Historia

La encerrona de López Michelsen

Eddie José Dániels García

25/05/2021 - 05:00

 

La encerrona de López Michelsen
Alfons López Michelsen, expresidente de Colombia y primer gobernador del Cesar / Foto: créditos a su autor

 

“Venga acá, Alfonsito: si usted aspira a ser presidente de la República, tiene que independizarse del Partido Liberal, fundar su propio partido e izar sus propias banderas”, le dijo Alfonso López Pumarejo a su primogénito, Alfonso López Michelsen, estando en su lecho de enfermo, mientras se desempeñaba como embajador en Inglaterra, adonde lo había nombrado Alberto Lleras Camargo, quien acababa de asumir como primer Presidente del Frente Nacional, el 7 de agosto de 1958. El gran jefe liberal, que había ocupado dos veces la jefatura del Estado, llevaba varios meses soportando en secreto una penosa enfermedad, que terminó llevándolo a la tumba el 20 de noviembre de 1959. Unos días antes de asumir la embajada en Londres, había sido objeto de un homenaje que le tributó la Universidad Nacional para concederle el título de Doctor Honoris Causa en reconocimiento a su fecunda trayectoria en la política colombiana. Ese día, en el discurso que pronunció, muchas frases fueron interpretadas como una especie de despedida, no solo de la escena pública sino de la vida terrenal, a la cual había llegado el 31 de julio de 1886.     

Conocedor del estado crítico de su salud, López Michelsen había viajado desde México, donde estaba residenciado desde 1952, para hacerle una visita familiar y asistirlo en sus últimos días. Fue un encuentro fructífero, donde el enfermo, en medio de los dolores que lo aquejaban y la voz bastante dificultosa, se franqueó con el hijo, le dio las pautas y le explicó cuál era el camino que debía seguir en caso de que, algún día, se decidiera a aspirar a la presidencia de Colombia. En ese momento, ni siquiera había pasado por la mente de López Michelsen la idea de incursionar en la política. “Es una actividad que no me interesa”, había expresado en diversas ocasiones. En México, se había dedicado a ejercer la cátedra universitaria y a desarrollar su ingenioso talento literario. Allí había publicado en 1953 “Los elegidos”, una novela, hoy olvidada, sobre las oligarquías colombianas. Su gran pasión fue el periodismo, género que lo acompañó hasta su muerte, ocurrida en Bogotá el 11 de julio de 2007. En El Tiempo publicó una columna de temas variados, que fue la más leída, todos los domingos, durante más de 15 años.

Después de las honras fúnebres, que se realizaron en el Cementerio Central de Bogotá, tras haber permanecido varios días en cámara ardiente en la sede de la ONU en New York, López Michelsen siguió ad pedem litterae los consejos de su progenitor: a comienzos de 1960 abandonó la capital azteca y regresó a Colombia con el firme propósito de dedicarse de lleno al escenario político. Con varios amigos contemporáneos y otros personajes simpatizantes de sus ideas fundó el Movimiento Revolucionario Liberal, MRL, y a título de este movimiento presentó listas para concejos, asambleas y encabezó los nombres para la Cámara de Representantes, resultando elegido con un alto volumen de sufragios. En 1962, decide aspirar a la presidencia de la República, enfrentándose a Guillermo León Valencia, segundo candidato del Frente Nacional, y desconociendo con ello el acuerdo partidista que se había iniciado en 1958 y culminaría 1974. Empuñando la bandera emerrelista, realizó una campaña electoral a lo largo y ancho del país. Visitó las grandes ciudades y muchas poblaciones medianas, que le auguraban un positivo respaldo. 

Así fue: en las elecciones del 6 de mayo de 1962 obtuvo el segundo puesto con 626.000 votos, contra 1.636.000 de Guillermo León Valencia, 309.000 de Jorge Leiva y 54.582 de Gustavo Rojas Pinilla. El alcalde de Bogotá, Jorge Gaitán Cortés, quien se había negado a inscribir su candidatura y la del expresidente Rojas Pinilla, explicó que los votos de ambos serían contabilizados, pero no escrutados, ya que carecían de validez. Los de López Michelsen porque la Constitución prescribía que para el segundo periodo del Frente Nacional el candidato deberá pertenecer al Partido Conservador, y los de Rojas Pinilla por estar privado de sus derechos políticos. El 18 de marzo de 1959, el Senado de la República lo había declarado “indigno”, privado de sus derechos políticos y de recibir cualquier pensión o sueldo del Estado. Además, había estado detenido, desde el 14 de diciembre de 1958 hasta el 24 de octubre de 1960. Ya libre, para reivindicar su nombre, junto con su hija María Eugenia, llamada “La Capitana” había fundado la Alianza Nacional Popular, Anapo, que se convirtió en la mayor fuerza de oposición contra el Frente Nacional.

En las elecciones parlamentarias, celebradas el 15 de marzo de 1964, la Anapo obtuvo una enorme votación y ganó en varias capitales, incluida Bogotá, ocupa 27 escaños en la Cámara de Representantes y convirtiéndose en una fuerza política similar a los partidos tradicionales. Las listas del MRL, que se presentaron divididas, mostraron un leve retroceso. López Michelsen fue elegido senador por el Valle del Cauca, y con un ojo clínico observa, desde la trastienda, que su “partido revolucionario” se encuentra en franca decadencia y no vislumbra un futuro halagüeño. Piensa, también, que, si sigue los consejos de su padre, jamás llegará a la primera magistratura.  Esto lo motiva a no presentar su nombre a la Presidencia de la República en 1966. Mucho menos, enfrentarse a Carlos Lleras Restrepo, el aclamado candidato del Partido Liberal para ocupar el tercer periodo del Frente Nacional. Como buen estratega, considera, que lo más procedente y viable para escalar hacia el primer puesto nacional es enrolarse en las toldas de liberalismo, y mandar para el carajo al MRL, movimiento que se extingue definitivamente en 1968.

Con una bandera denominada “Frente de Transformacional Nacional”, Carlos Lleras Restrepo es elegido Presidente de la República, el 1 de mayo de 1966, con más de 1.800.000 votos, contra un poco más de 700.000 que obtuvo José Jaramillo Giraldo, también liberal, candidato de la Anapo. El futuro Presidente comienza la organización y planeación de su próximo gobierno, y el 7 de agosto, día de la posesión, los parlamentarios anapistas, encabezados por “La Capitana”, interrumpen la programación para leer una constancia en que declaran ilegitima la presidencia de Lleras Restrepo y se retiran del salón elíptico antes de juramentar al Presidente. Entre los invitados especiales, para degustar la copa de champagne en el Palacio de San Carlos, se encontraba, elegantemente vestido, Alfonso López Michelsen, conocido desde los años cuarenta como “El hijo del Ejecutivo”, certero sobrenombre con que lo llamaba en los editoriales de El Siglo el doctor Laureano Gómez, gracias a los turbios negocios que había orquestado y habían dado al traste con la segunda administración de su padre, quien tuvo que renunciar el 19 de julio de 1945.

En efecto, el gobierno de Carlos Lleras Restrepo fue ampliamente fructífero para “El hijo del Ejecutivo” y le sirvió para despejarle el camino hacia la jefatura del Estado. En ese momento ya el MRL era una vela apagada. Para bajarle los humos, el presidente comenzó designándolo primer gobernador del Cesar, departamento que se había creado en junio de 1967 e inaugurado en diciembre del mismo año. Aceptó feliz el nombramiento porque en Valledupar tendría la oportunidad de reencontrarse con sus parientes de la línea paterna: su abuela Rosario Pumarejo Cotes había nacido en esa ciudad. Allí junto con Rafael Escalona y Consuelo Araujonoguera fundó el Festival Vallenato en 1968. Permaneció en la Gobernación hasta mediados de 1969 cuando, nuevamente Lleras Restrepo, para seguir absorbiéndolo, lo designó Ministro de Relaciones Exteriores. Esta cartera le sirvió para empaparse bien del ajedrez político y armar la maquinaria para aspirar a la Presidencia, culminado los 16 años del Frente Nacional. Con Julio Cesar Turbay Ayala, organizó la bancada turbolopista, que los favoreció a ambos para llegar a la jefatura del Estado.

El gobierno de Misael Pastrana Borrero, último cuatrienio frentenacionalista,1970-1974, transcurrió sin pena ni gloria y estuvo ensombrecido por el fraude electoral que se perpetró en las votaciones del 19 de mayo de 1970 a favor del candidato oficial para impedir el triunfo del general Gustavo Rojas Pinilla, quien había sido el vencedor de las elecciones. Mientras tanto, las dos aspiraciones reeleccionistas de Carlos Lleras Restrepo, en 1974 y 1978, se vieron entorpecidas, primero por “El hijo del Ejecutivo”, quien resultó elegido candidato oficial del liberalismo en la Convención Liberal del 1 de julio de 1973. Después, en las elecciones del 21 de abril de 1974, López resulta vencedor sobre Álvaro Gómez Hurtado, del conservatismo, y Maria Eugenia Rojas de la Anapo. Segundo: en la consulta interna del liberalismo, hecha el 26 de febrero de 1978, Julio Cesar Turbay Ayala resulta elegido candidato oficial del liberalismo, venciendo a Carlos Lleras Restrepo por una ventaja superior a un millón de votos. Más tarde, en las elecciones del 4 de junio, derrota a Belisario Betancur con una escasa mayoría de 147.000 sufragios.

Al culminar los dos períodos de “la tenaza turbolopista”, 1974-1982, el Partido Liberal está orientado por los tres expresidentes Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Michelsen, quienes anuncian, durante el mandato de Turbay, 1978-1982, que no serán aspirantes a la reelección. Un abanico de precandidatos se pasea con optimismo en el ambiente político, entre ellos, Virgilio Barco Vargas, Augusto Espinosa Valderrama, Hernando Durán Dussán, Alberto Santofimio Botero y Julio Cesar Sánchez. Todos esperan a que se realice la Convención del Partido para escoger al candidato. También se rumora la posible aspiración de Luis Galán Sarmiento a nombre del Nuevo Liberalismo, un movimiento creado recientemente.  En el fondo, “El hijo del Ejecutivo” deseaba repetir la misma hazaña hecha por su padre, Alfonso López Pumarejo, en 1942, es decir, hacía exactamente 40 años: conseguir la reelección presidencial. Para cumplir su objetivo, armó una reunión secreta en la capital sucreña, que pasó a llamarse “La encerrona de Sincelejo” y que El TIEMPO, irónicamente, la denominó “La encerrona de López Michelsen”, en la que participaron varios aspirantes presidenciales.

En una finca llamada “Las Lomas”, cerca de Coveñas, bebiendo Sello Rojo con jugo de papaya y escuchando los discos de Alejo Durán, se reunieron López Michelsen, Augusto Espinosa Valderrama, Alberto Santofimio Botero y Gustavo Dájer Chadid, primo del dueño de la finca. Después de convencerlos y de turnarles la presidencia en los tres periodos siguientes, definieron que López Michelsen sería el candidato presidencial en 1982. Al día siguiente, feliz de la hazaña, López viajó a Cartagena y desde las Islas del Rosario anunció su aspiración. Ante la primicia divulgada por la prensa, Alberto Lleras Camargo, bastante sorprendido, comentó: “Igual que su padre, jugó con las cartas por debajo de la mesa”. Inmediatamente, Luis Carlos Galán anunció su candidatura, la cual fue respaldada por los dos expresidentes. En las elecciones del 30 de mayo “El hijo del Ejecutivo” fue derrotado por Belisario Betancur, candidato del Partido Conservador. Esa misma noche, cuando le preguntaron cómo se sentía frente a la derrota de Betancur, con cierto sarcasmo, respondió: “Estoy muy tranquilo porque me quité el problema de tener que meter a mi primo a la cárcel”. Se refería a Jaime Michelsen Uribe, creador del “Grupo Grancolombiano”, quien había estafado a cientos de ahorradores colombianos.

 

Eddie José Daniels García

Sobre el autor

Eddie José Dániels García

Eddie José Dániels García

Reflejos cotidianos

Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.

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