Historia
Fundación, poblamiento y erección como municipio de Guamal, Magdalena
Poblamiento prehispánico
Durante el periodo prehispánico tardío, colindante con el contacto con los españoles, el territorio del actual municipio de Guamal, Magdalena, así como gran parte del territorio cercano a la ciénaga de Zapatosa y la confluencia de los ríos Cesar y Magdalena estuvo habitado por los Pocabuyes y los Sondaguas, pueblos Malibués que eran conocidos también como Malibués de las lagunas y Malibués del río, respectivamente (Rivet, 1947).
También habitaron la zona los Pintados, los Orejones, los Tomocos y los Menchiquejos, los cuales, con frecuencia eran tenidos como tribus de la gran nación Chimila (Rangel, 1947), aunque se debe considerar, antes de hacer esta generalización, que se conocían como Chimilas a los habitantes no conquistados de la provincia de Santa Marta, incluyéndose en estos a diversos grupos étnicos, puesto que, ante los ojos de los españoles, todos los indígenas eran iguales. Fenómeno que se puede explicar debido a que
en el siglo XVIII coexistían en el territorio “Chimila” varios grupos étnicos, que fueron clasificados indistintamente como “Chimilas” para facilitar la identificación y polarización de enemigo. Los “Chimila” de que habla la documentación no serían un grupo relativamente homogéneo, sino variados grupos étnicos, que establecieron relaciones de alianza o de conflicto al interior del Territorio “Chimila”, sobre las cuales es muy poco lo que se conoce (Herrera, 2002, p. 260).
Esta denominación errónea para los habitantes del actual Guamal, Magdalena, heredada del periodo colonial, debe corregirse teniendo en cuenta las investigaciones arqueológicas adelantadas en la subregión Depresión momposina de la región arqueológica de la Costa atlántica, en las cuales se relacionan los vestigios hallados con la etnia Malibú, no con la Chimila.
Trabajos como los de Cifuentes (2012) y Romero (2014) en Mompós y Sánchez y Quevedo (2012) en Cicuco, dan cuenta de evidencias de los asentamientos y de los materiales indígenas, en algunos casos relacionados con las ocupaciones españolas, los cuales se relacionan con este segundo momento de ocupación de las márgenes del Magdalena y de las ciénagas y caños aledaños, los cuales son de importancia para el entendimiento de las ocupaciones tardías, consideradas Malibúes.
Aunque son muy escasas las investigaciones arqueológicas hechas en el municipio de Guamal, el material cultural encontrado también asocia a los grupos poblacionales estudiados en este territorio con los Malibués y no con los Chimilas, como se ha estimado de manera generalizada, particularmente desde la aparición de El país de Pocabuy de Gnecco Rangel Pava (1947).
En las excavaciones hechas por Rodríguez en el año 2000, en el sitio denominado Las Brisas, a orilla de la ciénaga El Piñal, fue explorado un sitio de vivienda con basurero, sobre una terraza aluvial, con abundante cerámica de los tipos Magdalena achurado, Plato Rojo Bañado, Gris modificado y Rojo con engobe blanco, y en mínima muestra los tipos cerámicos Negro inciso y Café bruñido, fragmentos que corresponden a la tradición Plato – Zambrano, la cual se identifica con los Malibú del siglo XVI n.e. También fue encontrado material lítico, semillas carbonizadas y secas, restos óseos calcinados y entierros humanos. Entre los peces identificados se encontró bocachico, doncella, mojarra y blanquillo. (Rodríguez y Peña, 2001).
En el año 2008, se dieron unos hallazgos arqueológicos fortuitos en el corregimiento de La Puntica, cuya intervención fue atendida por el profesor Wilhelm Londoño, quien en el informe presentado sobre la Sistematización temporal y espacial de un sitio arqueológico ubicado en Santa Teresa (La puntica) mostró la existencia de un complejo arqueológico cuyas manifestaciones ocupan el final del siglo XVI hasta los periodos republicanos, en el cual se encontraron fragmentos cerámicos con similitudes con otros tipos cerámicos cercanos a la desembocadura del río Magdalena, los del bajo río Cesar, aunque también se encontraron claras variantes locales, además de un contexto funerario mediante el cual se podría mostrar la interconexión del área con los fenómenos arqueológicos reseñados para el río Sinú y San Jorge. (Londoño, 2011).
En el 2010, en el desarrollo de las exploraciones de hidrocarburos adelantadas por la empresa Maurel & Prom Colombia, se documentaron los hallazgos fortuitos realizados en en la finca La Fuerza de Dios, en inmediaciones del corregimiento San Isidro (Km 28), que incluyeron vasijas y restos óseos, los cuales fueron expuestos por remoción por mecanización del suelo para acondicionamiento agrícola. En las prospecciones arqueológicas realizadas se identificaron varios montículos funerarios en los cuales se practicaron enterramientos en urnas, tanto de restos óseos humanos como de material cerámico, el cual guarda afinidad con la cerámica de Tamalameque, los complejos cerámicos Saloa y probablemente Portacelli. Este sitio fue datado entre el S X y el XV d.C. (Rodríguez y Peña, 2011).
El 24 de octubre del 2022 se dieron unos nuevos hallazgos fortuitos en el corregimiento de Santa Teresa, esta vez en el predio de la Escuela de la localidad, durante actividades de extracción de material de relleno, el cual sería utilizado para arreglos de la vía de acceso al corregimiento. En el lugar se hallaron cerámicas, vasijas, tiestos, y una especie de roca natural con apariencia de carbón, los cuales fueron reportados al ICANH por la estudiante de antropología Lesli Ponce Ruidíaz. Este reporte motivó una visita de campo por parte de miembros del programa de Antropología de la Universidad del Magdalena, en cabeza del profesor Wilhelm Londoño en mayo del 2023 y una visita por parte de miembros del ICANH en Octubre del 2024, con el objetivo de establecer compromisos por parte de la administración municipal para el emprendimiento de acciones de conservación del patrimonio arqueológico del municipio.
Fundación de Guamal, Magdalena
Los pueblos, considerados Chimilas en la época colonial, eran el terror de los que navegaban el río Magdalena, como los describió el cronista Aguado: “Muy traidores, que nunca acometen sino celadas y embarcados y puestos en salvo y han recibido más daño de ellos los españoles que no los españoles les han hecho” (Fals, 1980, p. 107B).
Como no pudieron ser domados por la espada, le fue encomendado a Sebastián de Eslava, Virrey del Nuevo Reino de Granada, mediante Cédula Real del 20 de agosto de 1739, poner en obra nuevas fundaciones a lo largo del río desde Barbudo (El Banco) hasta la Boca de Tacaloa (Magangué), para que sirvieran de guardabosques al incauto navegante y contribuyeran a domar a los nativos por aislamiento. El 20 de septiembre de 1740 Eslava otorgó a Juan de Vera Fajardo, Gobernador de la Provincia de Santa Marta, las facultades que le concediera el Rey don Fernando para dichas fundaciones y este, a su vez, entró en capitulación sobre las mismas con Fernando de Mier y Guerra, acuerdo refrendado por Eslava en Cartagena el 26 de octubre de 1743.
En este contexto se llevó a cabo la fundación de Guamal, el 16 de julio de 1747 por el maestre de campo Fernando de Mier y Guerra, español residenciado en Mompós, de acuerdo a lo consignado por Gnecco Rangel Pava en El país de Pocabuy (1947) y se ha reproducido tanto por Zambrano (1997) como por Pedrozo (2018) y toda la documentación y la tradición derivada de esta obra. No obstante, esta información no se ha podido corroborar, hasta el momento, con ningún documento colonial, pues en las matrículas de agregación (1748) y fundación (1751) no está especificada esta fecha.
El nombre de pila de Guamal fue Nuestra Señora del Carmen de Barrancas - no Barranca nueva del Carmen, como reza su himno - como dejó constancia Remigio Gerónimo De Velasco y García, primer cura del municipio, el 5 de noviembre de 1751, quien también da cuenta de que su primer alcalde fue Martín Ruíz Díaz y que ya para la época el pueblo tenía su correspondiente y decente iglesia (Rangel, 1947; De Mier, 1987; Pedrozo, 2006).
No se han encontrado datos acerca de los moradores del sitio de fundación de Guamal antes de la llegada de Mier y Guerra, ni restos materiales dejados por ellos, como si se han podido encontrar en los alrededores de la ciénaga de La rinconada, principalmente en el corregimiento de Santa Teresa, sitio en el cual se llegó a encontrar incluso un contexto funerario en una prospección arqueológica realizada en el 2010 y se continúan encontrando vestigios actualmente, por los cuales se gestiona un plan de manejo arqueológico a la zona.
Dado que no ha sido posible establecer qué cacique señoreaba el territorio del actual Guamal y a qué pueblo pertenecía o si en este sitio no existía un pueblo de indios previo a la llegada de los españoles, se debe considerar la posibilidad de que esta población surgiera a partir de una rochela, como muchos otros pueblos conformados por libres de todos los colores durante el siglo XVIII en la provincia de Santa Marta. Este origen es bastante probable - propuesto previamente en el artículo ¿Los pocabuyes un pueblo Chimila o Malibú? -, considerando lo que informa De Mier y Guerra sobre cinco fundaciones el 3 de febrero de 1748, en específico sobre Nuestra Señora del Carmen de Barrancas Bermeja:
Esta agregación era la que se llamaba Guamal, fundada una legua tierra adentro de la orilla del río, con nueve vecinos, en lo que se llamaba sabana y todos los demás en la dispersión de una y tres leguas como tengo participado a vuestra excelencia (De Mier, 1987, p. 166).
El sitio aquí referido, presumiblemente, sea la actual vereda Sabanas del marañón, ubicada a esa distancia del río, sobre la vía que comunica con el actual municipio de Astrea, Cesar. Sitio que ya era nombrado en un documento del 2 de enero de 1740, en el cual se daba cuenta de los Auxilios que don José Fernando de Mier y Guerra prestó a las plazas de Santa Marta y Cartagena, como se puede ver a continuación:
Orden de virrey. - Para que con más facilidad se consiga el fin de las conducciones de ganados a esta plaza y se halle proveída en todos tiempos de tan natural sustento, doy comisión al maestre de campo don José Fernando de Mier y Guerra para que la ejerza en los hatos y sitios de Calenturas, Jagua, Descornado, Chiriguaná, Chimichagua y Guamal, dando en ellos las providencias concernientes al logro de las efectivas remisiones de ganado y carnes saladas que se necesitan en esta ciudad, de modo que se halle siempre socorrida y no padezca otra escasez como la presente, que debe prontamente repararse por los medios que le parezcan más eficaces. (De Mier, 1987, p. 35).
La posibilidad de que Guamal fuera una rochela se refuerza con la discriminación étnica de la población agregada en Nuestra Señora de Barrancas, en la cual figuran blancos, mestizos, mulatos, zambos y negros, no indígenas, todos dispersos en la zona cercana, lo cual, al menos, los ubica como libres al margen del orden jurídico y territorial del Estado colonial, a los cuales se debía controlar y reintegrar al control político y religioso estatal. Objetivo que se vio cristalizado con el reordenamiento poblacional y territorial que trajeron consigo las reformas Borbónicas, en el marco de las cuales se dio la fundación del actual Guamal y las otras once poblaciones fundadas por José Fernando de Mier y Guerra entre 1747 y 1751.
Orígenes del nombre de Guamal
El fragmento de la página 166 de Poblamientos en la Provincia de Santa Marta, siglo XVIII, (De Mier, 1987), antes citado, desvirtúa todas las versiones existentes acerca del origen del nombre de Guamal que han calado en el imaginario colectivo local: por un bosque de guamos que habría estado en el sitio donde actualmente está el estadio de fútbol 20 de enero, por un tal cacique Guamaide que nunca existió y, sin embargo, se logró colar en la primera versión del himno; y, principalmente, a la que afirma que fue en homenaje a unas personas traídas por De Mier y Guerra desde las Bocas de Guamal, un sitio ubicado frente a Coyongal, en la confluencia del río Cauca con el Magdalena, tal como lo reseñó Gnecco Rangel Pava:
Trajo don Fernando de la tribu de BOCAS DE GUAMAL, buena provisión de familias para darles asiento en la BARRANCA DEL CAIQUE MELAMBO… Y fue de aquellas BOCAS de donde salió a resonar el nombre de GUAMAL en la provincia de Santa Marta. (Rangel, 1947, p. 57).
En este fragmento, se sugiere que las personas que habrían traído de ese sitio eran indígenas, con el término “tribu”, pero, como se puede ver en la matrícula de agregación del municipio, fechada el 23 de enero de 1748, no se relacionan indígenas entre los vecinos con los cuales se fundó Guamal.
De acuerdo a este documento la población inicial estaba compuesta de la siguiente manera: Blancos, 30 vecinos y 115 almas; Mestizos, 53 vecinos y 215 almas; Mulatos, 19 vecinos y 78 almas; Zambos, 23 vecinos y 101 almas; Negros, 6 vecinos y 29 almas, para un total de 131 vecinos y 538 almas (De Mier, 1987, pp. 162 - 166).
El nombre de Guamal no pudo originarse de la forma propuesta por Rangel, ya que, como se vio anteriormente, el actual municipio de Guamal, Magdalena, fue fundado con personas provenientes de sus alrededores no de las bocas de Guamal, Bolívar, sino de la zona aledaña a la confluencia de los caminos que van hacia los corregimientos de La rinconada y el corregimiento de Salvadora.
No es fácil establecer con certeza a partir de cuando se empezó a utilizar el nombre de Guamal para referirse a Nuestra Señora del Carmen de Barrancas, sin embargo, como se verá a continuación, se han podido rastrear en fuentes documentales varios nombres utilizados para esta población, casi todos relacionados al actual.
Ya en fecha tan temprana como el 10 de abril de 1748, en carta dirigida al virrey Sebastián de Eslava, el cura Remigio de Velasco utilizaba en la fórmula de despedida solo el nombre Barrancas, como se puede ver a continuación:
Señor. Notifico a vuestra excelencia, como el ilustrísimo señor obispo de Santa Marta me ha ordenado a título de la nueva agregación de Nuestra Señora del Carmen de Barrancas en la que me hallo gustoso ejerciendo su espiritual administración; y aunque el vecindario es competente, la iglesia está falta de vasos sagrados, ornamentos, y demás cosas necesarias decentes al culto, porque voy poco a poco persuadiéndolos a que se junten limosnas, para estas cosas tan precisas, todo lo cual me ha parecido de mi obligación notificar a vuestra excelencia, a cuyos pies sacrifico mi obediencia, pidiendo a Dios guarde la vida de vuestra excelencia lo más que puede, y deseo: Barrancas, y Abril 10 de 1748. Remigio Gerónimo Velasco. (MISCELANEA:SC.39,1, D.27, Folio 244).
En el marco de una diligencia judicial, causada por un conflicto respecto a la tenencia y uso de tierras, llevada a cabo el 13 de febrero de 1797 es ya usado el nombre de Guamal como otro nombre dado a Nuestra Señora del Carmen de Barrancas, como lo permite ver el mismo juez asignado a esta población:
Excelentísimo señor Pedro Juan Tinoco, juez comisionado interino de esta nueva población de Nuestra Señora del Carmen de Barrancas, alias de Guamal, acompañado de Ambrosio Oliveros, Arturo Castillejo, Valentín Aconcha, Pablo Rodríguez, que sabemos firman, todos vecinos de este sitio, en voz y nombre nuestro y de los demás de este vecindario en general, con la debida veneración, puestos a la superior presencia de vuestra excelencia… (Real Audiencia - Magdalena: SC.50 - REAL-AUDIENCIA-MAG:SC.50,5, D.18, Folio 714).
Más adelante, en el mismo documento, al hacerse la presentación de otros comparecientes se usa el nombre de Guamal, de manera directa “Señor marqués de Torre Hoyos, Juez principal de las nuevas poblaciones. Don Antonio Gutiérrez, vecino de la nueva población del Guamal de la provincia de Santa Marta” (Real Audiencia - Magdalena: SC.50 - REAL-AUDIENCIA-MAG:SC.50,5, D.18, Folio 718).
En la presentación posterior de varios vecinos del sitio se usa de manera complementaria, integrando el nombre, introduciéndose una nueva variante:
Señor alcalde. Comisión: Pedro Juan Tinoco, cabo de Justicia, Antonio Oliveros, Bernardo José Ospino, Valentín Aconcha, Agustín Castillejo, Pablo Rodríguez, Benito Banegas, Juan de Dios Banegas y Juan Luciano Montenegro, que aquí firmamos por nosotros y todos los demás vecinos de este sitio de Nuestra Señora del Carmen del Guamal, una de las nuevas poblaciones de esta provincia de Santa Marta… (Real Audiencia - Magdalena: SC.50 - REAL-AUDIENCIA-MAG:SC.50,5, D.18, Folio 722).
Estas mismas dos maneras de referirse al pueblo se repiten en un documento de 1806 en el cual se trata un pleito entre los entonces alcalde y cura del sitio. Se usa primero de manera directa en la presentación el nombre de Guamal, de esta forma:
En el sitio de Guamal jurisdicción de la ciudad de Tamalameque a dos días del mes de noviembre de mil ochocientos seis años. Yo Don Antonio Flores alcalde de la hermandad de esta ciudad y encargado de la administración de almas de este sitio y San Sebastián digo… (Competencias -Cauca y Magdalena- - COMPETENCIAS:SC.13,4, D.10, folio 928).
Luego se usa de manera integrada y formal, remplazando a Barrancas en el nombre de pila:
En el sitio de Nuestra Señora del Carmen de Guamal jurisdicción de la ciudad de Tamalameque a diez y siete de noviembre de mil ochocientos seis años, su merced, el señor Don Antonio Flores alcalde de la santa hermandad de esta ciudad y encargado de la administración de este referido sitio digo… (Competencias -Cauca y Magdalena- - COMPETENCIAS:SC.13,4, D.10, folio 942).
Ya en los cercanos años de la guerra de independencia se registra el nombre de Guamal usado en solitario, tal como se usa en la actualidad, como se verá en el siguiente apartado.
Participación en la guerra de independencia
Guamal, así como otros municipios de la región, tuvo participación activa en la guerra independentista, principalmente en las luchas dadas por la búsqueda de independencia de la Villa de Mompox frente a Cartagena y en las batallas entre estas dos y Santa Marta, quien, contrario a las otras, era realista, las cuales hacen parte de la Campaña del bajo Magdalena, considerada el inicio de la Campaña admirable, adelantada por Bolívar.
Guamal, San Sebastián, San Zenón y Santa Ana, por su cercanía con Mompox, fueron puntos estratégicos en los cuales se atrincheraron las fuerzas realistas y desde los cuales atacaban a Mompox, quien se había declarado independiente de Cartagena, tal como lo hizo saber Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres, corregidor de Mompós, al notificar a los diputados del congreso en Santafé - el 20 de octubre de 1812 -, el triunfo por el cual el gobierno de Cartagena otorgó a Mompós el título de “Ciudad valerosa” (Ibáñez, 2014):
En los días 16, 18 y 19 del corriente, Mompós ha derrotado completamente al enemigo en otros tantos combates que ha sostenido contra ellos; en los dos primeros, encaminándose a su propio territorio, de donde fueron desalojados huyendo vergonzosamente, y quedando reducidos a cenizas, después de saqueados por nuestras tropas los sitios de San - Cenón, Pigiño y Posesión - de Cabrera, sin que quedase siquiera una ranchería. Indignados por esto los enemigos apostados en Guamal, amanecieron el 19 atacando esta Villa con una expedición de más de cuatrocientos hombres de infantería, siete buques de guerra, y cinco de transporte, soñando vengarse de los momposinos. El combate por agua y tierra ha sido el más cruel y sangriento que hasta ahora se ha tenido en la guerra con Santa – Marta: duró desde las 5 de la mañana hasta las 9 del día, en que quedando estropeados considerablemente sus buques con los tiros de los nuestros, y habiendo tenido multitud de heridos y varios muertos, huyeron precipitadamente, y después de no haber tenido por nuestra parte la menor desgracia, nos apoderamos de dos violentos, dos champanes que condujeron un considerable botín, con más de cincuenta prisioneros, y entre ellos dos Comandantes principales de la expedición; de forma que la derrota ha sido completa y tan gloriosa la victoria de Mompox, que será tal vez la más distinguida y señalada en la historia de nuestros sucesos. (Urueta, 1880, p. 56).
El 29 de diciembre de 1812 un aún desconocido Bolívar sale de Mompox rumbo a Guamal, población que había sido abandonada por la guarnición comandada por Buenaventura De la Sierra, después de haber tomado a Tenerife el 23 de diciembre y posteriormente a Plato y Zambrano. Se tomó Guamal el 30 de diciembre y parte el 31 al amanecer hacia El Banco, a donde llega el 1 de enero de 1813, encontrándolo también abandonado, al huir la guarnición realista a cargo de Miguel Caraballo, tomando prisioneros a algunos oficiales realistas y recibiendo el apoyo del pueblo banqueño para la causa patriótica.
Los fugitivos realistas fueron perseguidos y alcanzados en Chiriguaná, bordeando la ciénaga de Zapatosa, donde fueron derrotados en fiero combate el 6 de enero de 1813. Volvió Bolívar al río Magdalena, tomando Tamalameque, luego continuó a Puerto Real (Gamarra), que ocupó el 8 de enero y remontó la cordillera para caer sobre Ocaña, logrando la apertura de las comunicaciones de Cartagena con el centro político de la Nueva Granada (Hernández, 2022, págs. 9-10).
Variaciones territoriales e inestabilidad política
Durante el siglo XIX Guamal se vio afectado, jurisdiccionalmente, por las continuas variaciones territoriales operadas a partir del proceso independentista, las cuales eran causadas por pugnas políticas regionales y locales (Alarcón, 1995).
El 25 de julio de 1824 fue expedida una ley que reorganizó el territorio nacional en Departamentos, Provincias, Cantones y Distritos parroquiales. Uno de los Departamentos creados por esta ley fue el Magdalena, comprendido por las Provincias de Cartagena, Santa Marta y Riohacha. Su capital fue Cartagena. La Provincia de Santa Marta se conformó por los Cantones: Valledupar, Plato, Valencia de Jesús y Tamalameque, al cual estuvo adscrito el Distrito parroquial de Guamal.
En 1825 fue suprimido el Cantón de Tamalameque, quedando sus municipalidades adscritas al Cantón de Plato. Mediante un cambio jurisdiccional de 1853 se anexaron los distritos de Belén, El Banco, Guamal y San Sebastián, al Cantón de Mompox.
El 15 de junio de 1857 fue creado el Estado Soberano del Magdalena, perteneciente a la Confederación Granadina, y el 21 de noviembre de ese mismo año fue organizado territorialmente en las Provincias: Santa Marta, capital Santa Marta; Padilla, capital Riohacha; Valledupar, capital Valledupar; Tenerife, capital El Piñón y El Banco, capital El Banco, a la cual pertenecía el Distrito de Guamal. En 1864 el Estado pasó a estar conformado por cinco departamentos: Tenerife, Valledupar, Padilla, Santa Marta y El Banco, el cual se extendía hasta González, al sur, al cual pertenecían, además: Aguachica, su capital, El Banco, Federación, Guamal, Loma de corredor, Puerto nacional, Río de oro, Simaña y Tamalameque.
Mediante la Ley 36 de 1867 fue dividido el Estado en siete departamentos: Santa Marta, Padilla, con capital en El Piñón; Valledupar; Cesar, con capital en San Juan del Cesar; Río de oro y Belén, con capital en El Banco. Con la ley 59 del 26 de diciembre de 1868 fue reorganizado territorialmente el Estado, pasando a tener solo cinco departamentos: Santa Marta, Padilla, Tenerife, Guatapurí – El cual pasó a llamarse Valledupar en 1870, mediante la Ley 126 - y El Banco, con capital en Puerto nacional.
El 5 de agosto de 1886 fue proclamada una nueva constitución política en el país, creando un Estado unitario, centralista, contrapuesto al federalista instituido en la constitución de 1863, del periodo del Olimpo radical. Con el cambio de sistema de gobierno los Estados fueron reducidos a Departamentos, pasando el Estado soberano de Magdalena a conocerse como el Magdalena Grande y a estar constituido por los territorios de los actuales departamentos del Magdalena, Cesar y Guajira.
Luis Carlos Ramírez Lascarro
Referencias:
AGN, Competencias Cauca y Magdalena- - COMPETENCIAS:SC.13,4, D.10, folios 928 y 942.
AGN, MISCELANEA:SC.39,1, D.27, Folio 244
AGN, Real Audiencia Magdalena: SC.50 - REAL-AUDIENCIA-MAG:SC.50,5, D.18, Folios 714, 718 y 722.
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Sobre el autor
Luis Carlos Ramirez Lascarro
A tres tabacos
Guamal, Magdalena, Colombia, 1984. Historiador y Gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena. Autor de los libros: La cumbia en Guamal, Magdalena, en coautoría con David Ramírez (2023); El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica, en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza (2020). Autor de las obras teatrales: Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), Monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien lo representa. Ha participado en las antologías poéticas: Poesía Social sin banderas (2005); Polen para fecundar manantiales (2008); Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Tocando el viento (2012) Antología Nacional de Relata (2013), Contagio poesía (2020) y Quemarlo todo (2021). He participado en las antologías narrativas: Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021). Ha participado en las siguientes revistas de divulgación: Hojalata y María mulata (2020); Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023). He participado en todos los números de la revista La gota fría: No. 1 (2018), No. 2 (2020), No. 3 (2021), No. 4 (2022) y No. 5 (2023). Ha participado en los siguientes eventos culturales como conferencista invitado: Segundo Simposio literario estudiantil IED NARA (2023), con la ponencia: La literatura como reflejo de la identidad del caribe colombiano; VI Encuentro nacional de investigadores de la música vallenata (2017), con la ponencia: Julio Erazo Cuevas, el Juglar guamalero y Foro Vallenato clásico (2016), en el marco del 49 Festival de la Leyenda vallenata, con la ponencia: Zuletazos clásicos. Ha participado como corrector estilístico y ortotipográfico de los siguientes libros: El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), en el cual también participé como prologuista. El artículo El vallenato protesta fue citado en la tesis de maestría en musicología: El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017); Los artículos: Poesía en la música vallenata y Salsa y vallenato fueron citados en el libro: Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020); El artículo La ciencia y el vallenato fue citado en la tesis de maestría en Literatura hispanoamericana y del caribe: Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021).
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