que le dieron al técnico visitador tuvo un impacto en las carnes que producía la Packing House, ya que terminaron poco a poco a gustar en los mercados de Estados Unidos y Europa.
En 1967, fue creada la ANUC: la asociación nacional de usuarios campesinos por el decreto 755 y la resolución N° 061 de 1968, en el marco de una campaña gubernamental de organización nacional de la población campesina en un contexto de implementación de reforma agraria. Todo esto, además de otros hechos que venían ocurriendo, como el robo de la madera por parte de los campesinos de los pueblos circundantes para vendérsela a los ferrocarriles nacionales, impulsó muchas familias campesinas a invadir los predios de la vasta hacienda, dándose la situación que fue imposible para los propietarios sacarlos de sus predios. Cuando obtenían sentencias a su favor, no tenían como pagarles las mejoras a los campesinos, algunos propietarios lograron vender a bajos costos, pero la mayoría perdieron la posesión y propiedad de su patrimonio.
De la inmensa hacienda Santa Bárbara De Las Cabezas, solo queda la descendencia extramatrimonial de sus propietarios y los cuentos de la abundancia que allí se vivió, narrados por los ancianos que, como las aguas de un río, corren de generación en generación.
Arnoldo Mestre Arzuaga
Sobre el autor

Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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