Historia

Getsemaní y la revolución novembrina

Gustavo A. Carreño Jiménez

11/11/2025 - 06:30

 

Getsemaní y la revolución novembrina
El barrio de Getsemani, en Cartagena / Foto: créditos a su autor

 

En tiempos de la colonia, las ciudades españolas levantadas en América fueron planeadas y construidas a imagen y semejanza de las españolas, a partir de un trazado inicial o cuadricula, plaza central de cada poblado, centro urbanístico expansivo. En cada esquina del “marco de la plaza” se levantaban edificaciones representativas de la institucionalidad y el poder imperial, la iglesia, casa de gobierno, sede de las milicias, casa del cabildo (concejo municipal), morada de “los notables” españoles, ediles, oidores, encomenderos, gobernador, etc.

Seguidamente, se trazaban calles y carreras, y en derredor de ellos, surgieron poco a poco los barrios en el sentido centro-periferia, dejando en el centro a las clases altas y medias y en la periferia las clases populares, lo que desde lo urbanístico y territorial determinaba un modelo de separación y estratificación social. A la postre esto no funcionó por el inter relacionamiento socio racial, como lo documenta Solano[1], por el diseño de una ciudad fortificada para su defensa, obligó a concentrar la población en un espacio reducido, y por el intenso mestizaje, “este plan inicial fue constantemente retado” por el crecimiento de los centros poblados.

Hoy, propios y extraños se embelesan al visitar o pasear por el “centro amurallado”, un gran museo de puertas abiertas, conglomerado arquitectónico en los que las diferencias, dinámicas, límites y caracterización socioeconómica se perdió, no obstante, en la colonia, Cartagena de Indias contó con cinco (5) barrios claramente diferenciados y delimitados, todos ellos con nombres del santoral de la iglesia católica, apostólica y Romana, el siguiente plano[2] los muestra, son ellos: Santa Catalina de Alejandría, San Sebastián, Santo Toribio, Nuestra Señora De la Merced y Gimaní o Getsemaní.

Getsemaní y su nacimiento

Gimaní o Getsemaní se forjó a finales del siglo XVI, último barrio colonial, primero en emerger más allá del cordón amurallado de Cartagena de Indias, a finales del siglo XVI, con la connotación de conglomerado “extramuro”, suburbial, popular, nacido en las goteras de la ciudad inicial, producto de su proceso expansivo, habitado por sectores de extracción social mayoritariamente bajos y minoritariamente medios.

Geográficamente, es una isla, inicialmente despoblada, separada del centro histórico por un ancho caño, que discurría por lo que hoy es La Matuna, el caño de San Anastasio. La ciudad se encontraba levantada sobre un islote de naturaleza coralina, que los indígenas habrían denominado Kalamarí o Karmairí. Luego se conectará con el sector histórico por el antiguo puente o calzada de San Francisco (1539). Su ubicación paso a ser vital por ser la puerta de entrada a la ciudad por el mar y por tierra, a través de la puerta de la media luna.

A comienzos del siglo XVIII (1805) prácticamente se había secado el caño de San Anastasio, por efectos de la sedimentación y el vertimiento de basuras, facilitando la comunicación terrestre entre las dos islas, entonces las recuas de burro y mulas empiezan a transportar mercancías y todo tipo de enseres para la ciudad antigua, llegando hasta la boca del puente (reloj público). En esa pequeña franja de tierra sedimentada empiezan a levantarse las llamadas “tiendas de los portales del Puente”, actual Camellón de los Mártires.

Getsemaní empezó con el trazado de sus dos (2) principales calles —Media Luna, Calle Larga— y su iglesia de La Trinidad[3]. Por su ubicación estratégica—especialmente para protegerse de los ataques de los piratas—, las autoridades consideraron darle mayor seguridad por medio de un plan de fortificación con murallas, reductos y baluartes, así como el trasladado de sus muelles hacia las playas de El Arsenal.

Así lo ilustra Elles[4], “escasas casas altas (2) platas, y las mayoritarias, muy abundantes casas bajas (1) planta de cal y canto, unas de tablas y bahareque otras, compartían con bohíos, muchos solares y el predominio de las llamadas habitaciones accesorias, típicas del barrio”; estas eran   habitadas por dos o más familias, bajo una misma cubierta, pero con separaciones para cada familia y un patio común. Los cuartos “accesorios” tenían entradas independiente y estaban destinados a arriendo, negocios, bodegas o extensión de actividades independientes de propietarios y/o arrendatarios.

Por su ubicación estratégica—especialmente para protegerse de los ataques de los piratas—, las autoridades consideraron darle mayor seguridad por medio de un plan de fortificación con murallas, reductos y baluartes, así como el trasladado de sus muelles hacia las playas de El Arsenal. Las actividades portuarias, de construcción de fortificaciones, comercio legal e ilegal (contrabando y esclavos), soldados y milicianos de la corona, le dieron dinamismo y vida febril al barrio, ya que contó con una población de inmigrantes extranjeros, especialmente negros holandeses, judíos, ingleses y portugueses, al ser Cartagena un punto intermedio entre Jamaica, Panamá y Las Antillas.

Poco a poco se fue configurando como la localidad más heterogénea socialmente de la ciudad, receptáculo de “libres de todos los colores”, sean estos negros (ladinos y bozales), blancos españoles, antillanos y europeos excluidos de las posibilidades de acumulación de riqueza y poder, esclavos de servidumbre, profesiones liberales, y de menor escala como los artesanos, pescadores. Albañiles, zapateros, lavanderas, pequeños comerciantes, obreros, carpinteros, albañiles, marineros, pescadores, sastres, zapateros, labradores, talabarteros, boticarios, herreros, mayordomos, soldados, armeros, calafateros (artesanos que se encargan de impermeabilizar embarcaciones de madera), cargadores de mercancías (braceros), etc.

En el caso de las mujeres, curanderas, parteras, arrendadoras de accesorias, vendedoras de dulces, frutas, vinos, cazabe, tabaco, algunas en su condición de libres y otras esclavizadas, quienes completaban la cuota diaria para sus amos, ejerciendo uno de los oficios de más vieja data, la venta del cuerpo, en contra de las normas establecidas, pero con la aceptación de las élites, los amos y las propias autoridades.

Son valiosas las contribuciones del historiador e investigador Sergio Solano[5] en lo que tiene que ver con las relaciones laborales, jornales, caracterización de oficios y las relacionales políticas en Cartagena de Indias durante el periodo 1750-1810, un compendio de las condiciones sociales, políticas y económicas previas al proceso revolucionario, en especial Getsemaní, sitio del Arsenal-apostadero de la Marina.

Este fue un muelle dedicado a la construcción y reparación de embarcaciones menores con capacidad para atender necesidades de fortificaciones y de artellería del cuartel del fijo, principal cuerpo de soldados de realeza, fundamental en una ciudad militarizada. Esta obra clave estaba empotrado en el sector más populoso de la ciudad, bastión popular decisivo para sellar el proceso independentista con la firma del acta del 11 de noviembre de 1811.

Solano sostiene que “durante el último tercio del siglo la corona española militarizó sus colonias, invirtiendo grandes sumas en dinero en los sistemas de defensa de las ciudades portuarias, lo que demandó inversiones en obras y mano de obra calificada y no calificados, no solamente para las necesidades del puerto, defensa y comercio”, con el transcurrir de los años se integró estructuralmente a las dinámicas de vida de la ciudad, al ser el “musculo” económico más poderoso de la ciudad, principal núcleo de la fuerza laboral, barrio “aposento o dormitorio” donde vivía cierto número de trabajadores independientes y dependientes que laboraban en los cuatro barrios coloniales iniciales, sin lugar a dudas “el taller más grande, matriz de los diferentes oficios de la época”.

Los Lanceros

Se ha querido minimizar o invisibilizar los aportes y trascendencia de los sectores populares, en especial los negros, mulatos o pardos representados en los lanceros de Getsemaní, bajo el liderazgo indiscutible de Pedro Romero Porras en la independencia de Cartagena de Indias, al subestimar que era un “El arrabal”, para algunos un territorio caótico, sin control, Dios ni ley, Solano desmitifica lo anterior al aclarar que un “arrabal era “una población contigua y adyacente a una ciudad villa populosas, fuera de las murallas o cercas, la cual suele gozar de las mismas franquezas y privilegios, y se gobierna por las mismas leyes y estatutos que la ciudad o villa”. Es decir, desde el punto de vista institucional y administrativo, los arrabales estaban integrados a las ciudades, y en principio no constituían un mundo aparte.

De manera que el ambiente febril del emporio “Apostadero de la marina del Arsenal” y sus alrededores, eslabonado a las fortificaciones, artillería, comercio e integración al centro histórico, convirtieron a Getsemaní en un “nervio” sensible de las dinámicas de la ciudad, allí vivían gentes libres, la barriada más cosmopolita de la ciudad, artesanos y obreros calificados, leídos, es decir, en su mayoría sabían leer y escribir por cuanto recibían ordenes de trabajo escrita, con estabilidad laboral, agremiaciones de trabajadores (Maestranzas) y contratos regulares con la corona (asentistas).

Adicionalmente, este vínculo estrecho con la corona permitió la formación cuerpos voluntarios de defensa de la ciudad (Milicias), ante los permanentes amenazas, ataques y tomas por piratas europeos, los lanceros de Getsemaní lo fueron, milicias populares de hombres libres, conocedores de los antecedentes de la revolución Haitiana, Norteamericana y Francesa, entrando en alianza con   los líderes criollos, llámense Piñeristas o Toledistas, aunque con intereses diferentes, los unía la lucha por la conquista de nuevos derechos, libertad, reconocimiento, ascenso social y dignidad.

Entonces aparecen en toda su dimensión las figuras de líderes populares de Getsemaní, Pedro Romero, el más conocido más no el único, dado que también encontramos a Pedro Medrano, Silvestre Paredes, José Prudencio Padilla, Bruno Berrio, Ramón Viana, Nicolas Delfín, Juan José Solana y Martín Villa, entre otros, todos y cada uno de ellos aparecen en los registros oficiales de las labores y rentas adquiridas en sus trabajos para la corona, con soporten en la investigación de Solano.

El 11 de noviembre

El rol de los sectores subalternos, populares en la declaratoria de independencia de la ciudad de Cartagena de Indias es incuestionable, trascendental, concitando el interés de estudiosos e investigadores como el historiador cartagenero Alfonso Munera[6], quien sostiene “Pedro Romero es un personaje central, no marginal de la independencia de Cartagena de Indias, nunca condujo turbas enardecidas, fue un líder popular, un cuarterón o quinterón con rasgos poco negroides, un comerciante cubano respetable”, un descomunal líder del arrabal.

Su figura adquiere grandeza en el punto culminante de la independencia. El 14 de julio de 1810 movilizó a Getsemaní con sus lanceros para exigir y respaldar la expulsión del gobernador francisco Montes en alianza con García de Toledo, líder de la aristocracia; el 11 de noviembre de 1810 respaldo con sus armas y lanceros la entrada del nuevo gobernador José Dávila, enviado de España, y el glorioso 11 de noviembre de 1811, dirigió un levantamiento desde La Plaza Del Pozo, irrumpiendo en la sala donde sesionaba la junta y obligó a la criollada a firmar y la declarar la independencia absoluta de España, cantado está en “el getsemanicense” segundo himno de la ciudad, magistralmente decodificado por Enrique Muñoz Vélez.[7]

Finalmente, la contribución de los sectores subalternos, populares en la independencia se manifestó con la consolidación de los sectores sociales emergentes comprometidos, desde su propia vida y la de sus familias, hasta su patrimonio acumulado, producto de su trabajo, liderazgos anidados en Getsemaní. Pedro Romero formó parte de la Constituyente que dio a la luz la Constitución de Cartagena de 1812-misma que abolió la esclavitud en la naciente república, declarándose libre, independiente y soberana de España y Santafé de Bogotá-, miembro de la Cámara de Representantes del Estado de Cartagena y uno de los jefes militares de la ciudad.

Silvestre Paredes, asambleísta y redactor de la constitución del Estado Soberano de Cartagena de 1812; José Prudencio Padilla, derrotó definitivamente el reducto español en Cartagena en la batalla de la Noche de San Juan del 24 de junio de 1821, héroe de la Batalla de Maracaibo, llevada a cabo el 24 de julio de 1823, fusilado injusta y celosamente por Bolívar en su ocaso; Cecilio Rojas, constituyente por el Departamento de Mompox en la elaboración de la Constitución de Cartagena de 1812; Pedro Medrano, en 1813 el gobierno del Estado Soberano de Cartagena lo nombró su representante al Congreso de las Provincias Unidas, teniente coronel de los ejércitos de la República, comandante del castillo de San Felipe de Barajas.    

 

Gustavo A. Carreño Jiménez

 

[1] Abello Vives, Alberto (2016). Cartagena de Indias, sociedad, trabajadores e Independencia en el tránsito del siglo XVIII al XIX. Entrevista al historiador Sergio Paolo De Las Aguas. Cuadernos de noviembre, vol. I.

[2] De Anguiano (1805). “Descripción geográfica, militar y política de la ciudad de Cartagena de Indias”, en Servicio Geográfico del Ejército (España), Depósito de la Guerra, Archivo de Planos, Estante J, Tabla 5, Cartera 2ª, Sección a, N° 7, f. IIv.

[3] Dorta, Enrique (1960). Cartagena de Indias. Puerto y plaza fuerte, Cartagena, Alonso Amado Editor. Navarrete, María Cristina

[4] Elles, Ubaldo (2023). https://blogs.eluniversal.com.co/patrimonio-siglo-xxi/brevisimas-historias-secretas-de-getsemani-colonial-2

[5] Solano, Paolo (2018). Trabajadores, jornales, carestía y crisis política en Cartagena de Indias, 1750-1810. Boletín de historia N°51, Vol.2

[6] Munera, Alfonso (2005). Fronteras imaginadas, La construcción de las razas y de la geografía en el siglo XIX colombiano, Editorial Planeta, Bogotá.

[7] Muñoz, Enrique (2024). https://panoramacultural.com.co/musica-y-folclor/9664/el-getsemanicense-y-el-barrio-de-getsemani-en-cartagena

 

Sobre el autor

Gustavo A. Carreño Jiménez

Gustavo A. Carreño Jiménez

Desmitificando a la India Catalina

Economista, Universidad de Cartagena. Especialista en Gerencia de Proyectos, Universidad Piloto de Colombia (Bogotá). Magister en Desarrollo y Cultura de la Universidad Tecnológica de Bolívar. Investigador Cultural. Maestro de Ciencias Sociales Distrito de Cartagena de Indias.

@TavoCarJim

1 Comentarios


Leonerdy Oviol 11-11-2025 07:15 PM

Exelente información! Muy bien concreta

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