Historia

Música, instrumentos e intérpretes musicales en los buques a vapor del río Magdalena.

Álvaro Rojano Osorio

17/08/2023 - 00:16

 

Música, instrumentos e intérpretes musicales en los buques a vapor del río Magdalena.
El barco de vapor David Arango, en el río Magdalena / Foto: archivo Biblioteca Nacional de Colombia

 

Evidentemente, un buque es una ciudad, un mundo, y los buques del río Magdalena eran, en aquellos tiempos, una prolongación de Barranquilla. La frase es de Miguel Goenaga (s. f) y representa lo que sucedía con los vapores de lujo que traficaban por este río en los siglos XIX y XX. Estas embarcaciones, según Gabriel García Márquez (1985), contaban, entre otros, con los siguientes espacios: seis camarotes de primera clase a ambos lados de un pasadizo que servía de comedor común, y en la proa una sala de estar abierta sobre el río con barandales de manera bordadas y pilares de hierro, donde colgaban de noche sus hamacas los pasajeros del montón, y   tenían un salón de baile.

La frase de Miguel Goenaga no se limita a comparar los lujos existentes en los vapores con los de los hogares de familias pudientes de Barranquilla, se refiere, además, a los instrumentos musicales y a la música que utilizaban y escuchaban en la ciudad, que eran los mismos que hacían presencia en las embarcaciones que partían de esa ciudad, río arriba. Uno de esos instrumentos fue el piano, del que el estadounidense L. Arbouin (2002) señala, tras viajar de Cartagena hasta Honda en el siglo XIX, que: “De día y de noche me divertí muchísimo con el piano que había a bordo. Para 1888, se revela la existencia en Barranquilla de numerosos pianos, instrumento que en el siglo XX siguió siendo utilizado en los buques a vapor, tanto que, en 1934, la Naviera Fluvial lo incluía entre los atractivos con los que invitaba a su clientela a abordar sus embarcaciones.

Con la llegada del gramófono a Barranquilla, a principios del siglo XX, éste empezó a hacer parte de los atractivos que ofrecieron los vapores a sus pasajeros. La acogida que tuvo este reproductor de discos llevó a que la RCA Víctor tuviera en este lugar un agente comercial. En 1928, se observa en la prensa páginas enteras donde se indica el nombre de familias barranquilleras que habían obtenido sus vitrolas (Solano, 2003). Otra compañía productora de reproductores de música que se estableció en esa localidad, a través de un representante de venta, fue la Brunswick, que tenía entre sus clientes a compañías navieras del río Magdalena (Wade, 2002). 

Otro servicio ofrecido en los vapores era el de la radio, y el aparato más utilizado, para sintonizar las emisoras que emitían sus señales en onda corta, era el que producía Philco que era vendido en Barranquilla por J. Isaza A (Rojano, 2019). No olvidemos que entre 1930 y 1938, la radiodifusión en esta ciudad empezó a tomar fuerza tras la creación de más estaciones radiales. En 1934, fue publicada en el diario La Prensa la programación de radio de la National Broadcasting Company, la que era sintonizada en esta ciudad y a lo largo de la ruta de los vapores que iban por el Magdalena. En ese mismo diario se mencionaba la programación de la radiodifusora HJ1ABB, dirigida por Emigdio Velasco, quien, además, el distribuidor de los radios receptores RCA Víctor, en la ciudad.

De la utilización de artefactos reproductores de discos en los vapores, pasaron a la música en vivo.  Cuartetos, solistas, tríos, bandas de viento y orquestas sonaron en los salones de bailes de los más importantes vapores. El empleo de orquestas en presentaciones en eventos públicos o privados fue una costumbre iniciada en Barranquilla en las primeras décadas del siglo XX, eran escuchadas en reuniones o festejos solemnes organizadas por miembros de la elite local. De ahí que la Naviera Fluvial anunciara en el diario La Prensa de Barranquilla, durante el año de 1934, la salida del vapor Pichincha de Barranquilla hacia La Dorada y puertos intermedios, en la que se destacaba los servicios que le brindaba a sus pasajeros: una sala de cine, orquestas, biblioteca, juegos de salón, alimentación vigilada y un menú especial.

Con el auge de las agrupaciones musicales conocidas como jazz band, una de las más famosas, la Jazz Band Sosa, hizo parte de las que sonaron en los buques. Lo hizo hasta 1938 cuando su director, el maestro Luis Sosa, murió en el buque donde se transportaba con su grupo a la altura de Cerro de San Antonio, Magdalena.

Una solista, Carmencita Pernet, conocida como La Reina del Trópico, comenzó su carrera musical en los barcos a vapor que iban por las aguas del río Magdalena. Para aquellos días se llamaba Sidney, aún era una niña, y cantaba boleros.

La tradición picotera, que inició en Barranquilla en los años treinta, no fue ajena a la musicalización de los viajes por el río. Después de los años cincuenta era usual escuchar picot de bocinas en las embarcaciones de menor calado que surcaban el Magdalena. Muchas de las que iban de Plato, Magdalena a Puerto Giraldo, Atlántico, y viceversa, y por otras rutas en el mismo río, utilizaban este medio de difusión musical.

El empleo en los buques a vapor de instrumentos musicales, artefactos de trasmisión de música e intérpretes musicales, además de ser una extensión de Barranquilla, fueron un medio para que los pasajeros tuvieran un viaje ameno. La duración de los viajes hacia el interior del país dependía del caudal del río: cuando era abundante por estar el río crecido, el tiempo que duraba un vapor, de Barranquilla a Puerto Salgar, era de cinco días. En tiempos de sequía, el que según García Márquez era el más entretenido para navegar sino tenías prisa, podía durar hasta tres semanas (Rojano, 2019).

 

Álvaro Rojano Osorio

 

Bibliografía:

Arbouin, L. (2OO2). Seiscientas millas río Magdalena arriba. Recuento de un viaje desde Cartagena hasta La Dorada y de allí hasta Honda en busca de trabajo. U Nacional.

García, G. (1985). El amor en los tiempos del cólera. Bogotá.

Goenaga, M. (s. f). Lecturas Locales. Crónicas de la Vieja Barranquilla. Impresiones y recuerdos. Barranquilla.

Rojano, A. (2019). Bandas de Vientos, Fiestas, Porros y Orquestas en el Bajo Magdalena. Barranquilla.

Solano, J. (2003). La influencia del arquetipo jazz ban y la guaracha en la evolución de la música popular del Caribe colombiano. Revista Huellas. Barranquilla. 

Wade, P. (2002). Música, Raza y Nación. Bogotá.

Sobre el autor

Álvaro Rojano Osorio

Álvaro Rojano Osorio

El telégrafo del río

Autor de  los libros “Municipio de Pedraza, aproximaciones historicas" (Barranquilla, 2002), “La Tambora viva, música de la depresion momposina” (Barranquilla, 2013), “La música del Bajo Magdalena, subregión río” (Barranquilla, 2017), libro ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el portafolio de estímulos 2017, “El río Magdalena y el Canal del Dique: poblamiento y desarrollo en el Bajo Magdalena” (Santa Marta, 2019), “Bandas de viento, fiestas, porros y orquestas en Bajo Magdalena” (Barranquilla, 2019), “Pedraza: fundación, poblamiento y vida cultural” (Santa Marta, 2021).

Coautor de los libros: “Cuentos de la Bahía dos” (Santa Marta, 2017). “Magdalena, territorio de paz” (Santa Marta 2018). Investigador y escritor del libro “El travestismo en el Caribe colombiano, danzas, disfraces y expresiones religiosas”, puiblicado por la editorial La Iguana Ciega de Barranquilla. Ganador de la beca del Ministerio de Cultura para la publicación de autores colombianos en el Portafolio de Estímulos 2020 con la obra “Abel Antonio Villa, el padre del acordeón” (Santa Marta, 2021).

Ganador en 2021 del estímulo “Narraciones sobre el río Magdalena”, otorgado por el Ministerio de Cultura.

@o_rojano

1 Comentarios


Diego Arteaga 14-08-2020 04:02 PM

Hermosa y melódica crónica!! Lo felicito, señor Álvaro Rojano!! Cuánto me habría gustado a mí haber tenido la oportunidad de transitar el Magdalena maravilloso, río arriba y río abajo, en esos tiempos, encaramado en esos barcos de vapor, rodeado de música sabrosa, cerveza fría, vista preciosa, atardeceres inolvidables y zancudos impertinentes!!

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