Historia

Breve historia de las comunicaciones desde la Prehistoria a la Edad media

Luis Carlos Ramirez Lascarro

17/06/2021 - 05:15

 

Breve historia de las comunicaciones desde la Prehistoria a la Edad media
Las pinturas rupestres de la cueva de Altamira (España) son catalogadas como uno de los intentos de comunicación a través del tiempo más viejos que se conozca / Foto: Efe

 

La comunicación es un proceso que nos caracteriza a los seres humanos y que realizamos mediante el uso de un lenguaje complejo, particularmente la escritura, al punto de que la primera gran división hecha para la historia global de la humanidad se da a partir de la aparición de la escritura: todo lo ocurrido antes de que surgiera esta invención se considera prehistoria, aunque es preciso aclarar que esta forma de clasificar el "acontecer humano en el tiempo", como define Bloch la historia, es poco clara debido a que ni la llegada de los humanos ni la invención de la escritura se dieron de manera simultanea en todas las zonas del planeta.

La historia de la comunicación no se inicia, como se suele reseñar usualmente, con la invención de los dispositivos electrónicos ni con los medios de comunicación masivos, sino que se remonta al origen mismo de la humanidad, ya que esta se origina debido a la necesidad personal y social de la transmitir información, claves para la supervivencia y la consolidación tanto de las primeras sociedades tribales como de las primeras civilizaciones e imperios. El proceso evolutivo que llevó a que el ser humano adquiriera su condición de ser social lo expresa Engels[1] así: “Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano”.

Nos comunicamos escribiendo, con nuestra vestimenta, con la expresión de nuestra cara, con nuestros adornos corporales, mediante sonidos emitidos con nuestro propio cuerpo o empleando algún instrumento, entre otras posibilidades que tenían, en un principio, la limitante de estar reducidas a un corto alcance, situación que se buscó solucionar mediante el uso de diferentes herramientas y tecnologías que se han venido refinando al punto que su sofisticación y alcance parecieran no tener límites en la actualidad, excepto los impuestos por el dinero para la investigación, el desarrollo y el comercio.

Los humanos no somos los únicos sujetos capaces de comunicarnos, ya que los demás seres vivos tienen sus formas propias de hacerlo, al igual que los dispositivos electrónicos habilitados para ello. Todos tenemos la necesidad, en algún momento, de intercambiar información con alguno de nuestros pares y compartimos, además, los pasos básicos empleados para establecer la comunicación, amoldados a nuestras propias características.

Comunicar implica conectar, sean puntos contiguos o tan alejados como podamos imaginar, por lo cual podemos considerar la “Calzada romana” como la primera red eficiente de área amplia en la historia occidental. Esta red viaria está documentada en el Itinerario de Antonio Augusto Caracalla[2], del siglo III d.C., una gran guía para los viajeros que, sin embargo, no incluía todas las vías del imperio, solo las que hoy día llamaríamos primarias y que, sin embargo, no tiene mucho que envidiar a los enrevesados mapas viales modernos, herederos de estas primeras autopistas de información a larga distancia, que serian el espacio propicio para los vehículos a con ruedas, ese prodigioso invento desarrollado en un punto de la historia difícil de precisar con certidumbre pero que llegó a influir tanto que es difícil imaginarse el mundo sin ella. Las imágenes más antiguas de un vehículo con ruedas provienen de la decoración de un recipiente cerámico de la cultura Trichterbecker[3], del norte de Europa central, que data del 3500 - 3350 a.C.

Las telecomunicaciones

Las comunicaciones a distancia o telecomunicaciones se estima que aparecieron en 1833 con el telégrafo; sin embargo, a lo largo de toda la historia han existido motivos para establecer comunicaciones de este tipo, principalmente la guerra y el comercio, siendo el método de comunicación más eficiente y antiguo el de los mensajeros, entre los cuales es especialmente famoso Filípides quien, según la Leyenda de Maratón, contada por Heródoto, recorrió en dos días los 246 kilómetros que separan a Atenas de Esparta pidiendo ayuda debido al desembarco de los Persas en su ciudad. Una variante medieval de estos mensajeros son los juglares, artistas itinerantes que, en medio de sus números, podían llevar mensajes de un poblado al otro, pero no con la urgencia reporteril de Filípides sino con la distancia y el tratamiento artístico que hoy asociamos a un cronista y podemos encontrar, a la vez, en algunas canciones como La custodia de Badillo, donde se nos relata un suceso, de manera sintética, no como noticia de última hora sino como reelaboración posterior de los acontecimientos.

Las comunicaciones a distancia se pueden dividir de dos maneras: por distancia espacial y distancia temporal. En el primer tipo podemos ubicar a los mensajeros, las señales de humo, las botellas arrojadas al mar y la emisión de sonidos mediante cuernos o tambores. En el segundo podemos ubicar las llamadas "Capsulas de tiempo" y podríamos encontrarnos, además, con una categoría híbrida representada en esos discos de oro que viajan a bordo de las sondas Voyager y que pronto se perderán para siempre en el universo infinito.

El primer registro del uso de señales de humo fue hecho por Esquilo en La Orestiada, en donde Agamenón, el protagonista, notifica a su esposa Clitemnestra la victoria de los Aqueos sobre Troya mediante cadenas de señales de humo. Pedro IV de Aragón, a fines del siglo XIV usó un sistema de estos para comunicar a sus tropas los movimientos de flotas o ejércitos enemigos y Enrique III de Castilla, en 1405, comunicó de Toro a Segovia el nacimiento de su heredero mediante un sistema de ahumadas análogo a los anteriores, los cuales se pueden considerar predecesores de los telégrafos ópticos desarrollados en el siglo XVII[4]. En el siglo II a.C. Polibio reseña el uso del telégrafo hidráulico, que habría diseñado Eneas el Táctico en el 350 a.C., que habría sido empleado para enviar mensajes entre Cartago y Sicilia durante la Primera guerra púnica, pero que no se desarolló ni extendió de forma masiva fuera de las fronteras Helénicas.

El cuerno es un instrumento aerófono que ha sido usado para la comunicación desde tiempos inmemoriales, al punto de ser considerado unos de los instrumentos más antiguos que se conocen. Existen variedades de este en culturas tan dispares como la incaica, la vikinga o la hebrea, en la cual se registra hacia el 1400 antes de Cristo el derribo de los muros de Jericó debido a la marcha constante del ejercito hebreo con el acompañamiento de siete trompetas de cuerno de carnero delante del Arca de la Alianza.

El tambor es otro instrumento que pareciera ser tan antiguo como la humanidad misma. Han sido empleados en África, el territorio con más variedad de estos, para llamar a los dioses en auxilio de los creyentes y para organizar a los guerreros en el campo de batalla. Aunque se cree que este instrumento apareció por primera vez en África solo se tienen registros de él en Sumeria, en el 3000 a.C.[5], en textos e imágenes de hombres y mujeres tocando tambores de marco, lo que en Colombia llamamos pandereta, y se registró en el 3500 a.C. el uso del Ku, una especie de tambor de dos membranas, parecido a una tambora, en la antigua China.

Las pinturas rupestres son, quizá, el intento de comunicación a través del tiempo de más vieja data, con registros cercanos a los 40.000 años con las encontradas en Chauvet, aunque las más famosas son las de Lascaux y Altamira. Sus frescos son considerados las manifestaciones artísticas más antiguas de las que se tiene registro y nos dan testimonio de la relación de nuestros primeros antepasados con su entorno desde diferentes lugares del planeta, pues se han encontrado manifestaciones de este tipo en todos los continentes y realizadas en momentos distintos de la antigüedad.

En el Poema de Gilgamesh, la primera obra literaria de la humanidad, se encuentran las instrucciones para hallar una caja de cobre entre los cimientos de las murallas de Uruk, donde se dice que se encuentra escrita en una tabla de lapislázuli la historia de Gilgamesh, convirtiéndose en la cápsula de tiempo más antigua de la que se tenga noticias aunque con un mensaje radicalmente distinto al resumen de la humanidad grabado en los discos de oro de las sondas Voyager y que se ha "enterrado" en el espacio interestelar. La mezcla de imágenes, sonidos, palabras y números que se depositó en esta botella lanzada al océano cósmico se espera que sea la carta de presentación de nuestra civilización ante alguna otra civilización avanzada en el espacio fuera de los límites del sistema solar.

Las pirámides de Egipto (2700 – 1850 a.C.) y los Guerreros de terracota de Qin Shi Huang (210 – 209 a.C.) son otra especie de Cápsulas de tiempo, en estas ocasiones, con la intención de conservar la esencia del faraón por toda la eternidad y que el emperador pudiera tener tropas que comandar en el más allá, respectivamente. Existen, además, unas cápsulas de tiempo involuntarias, cuya sepultura y conservación en el tiempo no fue planificada ni ejecutado por el hombre sino a causa de un desastre natural, como es el caso de las ruinas de Pompeya, ciudad que quedó admirablemente conservada bajo los varios metros de ceniza y piedra pómez después de la catastrófica erupción del Vesubio en el año 79 d.C.

La codificación de signos

La necesidad de comunicarse fue el motor de todo tipo de codificaciones expresivas, las cuales pueden ir desde una sucesión de sonidos espaciados y con diferentes intensidades hasta los complejos sistemas de encriptación modernos, desarrollados a partir del sistema binario, descrito por primera vez por el matemático hindú Pingala en el siglo III a.C. El primer método criptográfico registrado es el Escítala, método de transposición basado en un cilindro que servía como clave para cifrar y descifrar los mensajes en la Grecia del silgo V a.C. y podemos considerar como el antecedente más lejano de la máquina Enigma, utilizada por los Nazis y deconstruida por el equipo liderado por Alexander Turing[6], cuya comprensión aportó significativamente al fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 d.C.

Remitiéndonos solo a las fases iniciales de la comunicación debemos tener en consideración las siguientes cinco fases de la historia de la codificación de signos y fonemas al servicio de la relación interhumana[7]:

Oral. La articulación de sonidos emitidos originó el surgimiento de la palabra y esta, a su vez, generó el lenguaje. Esta primera forma de transmitir experiencias no dejaba huellas luego del momento de la enunciación y se dio señalando las cosas, nombrándolas, imitándolas onomatopéyicamente, dando inicio a la tradición oral que aún subsiste, de diversas maneras, incluso renovándose, por medio de las redes sociales de la actualidad, en las cuales se privilegian mucho los relatos cautivadores que conforman, en ocasiones una nueva forma de tribalidad virtual.

Mnemónica. Fase que se caracterizó por el empleo de objetos reales como datos o mensajes que permitieran conservar el recuerdo de un relato oral que se pudiera tergiversar con el paso del tiempo, de tal manera que este objeto carece de sentido en sí mismo y solo se completa con el relato al cual remite. Algunos de estos objetos los tenemos hoy día en nuestros museos, como elementos que relatan una parte de la historia de la sociedad que los produjo y, de manera más cotidiana, en las estampillas, trofeos y souvenirs de los cumpleaños, bautizos y/o matrimonios.

Pictórica o icónica. Fue la forma en la que el registro de la historia pudo trascender la muerte humana y se alcanzó mediante los grabados, no sólo los que aparecen en la pintura rupestre, sino en objetos variados: utensilios, armas o artículos de valor empleados para el intercambio. A partir de estos primeros registros de la realidad inmediata se ha podido tener información de la organización social o el tipo de cultivos de una comunidad particular. Con el pasar de los siglos los íconos tuvieron una gran importancia para las élites, quienes empleaban el arte, incluso, para construir una idea de unidad y grandeza nacional, siendo, casi sin lugar a dudas la Cruz el ícono más importante en la historia occidental desde que Constantino cambiara la posición del imperio frente al cristianismo con el edicto de Milán en el 313 d.C.

Simbólica o ideográfica. Esta fase es el resultado de una asociación de símbolos pictográficos con objetos e ideas. En esta tercera fase, los signos se emplean cada vez más en la representación de ideas, en un progresivo despegue de la hechura del objeto a comunicar y una plasmación cada vez más simbólica que abocaría en el signo alfabético, en la escritura. La máxima cima cultural de este sistema de comunicación fue la escritura jeroglífica de los egipcios y que hoy podríamos ver como el antecedente más remoto de los emojis popularizados por las redes sociales.

Fonética. Se establece cuando el signo representa un sonido, fuera de palabras enteras, de sílabas o de lo que hoy llamamos letras, como unidad fonética menor. La intervención del alfabeto fue el punto máximo de la primitiva codificación de la comunicación. Los creadores del primer alfabeto basado en sonidos fueron los fenicios alrededor del siglo XI a.C. y fue esparcido a lo largo de todo el Mediterráneo por medio de comerciantes de la región, usándose por casi 1000 años, hasta el año 100 a. C. Fue el antecesor del alfabeto griego, el cual a su vez es considerado como el precursor de todos los alfabetos utilizados en la actualidad.

Los soportes

En la actualidad los medios electrónicos/digitales de lectoescritura compiten fuertemente al papel por la hegemonía como soportes de la escritura universal. Es importante saber que, para llegar hasta este punto, se ha recorrido un largo camino en el que se han utilizado materiales de origen animal, vegetal e inorgánicos, como la piedra y los metales.

El primer soporte para el registro de las intencionalidades comunicativas del hombre fue la piedra, que hace parte de los soportes escritos, aquellos en los que la escritura se pinta, se dibuja o se imprime con tintas, pinturas y otras sustancias fijadoras usando pinceles y/o plumas. Posteriormente hizo su aparición la arcilla, el primero de los soportes inscritos del que se tenga conocimiento. Estos soportes son aquellos donde la escritura se talla, se graba, esculpe o inscribe a punta seca.

La escritura cuneiforme, el primer sistema formal de escritura, fue desarrollado en Mesopotamia, la cuna de la civilización occidental, en el año 3200 a.C.[8] y se conservó en tablillas de arcilla con bordes redondeados y superficie lisa, elaborados aprovechando las herramientas que habían desarrollado los alfareros aproximadamente en el 3400 a.C.

En Grecia y Roma fueron de gran utilidad las tablillas enceradas ya que se esgrafiaba y se borraban los textos fácilmente. Se escribía mediante el uso de los stilus, una especie de punzón que tenía un extremo puntiagudo y el otro romo, para borrar alisando la cera. Estas tablillas, al ser agrupadas por medio de argollas, dieron origen a dípticos, trípticos y polípticos que eran llamados códices y son los ancestros más remotos de los libros.

Los Aztecas y los Mayas utilizaron huesos de ciertos animales como tortugas y ballenas para soporte de la escritura, tallando sobre ellos acontecimientos de su historia. Los pueblos germánicos acostumbraban grabar con sus runas cofres y cajas de madera.

Los egipcios desarrollaron un sistema de escritura alrededor del mismo período en el cual los mesopotámicos crearon la escritura cuneiforme utilizando dibujos para representar sílabas, que, al juntarlos, formaban palabras. Los llamamos jeroglíficos. Los egipcios desarrollaron, también, un famosísimo soporte: el Papiro, extraído de la planta homónima que en egipcio antiguo se conocía como “la flor del rey”. Las láminas de papiro eran empleadas para fabricar diversos objetos cotidianos como cestas, sandalias y cuerdas, pero tenía también una función religiosa, sagrada, ya que era utilizado para elaborar las barcas de los dioses. Su uso como soporte de escritura solo empezó a ser universal hasta la época de Alejandro Magno en el siglo IV a.C. y su uso decayó con el declive de la cultura egipcia antigua, pasando a ser sustituido por el Pergamino, otro de los soportes más preciados y que tampoco puede faltar en las grandes bibliotecas europeas. El pergamino es un soporte elaborado a partir de pieles, principalmente de corderos y que, aunque se puede usar para otras actividades se fabricó especialmente para poder escribir sobre él. Es un material más resistente y cómodo para el copista y el lector que el Papiro y, además, se podía escribir por ambas caras y se podía reutilizar, pero era muy costoso, por lo cual demoró bastante tiempo para reemplazar su antecesor. Empezó a utilizarse en rollos, como los de Papiro y luego en formato de códex o códices en el siglo I d.C. Estos códices estaban compuestos de pergaminos plegados, cocidos y encuadernados, imitando la apariencia de los polípticos de las tablillas enceradas.

La invención del papel se atribuye a Ts´ai Lun, un dignatario de la corte imperial China en el año 105 d.C., quien empezó a producir hojas de papel empleando retazos de tela usada, cortezas de árboles y redes de pesca. Esta invención llegó al Japón en el silgo VI d.C. gracias al monje budista Dam Jing, donde empezaron a utilizar para su fabricación una pasta derivada de la corteza de morera. En el año 751 d.C. fueron capturados dos papeleros chinos por el Califa de Bagdad, empezando con su ayuda una fábrica papelera en uzbeka aprovechando la disponibilidad de cáñamo y lino, materias primas que resultaron ideales para el papel. Estas técnicas del mundo árabe se fueron extendiendo hasta llegar a Europa en el silgo XI d.C. con las invasiones musulmanas a Sicilia y España, pero no se empezaría a utilizar de manera realmente masiva sino hasta el siglo XIX con el desarrollo de periódicos de gran tirada y las primeras novelas Bestsellers.

Para esta producción masiva fueron necesarias las imprentas[9], cuya historia se remonta hasta las impresiones hechas por los romanos con sellos sobre objetos de arcilla alrededor de los 440 - 430 a.C. Entre el 1041 y 1048 d.C. Bi Sheng inventó en China el primer sistema de imprenta de tipos móviles con piezas de porcelana talladas durante la dinastía Song. En la actual Corea, artesanos de la dinastía Goryeo crearon unos tipos móviles metálicos que se anticipó a la imprenta moderna, desarrollada plenamente por Gutenberg hacia 14510 1452 d.C. y que tiene su antecedente má directo en la Xilografía, empelada durante la edad Media para panfletos publicitarios o políticos.

Este surgimiento de la imprenta fue decisivo en el logro de una comunicación más amplia, poniendo al alcance del público la cultura, al posibilitar la vasta y rápida difusión de cuestiones antes ocultas, aunque muchas permanecieron bajo un hermetismo total. Fue la condición técnica previa para un nuevo sistema de estratificación de una cultura más compleja y diferenciada que la medieval, así como con mayores oportunidades de expresión. Dio el impulso inicial, reforzado con la aparición de la prensa escrita y la comunicación por cable mediante telégrafos y teléfonos, a lo que hoy día conocemos como Era de la información, Era digital o Era informática, en la cual nos encontramos y es considera la tercera revolución industrial a partir de los años 1980 d.C., base, a su vez, de la Industria 4.0 o cuarta revolución industrial, término empleado por primera vez en el 2016 en el Foro económico mundial para designar las nuevas formas en las que la tecnología se integra en las sociedades y está marcada por avances tecnológicos como la inteligencia artificial, la nanotecnología y la computación cuántica.

Coda

Los caminos recorridos por las telecomunicaciones han sido diversos, en ocasiones difíciles y muchas veces muy lentos antes del estallido propiciado por la electrónica, sin embargo, ninguno de los desarrollos que hoy día tenemos habría sido posible sin los titánicos esfuerzos de innumerables personas, al punto de haberse podido quedar algunos por fuera de esta apretada reseña, sobre todo considerando la forma insospechada en la que algunos avances en una rama o disciplina del saber terminan incidiendo en otra, propiciando nuevos adelantos y revoluciones que, sin duda, han aportado al estado actual y futuro de las comunicaciones a distancia.

 

Luis Carlos Ramírez Lascarro

 

[1] Engels, F. El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono en hombre.

[2] Itinerario de Antonio, recuperado de: www.urbipedi,org/hoja/itinerarioantonio

[3] ¿Dónde se inventó la rueda y por qué tardó tanto en aparecer?, recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-41728685

[4] Las telecomunicaciones en España, recuperado de: https://www.academia.edu/1184020/

[7] La información a través del tiempo, recuperado de: http://eprints.rclis.org › aci09...PDF

[8] Evolución de los soportes de escritura, recuperado de: http://bengar.com/blog/.

[9] La historia de la imprenta, recuperado de: https://www.imprentaonline.net/historia-de-la-imprenta

Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro

Luis Carlos Ramirez Lascarro

A tres tabacos

Guamal, Magdalena, Colombia, 1984. Historiador y Gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena. Autor de los libros: La cumbia en Guamal, Magdalena, en coautoría con David Ramírez (2023); El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica, en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza (2020). Autor de las obras teatrales: Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), Monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien lo representa. Ha participado en las antologías poéticas: Poesía Social sin banderas (2005); Polen para fecundar manantiales (2008); Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Tocando el viento (2012) Antología Nacional de Relata (2013), Contagio poesía (2020) y Quemarlo todo (2021). He participado en las antologías narrativas: Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021). Ha participado en las siguientes revistas de divulgación: Hojalata y María mulata (2020); Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023). He participado en todos los números de la revista La gota fría: No. 1 (2018), No. 2 (2020), No. 3 (2021), No. 4 (2022) y No. 5 (2023). Ha participado en los siguientes eventos culturales como conferencista invitado: Segundo Simposio literario estudiantil IED NARA (2023), con la ponencia: La literatura como reflejo de la identidad del caribe colombiano; VI Encuentro nacional de investigadores de la música vallenata (2017), con la ponencia: Julio Erazo Cuevas, el Juglar guamalero y Foro Vallenato clásico (2016), en el marco del 49 Festival de la Leyenda vallenata, con la ponencia: Zuletazos clásicos. Ha participado como corrector estilístico y ortotipográfico de los siguientes libros: El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), en el cual también participé como prologuista. El artículo El vallenato protesta fue citado en la tesis de maestría en musicología: El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017); Los artículos: Poesía en la música vallenata y Salsa y vallenato fueron citados en el libro: Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020); El artículo La ciencia y el vallenato fue citado en la tesis de maestría en Literatura hispanoamericana y del caribe: Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021).

@luiskramirezl

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