Historia

Las heridas y pesares de Don Blas de Lezo y Olavarrieta

Ignacio Jáuregui-Lobera

15/06/2020 - 05:55

 

Las heridas y pesares de Don Blas de Lezo y Olavarrieta
El monumento a Blas de Lezo en Cartagena de Indias / Foto: El Universal

Los mares no han conocido marino tan intrépido

(Gonzalo Ugidos. Diario El Mundo, 23-11-2014)

 Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden

(Blas de Lezo y Olavarrieta, Almirante español, 1689-1741)

 

Don Blas de Lezo y Olavarrieta nació y fue bautizado en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa), el 3 de febrero de 1689 (día de San Blas). El lugar donde vino al mundo y donde pasó su infancia todavía existe. Se trata de una casa (número 32) de la calle de San Pedro, en la citada ciudad vasca. En ella aún puede verse el escudo de la familia (Figura 1).

Blas fue el cuarto de los diez hijos de Pedro Francisco de Lezo y Agustina Olavarrieta. Pasó su infancia en la localidad en que nació hasta que hacia los 12 años o antes fue a Francia para estudiar con la pretensión de ingresar como guardiamarina en la Armada francesa. No están claras las fechas, pero al parecer ya ingresó como tal guardiamarina a los 12 años. En todo caso parece que sus padres pudieron enviarle a Francia entre 1698 y 1700, algo antes de la llegada de Felipe V al poder. La idea era que ingresara en la Armada francesa y en 1701 ya era guardiamarina en dicha Armada. Pudo instruirse en Toulon (la principal base mediterránea de la Armada francesa) y en 1704 se tiene constancia de que estaba enrolado en el buque Foudroyant, al mando del cual estaba el Conde de Toulouse(1,2). 

Primera batalla, herida y ascenso

A bordo del buque Foudroyant iba a sufrir Don Blas un primer encuentro con el fuego. Era un 24 de agosto de 1704, frente a Vélez-Málaga. Allí se iba dar la mayor batalla naval que aconteció en la guerra de sucesión española. La muerte sin descendencia de Carlos II de España, último representante de la Casa de Habsburgo, conllevó la instauración de la Casa de Borbón en el trono de España con Felipe V como Rey. Días antes de aquella batalla, el 4 de agosto, los llamados austracistas (partidarios del Archiduque Carlos) habían tomado Gibraltar (Figura 2). Los borbónicos no podían consentir la perdida de una plaza tan importante desde un punto de vista estratégico así que el Rey de Francia, Luis XIV, envió desde Toulon una gran escuadra para devolver la plaza al Rey de España, su nieto Felipe V. Al mando iba el citado Conde de Toulouse, hijo bastardo del Rey Luis XIV con Madame de Montespan. Don Blas, embarcado en el Foudroyant era un guardiamarina de 15 años. La Armada española, al mando del Conde de Fuencalada, se unió a la francesa formando una flota conjunta de 51 navíos de línea, 6 fragatas, 8 brulotes y 12 galeras con 3.577 cañones y más de 24.000 hombres. Los austracistas habían formado una flota anglo-holandesa similar al mando del Almirante Rooke, con su buque insignia Royal Catherine. La conformaban un total de 53 navíos de línea, 6 fragatas, fataches y brulotes con 3.614 cañones y más de 22.000 hombres(1,3)

Iniciada la contienda aquel 24 de agosto, un proyectil impactó en el puente del Foudroyant. Además de varios muertos, cayó herido el Conde de Toulouse y parece que aquí fue donde Don Blas resultó también herido en su pierna izquierda que le fue amputada en la enfermería del barco (en la parte más baja del buque y sin ventilación). Esquirlas de madera o la propia bala, el caso es que Don Blas perdió su pierna, hubo de someterse a una amputación infracondílea, naturalmente sin anestesia salvo “licor y un mordedor de cuero o madera”. A la vista de lo “adelantada” que estaba la cirugía francesa de la época, en el Foudroyant, irían embarcados un Protomédico y el Cirujano Mayor de la flota. No le faltaría pues una atención adecuada a Don Blas. No hay certeza, pero tal vez fue Marcel Bilguer el autor de la amputación. En cuanto a las lesiones, parece que hubo una fractura conminuta de tibia y peroné con importante pérdida de tejidos y/o amputación traumática parcial del pie izquierdo, con gran pérdida de sangre y probable estado de shock. La visión de sus heridas y de la masacre circundante pudo originar un trastorno de estrés agudo y tal vez después un trastorno de estrés postraumático. Sin embargo, según testimonio de los presentes no ocurrieron ninguna de estas respuestas psicopatológicas. En cuanto a la amputación, eran necesarios 2-3 meses para la recuperación, no sin dolor y fiebre en el postoperatorio inmediato. Su convalecencia transcurrió o bien en el Hôpital de la Marine de Rochefort o bien en la base de Toulon. Allí comenzaría a llevar su prótesis una vez preparado el muñón. No era sino una vara hasta el suelo con sujeción de tiras de cuero en dicho muñón. A Don Blas se le iría conociendo en su vida como “Almirante Patapalo”(3,4).

Los franceses se apuntaron la victoria y volvieron a Toulon. Pero en Gibraltar quedaron los verdaderos vencedores, los ingleses. Cómo no sería su victoria que aún son los dueños del Peñón. Y eso que tomaron la roca en nombre del aspirante al trono de España. En cuanto a Don Blas, tanto impresionó al Conde de Toulouse que informó a los Reyes Luis XIV y Felipe V de los hechos. El resultado fue el ascenso del guardiamarina a Alférez de Bajel de Alto Bordo. Se le ofreció un puesto en la Corte, Don Blas prefirió la mar(1,4).

Segunda lesión y nuevo ascenso

El odio hacia el Rey Luis XIV que sentía Eugenio de Saboya (frustrado al no ver satisfechas sus pretensiones de mando militar) le hizo, a pesar de ser francés, ponerse al servicio del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Leopoldo I de Habsburgo. Así, Saboya era un oficial austracista que trató de tomar Toulon (la gran base mediterránea de la Armada francesa) por tierra, apoyado por una flota inglesa por mar (Figura 3). El punto clave para la toma era la fortaleza de Santa Catalina y allí inició su ataque Eugenio de Saboya. Desembarcado, Don Blas fue destinado a la defensa de tal fortaleza. Estamos a finales de julio de 1707. Y ganaron los francesas, aunque no del todo. Una vez más, Inglaterra salía victoriosa de una derrota: para evitar que los ingleses en su retirada tomaran barcos franceses, éstos decidieron hundir parte de su flota, lo que acrecentaría el dominio inglés en la mar. Fue en la primera quincena de agosto cuando una bala de cañón impactó en un muro de piedra próximo a Don Blas y una puntiaguda esquirla fue a aparar a su ojo izquierdo. De nuevo impresionó a todos por su entereza. Pero Don Blas quedaba cojo y tuerto. Arrasados el puerto y la flota de Toulon, Don Blas estuvo convaleciente en la costa atlántica, concretamente en Rochefort. Y llegó un nuevo ascenso: Teniente de Navío o de Guardacostas(1,5).

En esta segunda lesión, Don Blas sufrió una herida penetrante en el ojo izquierdo con alojamiento de cuerpo extraño, con fuerte traumatismo ocular dado el origen de la herida. La esquirla perforaría capas externas del ojo y, tal vez, causó hemorragia intraocular. Por los retratos conocidos de Don Blas, parece que la hendidura palpebral fue disminuyendo (Figura 4) (6). En cuanto a la pérdida de visión tampoco hay certeza de la causa exacta (lesión en la retina, cristalino, etc.). En aquella época cualquiera de estas, y otras razones, pudo ser causa de la pérdida de visión en su ojo izquierdo. Lo que se sabe es que perdió la visión de manera inmediata y que no hubo larga convalecencia que hiciera pensar, por ejemplo, en una panoftalmitis al menos inicialmente. Pudo ser el traumatismo retiniano (directo y/o por aumento de la presión intraocular súbita con el impacto) el origen de la pérdida de visión. En cualquier caso, la extracción del cuerpo extraño y la aplicación de remedios tópicos de lo más variopinto en la época, junto con la falta de condiciones de asepsia, no permiten descartar algún tipo de infección posterior. Sea como fuere, una pierna amputada y un ojo perdido irían dificultando cada día más las tareas cotidianas y la adaptación de Don Blas a sus faenas como marino(4,7).

Tercer percance en combate

Las primeras lesiones de Don Blas acontecieron en 1704 y 1707. Siete años después, en 1714, sufriría una nueva lesión. Un años antes se había firmado el Tratado de Utrecht, pero seguía habiendo partidarios austracistas como, por ejemplo, la ciudad de Barcelona. Así que el Rey Felipe V envió una flota para bloquear la ciudad condal (Figura 5)(1,4).

El Rey español había solicitado al Rey de Francia oficiales para la Armada española, siendo así, probablemente, como Don Blas pasó a formar parte de nuestra Armada. En la escuadra destinada al bloqueo de Barcelona figuraba Don Blas como Capitán de Navío al mando del Nuestra Señora de Begoña (barco adquirido a Italia, de nombre Campanella) con 24 años. Este era el segundo asedio a Barcelona y Don Blas volvía a ser herido, en esta ocasión en su brazo derecho, por una bala de mosquete al haberse acercado excesivamente al puerto. Fue tratado en la propia Barcelona, en un hospital de campo instalado para asistencia de las tropas borbónicas. La herida del brazo, con afectación tendinosa, muscular, vascular o nerviosa (que todo ello pudo acontecer) provocó la pérdida de la funcionalidad del miembro (quedando en completa adducción e imposibilidad para flexionar el codo), así que, tras su recuperación y con 25 años, Don Blas se encontraba cojo, tuerto y manco, pero volvió al mando del citado barco. Ahora ya era habitual lo de “Patapalo” y “Mediohombre”. El 11 de septiembre de 1714 se rendía la plaza de Barcelona. La discapacidad de Don Blas se agravaba considerablemente, ya que, además de la cojera y la falta de visión, el brazo perdido funcionalmente era el derecho. Su recuperación debió durar meses en aquellas circunstancias(1,4,8).

Tras las lesiones, la enfermedad

Con ocasión de la citada guerra de sucesión, Argel nos había reconquistado Oran (tomada en 1509 para España). Felipe V decidió recuperar la plaza para lo que, desde Alicante, se preparó una ofensiva en 1732 con una gran flota naval de más de 300 embarcaciones de diverso tipo y más de 25.000 combatientes. El 15 de junio de 1732 partió de Alicante la escuadra, al mando del Teniente General D. Francisco Cornejo en el buque insignia San Felipe el Real y estando como segundo Don Blas, al mando de un navío, para algunos historiadores el Santiago, para otros el Princesa(1). Las tropas terrestres tomaron Oran, pero al poco tiempo el Bey Hassan de Argel decidió bloquear la plaza por mar. Para desbloquear la situación, dos escuadras, saliendo de Barcelona y Cádiz (ésta al mando de Don Blas), se dirigieron a la zona, llegando en febrero de 1733. Ante la huida de la escuadra enemiga, Don Blas persiguió a la nave capitana del Bey Hassan, quien metió a Don Blas en una ensenada fuertemente artillada, de la que salió victorioso (Figura 6). Unos 8 días más tarde Don Blas entraba triunfante en Barcelona. Poco después zarpaba al Mediterráneo a la busca de una flota otomana que apoyaba a los argelinos. Al recalar en Sicilia se produjo un brote epidémico de salmonelosis que mató a unas 500 personas. Don Blas cayó gravemente enfermo sufriendo una sepsis por Salmonella Tiphy. En esta epidemia estuvo a punto de morir también Jorge Juan, entonces un guardiamarina al servicio de Don Blas. Finalmente, gravemente enfermo, Don Blas arribó a Cádiz lugar en el que quedó convaleciente, concretamente en el Hospital Real de la Marina de Cádiz. El tratamiento de la época, para esta patología, consistía en administrar eméticos y diaforéticos, algunas plantas emolientes, vino y opio, así como agua de avena cocida con miel. Y llegó un nuevo ascenso: fue nombrado por el Rey Teniente General de la Real Armada (1734) con destino en la Comandancia General del Departamento de Cádiz. Pasó casi tres años en el Puerto de Santa María y por Real Orden de 23 de julio de 1736 fue nombrado Comandante General de los Galeones que habían de dirigirse a Tierra Firme. El 3 de febrero de 1737, el día de su 48 cumpleaños, partía de Cádiz para una nueva misión(1,4,8,9).

 Su mayor gesta y final, Cartagena de Indias

El Tratado de Utrecht no había supuesto un buen final. Inglaterra (siendo Rey Jorge II) había logrado evitar un dominio franco-español y había obtenido algunas prebendas. Además de quedarse con Gibraltar y Menorca, se había ganado el “asiento de negros” y el “navío de permiso”(10).

· Asiento de negros: licencia para vender esclavos negros en la América española.

· Navío de permiso: comercio directo de Gran Bretaña con la América española por el volumen de mercancías que pudiese transportar un barco de quinientos toneles de capacidad, cantidad ampliada a mil en 1716.

En resumen, España perdía el monopolio del comercio con “su” América. Ambos contratos o acuerdos quedaban en manos de la británica Compañía de los Mares del Sur. A pesar de los acuerdos, el comercio directo entre Gran Bretaña y la América española no daba sino conflictos. Consecuencia de estos conflictos, uno de los cuales era el contrabando británico incumpliendo todo acuerdo, en noviembre de 1739, el Almirante Edward Vernon atacó la plaza de Portobello en el istmo de Panamá con rápido éxito al estar poco defendida dicha plaza. Envalentonado y azuzado, el Almirante fondeó en marzo de 1741 junto a la costa de Cartagena de Indias, entonces la ciudad más importante del Caribe (allí llegaban todas las mercancías del comercio entre España y las Indias)(1,10,11).

Felipe V puso en marcha la respuesta y nombró a Don Blas encargado de la defensa de la plaza. Dejó a su familia en el Puerto de Santa María (esposa embarazada y seis hijos de meses a diez años) y el 3 de febrero de 1737 zarpaba en el Conquistador al mando de una flota de diez barcos. El 7 de marzo llegaban a Cartagena de Indias y Don Blas ocuparía los cargos de Comandante de la Flota de Guardacostas y algo después Comandante de la Escuadra de Cartagena de Indias. El Coronel Fidalgo (que iba embarcado con Don Blas) fue nombrado Gobernador y Capitán General de la plaza tres días después de la llegada(1,10,11).

El Rey Felipe V había adoptado otra decisión, crear el llamado Virreinato de Nueva Granada, agrupando territorios bajo un mando único a fin de lograr mayor efectividad. El mando recayó en el navarro Sebastián Eslava Lazaga, entonces Teniente General del Ejército. El 20 de agosto de 1739 fue nombrado Virrey(12).

El 30 de marzo de 1741 llegaba la flota británica con casi 200 navíos y más de 2.000 cañones. El Almirante Vernon comandaba una de las escuadras. España disponía de 6 navíos y menos de 3.500 hombres en tierra. Eslava, como Virrey, y Don Blas eran los principales mandos. No entraremos en detalles bélicos pues no es ese el cometido de este trabajo. Cabe decir que hubo una gran victoria española, el desastre de la Armada española vendría después. A finales de abril la derrota inglesa era un hecho (Figura 7)(13). Ese mismo año, el 7 de septiembre de 1741, fallecía Don Blas en Cartagena de Indias. Pero antes de fallecer hubo de pasar lo suyo. El Virrey, Sebastián Eslava, ordenó a su ayudante Pedro Mur y al Coronel Desnaux que redactaran un diario y un informe que, junto con una carta, dirigió a la Corte. La idea era ser él el gran artífice de la victoria y desprestigiar a Don Blas, su rival en la batalla. No escatimando esfuerzos e hipocresía, tachaba a Don Blas de incompetente, insubordinado e incluso desequilibrado. Como calaría la cosa en la Corte que, justo antes de fallecer, recibió una carta en su domicilio de España en la que se le comunicaba su destitución y se le citaba en España para ser juzgado. No se sabe si Don Blas, estando en Cartagena de Indias llegó a leer la carta, lo más probable es que no. Lo que hizo fue un diario de “operaciones” de lo sucedido sin criticar a nadie (Figura 8). El Virrey llegó a no pagarle sus honorarios de manera que murió sin siquiera dinero para una tumba. Parece que fue enterrado en la Capilla de la Vera Cruz de los Militares, en el Convento de San Francisco(4,12,13).

La muerte de Don Blas aconteció debida a “las calenturas”, es decir un cuadro febril. Su origen pudo ser infeccioso, por complicaciones de sus heridas en la batalla (fue herido en la mano y en el muslo) o por la epidemia que había en Cartagena, que pudo ser de peste (abundaban los cadáveres de la contienda y la pulga de la rata como vector debía campar a sus anchas). Así que encontramos a un Don Blas física y mentalmente debilitado, con heridas, falta de alimentación, sin descanso adecuado y con un fuerte estrés de combate. Y no sólo eso. Seguramente, diríamos ahora, con una reacción depresiva al sentirse injustamente tratado, despojado de honor y abandonado por sus jefes y por el Rey. De todo ello pudo morir (4).

La lucha por la restitución del honor, más allá de unas monedas

El primogénito de Don Blas, Blas Fernando, luchó por restituir el honor de su padre, pero tuvieron que pasar casi 20 años desde la muerte del marino para que las cosas empezaran a ponerse en su sitio. Parece que hasta el Virrey pidió al Rey que se enmendara el error, arrepentido por la parte que le correspondía, que era mucha. Al Virrey se le otorgó el Marquesado de la Real Defensa, a Don Blas se le reconvirtió su título de Señor de Ovieco (que tenía al contraer nupcias con su esposa Josefa Pacheco) en el de Marques de Ovieco a título póstumo(1).

A finales de 1741 había llegado a Cartagena una injusta Real Orden relativa a la destitución de Don Blas y en el mismo correo, llegaron también, los oficios donde se repartían todas las glorias, prebendas y honores, tan ansiados y tan torticeramente conseguidos por los enemigos del marino. Ya hemos mencionado el título que le llegó a Eslava; su fiel escudero, Coronel Desnaux, era ascendido a Brigadier; el Gobernador de la plaza, mantenido en el cargo. Por otro lado, los regimientos Aragón y España eran felicitados por su tenaz resistencia ante el enemigo y muchos de sus mandos recibieron distinciones militares. Toda la camarilla de Eslava fue recompensada de un modo u otro. Por el contrario, ningún miembro de las tripulaciones de don Blas, fuera marinero, infante o artillero, que tanto y tan duramente combatieron en la defensa de la plaza, recibió siquiera una mención honorífica. Parece que, entre hermanos, el Ejército ganó a la Armada.

Pero finalmente Eslava, denostado y abandonado por todos, tomó la decisión de regresar a su tierra navarra, donde completamente olvidado y sin haber podido conseguir ningún cargo en la Corte, no tardó mucho tiempo en morir(1,12,13).

Se cambiaron las tornas. Para Don Blas, luego llegarían calles, libros, sellos, exposiciones, asociaciones y, en los últimos años, un gran interés por redescubrir la verdadera historia de Don Blas.

En 1762 le llegó a la viuda de Don Blas, Josefa, el momento de mayor dicha. Recibió un correo, firmado por Su Católica Majestad Carlos III, Rey de las Españas, donde por Real Decreto, se concedía al hijo mayor del General de la Armada don Blas de Lezo, el Marquesado de Oviedo. Esto hacía realidad una de las últimas aspiraciones del marino y, además, a título póstumo, Don Blas recuperaba su grado de General de la Armada, compensando así la ingratitud del Rey Felipe V, quien injustamente admitió y dio crédito a las insidias y falsedades nacidas de Eslava(1).

Como se ha comentado a finales de abril de 1741 los británicos tenían perdida la batalla de Cartagena de Indias. Sus últimas naves dejaban la zona en mayo dejando más de 8.000 muertos y casi otros tantos heridos. En Gran Bretaña celebraban “su” victoria y, dados como son a la parafernalia, acuñaron monedas y medallitas al respecto. “The pride of Spain humbled by Ad. Vernon” (El orgullo de España humillado por el almirante Vernon), “Admiral Vernon veiwing the town of Cartagena” (El almirante Vernon observando la villa de Cartagena) o “The forts of Carthagena destroyed by Adm Vernon” (Los fuertes de Cartagena destruidos por el almirante Vernon») eran algunas de las inscripciones de aquellas monedas(1,11).

España consolidó su poder en América y pudo mantener territorios e instalaciones militares (Caribe, Golfo de México) que vendrían muy bien al Teniente Coronel Don Bernardo de Gálvez en su papel determinante en la independencia de las colonias británicas de Norteamérica (Guerra de la Independencia estadounidense de 1776). Y España también renovó el derecho de asiento y el navío de permiso con los británicos.

Don Blas de Lezo es para España lo que Nelson representa para los británicos, o así debería ser. Mucho se ha hablado del Almirante Nelson como uno de los mejores y más famosos marinos de la Historia. Nelson participó en las guerras napoleónicas y en la batalla de Trafalgar, y su nombre se recuerda con grandeza en Gran Bretaña.

 Más invisibilizado, pero, sin duda, al mismo nivel está Don Blas de Lezo, el Almirante español, el “patapalo”, el “mediohombre”, que fue uno de los mejores estrategas navales españoles de todos los tiempos. En 2019 se cumplen 330 años de su nacimiento. Aprovechemos para, como dicen ahora, poner en valor a este gran marino español. 

Dile a mis hijos que morí como un buen vasco, armado y defendiendo la integridad de España y del Imperio…

(Blas de Lezo y Olavarrieta, Almirante español, 1689-1741)

 

Ignacio Jáuregui-Lobera

 

Referencias

1.       Jiménez-Alfaro Giralt, F. Málaga, bautismo de fuego y sangre de Blas de Lezo. Foro para la Paz en el Mediterráneo: Málaga; 2014.

2.       Alonso Mendizábal, C. Blas de Lezo, el Malquerido. Dossoles: Burgos; 2008.

3.       Noriega J. La batalla naval de Vélez-Málaga. El día en el que ardió la mar en 1704. Disponible en: http://abcblogs.abc.es/espejo-de-navegantes/2013/08/26/la-batalla-naval-de-velez-malaga-el-dia-en-el-que-ardio-la-mar-en-1704/

4.       Pérez-Piqueras A. Blas de Lezo, sus cirujanos y el nacimiento de la cirugía española moderna. Tesis Doctoral. Universidad Complutense: Madrid; 2015.

5.       Martínez-Valverde C. Biografía de Don Blas de Lezo. Disponible en: https://www.todoababor.es/articulos/bio_lezo.htm

6.       Retrato del almirante Blas de Lezo que se conserva en el Museo Naval de Madrid. Disponible en: https://www.pinterest.es/pin/442056519645266449/?lp=true

7.       Gracia, M. En torno a la biografía de Blas de LezoItsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, nº 7. Untzi Museoa-Museo Naval: Donostia-San Sebastián; 2012.

8.       Torres C. Difundiendo el Patrimonio Documental de la Armada. Disponible en: https://catedranaval.files.wordpress.com/2014/09/diario-de-cartagena-de-indias.pdf

9.       Asociación Cultural Blas de Lezo. D. Blas de Lezo y Olavarrieta. Disponible en: http://www.acblasdelezo.es/d-blas-de-lezo-y-olavarrieta/

10.    Sancho MP. Blas De Lezo y Cartagena De Indias: Una perspectiva desde el siglo XXI. Revista de la SEECI. 2003;10:75-94.

11.    Victoria P. El día que España derrotó a Inglaterra. Madrid: EDAF; 2014.

12.    Vázquez A. Redes de patronazgo del virrey Sebastián de Eslava en el Nuevo Reino de Granada. Príncipe de Viana (PV). 2011; 254: 135-47.

13.  Mohorte A. La batalla de Cartagena de Indias, 1741. Disponible en: https://www.museoliber.org/wp-content/uploads/2014/07/La-batalla-de-Cartagena-de-Indias.pdf

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