Historia
La guerra de la Sandía: un conflicto inesperado entre EEUU y la Nueva Granada
Memorables fueron los diferentes acontecimientos que derramaron sangre entre panameños y norteamericanos, e incalculables los daños causados al territorio Nuevo Granadino cuyas ambiciones de paz eran más que necesarias para su progreso. Así, bajo cualquier pretexto, se repetían escenas de violencia a pesar de aquel principio que se había proclamado en el Tratado Mallarino Bidlack de hermandad entre países, pero hasta el martes 15 de abril de 1856 todo transcurría en relativa calma.
Como a eso de las 5 de la tarde, arribaron a Panamá, República de la Nueva Granada, procedente de Nueva York decenas de ciudadanos norteamericanos que venían viajando en el barco Illinois con rumbo a San Francisco, California. Una vez en tierra, los viajeros rutinariamente debían estar por un tiempo corto en el Istmo mientras se acondicionaba todo lo necesario para trasladarlos al vapor “Jobn L. Stephens” que los llevaría a su destino, pero por la marea inesperada ese traslado fue tardío y a consecuencia de ello miles de extranjeros se hospedaron en hoteles cercanos, a la espera de la salida. Ahí pasaría lo inesperado.
Jack Oliver, norteamericano de nacimiento, era uno de los tantos viajeros que pretendían llegar a San Francisco, pero, como todos los demás, estaba a la espera, que él quiso hacer agradable acompañándola de unas copas de vino. Ebrio y aferrado a un arma de fuego que portaba consigo, se acercó a José Manuel Luna, un niño vendedor de frutas que se ubicaba cerca del ferrocarril en construcción, para que le vendiera un pedazo de patilla, por la cual se rehusó a pagar clamando que lo que él quería comprar era un melón y no una sandía; el niño reclamó y su madre se acercó a auxiliarlo, y Jack Oliver en su condición la agredió físicamente, y descargó su arma contra el niño. La madre, al ver a su hijo muerto, gritaba pidiendo ayuda y señalaba a Jack increpándolo como responsable. Inmediatamente y ante la evidencia de las circunstancias, las campanas de alarma no se hicieron esperar y en un tiempo aproximado de 20 a 30 minutos comparecieron 500 negros connacionales armados a la estación del ferrocarril donde un grupo de norteamericanos se estaba refugiando.
Allí mismo, por los ánimos enfurecidos se inició una balacera de lado y lado, de la cual hasta hoy solo queda confusión por que los testigos resultaron enredados y contradictorios. Con certeza, se sabe que al lugar de los hechos acudió el gobernador del Estado con uno de sus parientes y cónsul de los Estado Unidos, seguido de su canciller, tratando de conjurar la revuelta. Su mala suerte no se hizo esperar, pues quedaron en la mitad del fuego y fueron heridos. Fue imposible controlar la inmensa multitud, y al lugar de los hechos la Policía, llegó tardíamente.
El fuego cesó pero los resultados fueron graves: 18 americanos muertos y 5 heridos, y del lado de los panameños, 4 muertos y 8 heridos. Las consecuencias de lo ocurrido desatarían en la población un sentimiento nacional patriota contra todo aquello que representara propiedad e intereses de los Estados Unidos.
Por todo lo anterior, los norteamericanos con ánimo de venganza, de desagravio, con miedo de perder el poder que habían ganado sobre el Istmo y temerosos ante el supuesto salvajismo, solicitaron al gobierno de los Estado Unidos el traslado inmediato de tropas (barcos de guerra), incitando a la causa común de los panameños de armarse y luchar por el honor.
Intervención Diplomática de los Estados Unidos
Hay que advertir de entrada, que de las relaciones entre la Nueva Granda y los Estados Unidos no quedaba sino una hecatombe diplomática protagonizada por los cuerpos gestores de las relaciones exteriores.
Por el lado de la Nueva Granda ante, el incómodo problema bilateral, se nombró a Florentino Gonzales10 y a Lino de Pombo11 con el honorable designio de armonizar las relaciones con el gobierno hermano. Y por el lado de los Estado Unidos, el presidente Franklin Pierce12 en búsqueda del mismo objetivo delegó tal función al ministro James E. Brawlin y al consejero Isaac E. Morse.
Instalada la mesa de homólogos, el inconveniente bilateral se tornó más complicado de lo que se había pensado: con apoyo de los Cónsules de Gran Bretaña, Francia y Ecuador, Lino de Pombo sostenía que los agresores directos y protagónicos del incidente habían sido los Estados Unidos, pero la pretensión de estos se encauzaría en vía contraria, ya que presentaron a la Nueva Granada una demanda cuyos puntos en resumen eran:
- Que Colón y Panamá se convirtieran en ciudades libres, cuyo gobierno bajo una supuesta soberanía granadina, controlaría una zona de 20 millas de ancho, de mar a mar, con línea férrea como eje; b) que la Nueva Granada cediera a los Estados Unidos las islas de la bahía de Panamá; c) que se trasfirieran a aquellos los derechos de la Nueva Granada en el ferrocarril, y d) que se pagara una indemnización de dos millones de dólares por las pérdidas de vidas y bienes ocurridas en 1856. Lemaitre. E (2003) Panamá y Su Separación de Colombia, Ed. Intermedio, Pág. 129.
Así las cosas y dadas estas circunstancias, el Ministro de Gran Bretaña en Bogotá dirige una carta al entonces Ministro de Relaciones Exteriores Lino de Pombo: Recomiendo el desarme de tropas que atravesaran el Istmo, al igual que se modifique la Constitución en aras de garantizar un juzgamiento a quienes fueran parte del gobierno del Istmo y librar por otro lado tropas a zonas marítimas del Istmo para asegurar la tranquilidad.
La carta influyó para que Lino de Pombo en su mensaje al Congreso entre otras cosas expresara:
“Una desgracia ruidosa, i de la cual podemos decir en alta voz, ante Dios i los hombres, que es irresponsable nuestra cara Patria, vino a turbar impensadamente las nunca interrumpidas buenas relaciones del Gobierno de la Nueva Granada con el de los Estados Unidos (…)
De resto, una pluralidad considerable de testimonios comprueban lo que ya nadie cuestiona de buena fe: que un norteamericano ebrio i pendenciero fue quien, disparando brutalmente un pistolazo contra un hijo del país, produjo el alarma i la escitacion popular; que el apoyo dado por las armas a aquel bárbaro por sus compatriotas, para impedir su arresto, hizo progresar rápidamente el tumulto i enardecerse más i mas los ánimos: que los norte-americanos hicieron fuego sobre el Gobernador i sobre su propio Cónsul (…)
El Cónsul inglés, señor Perry, lo menciona por su nombre que ya sabíamos,-Jack Oliver; i dice que el mismo, yendo por la calle en compañía de su hija i del Canciller del Consulado Francés señor de Varieux, se encontró con aquel hombre ebrio, que este hombre avanzo contra ellos bruscamente, i les fue difícil escaparse...”
Tratado Herrán – Cass: Una venia a la maldita sandía
Habiéndose desatado este hito histórico entre dos naciones hermanas de mutua dependencia para el desarrollo de matrices económicas, políticas e incluso comerciales por todo lo ligado al Istmo, debía materializarse una expresión de paz a través de un instrumento jurídico que resolviera el problema ocurrido y todas aquellas indemnizaciones compensatorias que buscaban los ciudadanos americanos menoscabados en sus derechos el día de los sucesos. Por ello, para septiembre de 1857 fue conducente que el gobierno de los Estados Unidos nombrara a Lewis Cass (Secretario de Estado de los Estados Unidos) y el de la Nueva Granada a Pedro A. Herrán (Ministro Plenipotenciario) con el firme propósito de apaciguar las discordias políticas y extracontractuales que dificultaban las relaciones bilaterales.
Pues bien, entradas las dos naciones en conversaciones tendientes a remediar los daños, se emprendió un gesto de reconocimiento de responsabilidad por parte de la Nueva Granada sobre la ocurrencia de los hechos, a los ojos de la evidente verdad que circunscribía el sentimiento patriota de aquellos que participaron o fueron testigos de lo acontecido y el apremio de la aplicabilidad del Art 35 del Tratado Mallarino Bidlack por Estado Unidos. Así el Art 1o . del Tratado Herrán – Cass se ocupa de determinar el objeto de la negociación:
Art 1. Todas las reclamaciones por parte de los ciudadanos de los Estados Unidos, corporaciones, compañías o particulares, contra el gobierno de la Nueva Granada, que han sido presentadas antes de la fecha de esta Convención, al Departamento de Estado en Washington, o al Ministro de los Estado Unidos en Bogotá especialmente las provenientes de daños causados por el motín que ocurrió en panamá el 15 de abril de 1856, por los cuales dicho gobierno de la Nueva Granada reconoce su responsabilidad, derivada del atributo y la obligaciones que tiene de conservar paz y buen orden en aquella vía interoceánica será sometida a la comisión (…). Cavalier G. Tratados de Colombia Tomo I 1810 – 1919. Ed. Kelly. Bogotá 1982, Pág. 269.
Diego Alfredo Zambrano Garrido
Escuela de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda, Semillero de Investigación del Grupo de Investigación en Derecho Público y Económico CREAR de la misma Universidad.
Acerca de esta publicación: el artículo “ La guerra de la Sandía: un conflicto inesperado entre EEUU y la Nueva Granada ” de Diego Alfredo Zambrano Garrido, corresponde a unos capítulos extraídos de un ensayo académico más amplio publicado anteriormente bajo el mismo título.
1 Comentarios
la sandias no se pelean se comen :c
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