Historia

La Zona Bananera del Caribe colombiano antes de la masacre de 1928

Jorge Enrique Elías Caro

28/07/2021 - 05:15

 

La Zona Bananera del Caribe colombiano antes de la masacre de 1928
En 1928. el 16,7% del total de los trabajadores de la United Fruit Company correspondía a empleados colombianos / Foto: Cultura Colectiva

En la historia política y social de Colombia existen muchos hechos que marcan de manera profunda la conciencia de sus habitantes, primordialmente por lo doloroso que resultaron esos acontecimientos; pero ninguno tan valorado a la luz de la literatura y la historia como el sucedido en la madrugada del 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga, Magdalena, dónde se masacraron a varios huelguistas trabajadores del negocio bananero. Suceso que ha sido llevado a numerosas páginas de premiadas novelas y que ha permitido a su vez, desarrollar trabajos socioeconómicos y políticos, elaborados por reconocidos historiadores nacionales y extranjeros. Tanto es así que hoy en día sigue siendo uno de los episodios más importante de la memoria colectiva, pues a pesar de haber ya transcurrido casi un siglo de acaecerse los hechos, aún sigue produciendo sentimientos encontrados entre investigadores, historiadores y novelistas; asimismo porque sigue originando interpretaciones adversas, como dicen el profesor de literatura Joaquín Robles y el historiador Mauricio Archila, “puesto que aún no hay claridad ni consenso sobre lo que verdaderamente ocurrió en esos acontecimientos de esa noche en esa recóndita población de la Región Caribe colombia”.

La Zona Bananera del Caribe colombiano se hallaba situada en la primera mitad de siglo XX en lo que hoy es el actual departamento del Magdalena, y se extendía entre la Sierra Nevada de Santa Marta y la Ciénaga Grande de Santa Marta por una llanura de 40.000 hectáreas. Se encuentra a nivel del mar y su temperatura supera los 30 grados centígrados en promedio. Durante la primera mitad del siglo XX su producción competía con la de países enteros de la cuenca del Caribe, ocupando una importante cuota del mercado mundial, iniciándose su decadencia en la década de los 60 del siglo pasado. Las exportaciones de bananas comenzaron por iniciativa de la United Fruit Company (UFC), la cual invirtió en preparar infraestructuras para convertir ciertos núcleos urbanos en un enclave exportador. Las favorables condiciones de producción y exportación sólo se vieron interrumpidas por dos coyunturas: la de la Gran Depresión y la de La Segunda Guerra Mundial.

Los hechos en cuestión parten desde el día 12 de Noviembre de 1928 cuando estalla una gran huelga en toda la región bananera del Magdalena. Una huelga que contó con la participación de más de 25 000 trabajadores de las plantaciones bananeras, los cuales se negaban a cortar la fruta hasta tanto sus condiciones laborales y prestacionales no fueran mejoradas. Esta huelga obrera básicamente tuvo como finalidad presionar a la multinacional estadounidense United Fruit Company para que legalizara las condiciones contractuales de los obreros que por jornal laboraban en sus plantaciones. Se estimaba que había 150 000 obreros dedicados al negocio bananero a cargo de la UFC en toda la Gran Cuenca del Caribe, de lo que se infiere que el 16,7% del total de los trabajadores de la compañía multinacional correspondía a empleados colombianos y, por ende, los huelguistas. La producción de la UFC en la región bananera del Magdalena para el año del conflicto ascendía a 10,3 millones de racimos exportados, lo que dio como resultado que Colombia se ubicara como el tercer productor de banano en el mundo. Además, hizo que este producto estadísticamente fuera el 7% del total de las exportaciones del país y una de las mayores fuentes de empleo en el Caribe colombiano.

Para las primeras tres décadas del siglo XX, la industria bananera se expandió rápidamente, en donde la United Fruit Company no sólo desarrolló sus operaciones en Colombia, sino que lo hizo de manera simultánea en Jamaica, Cuba, República Dominicana, Costa Rica, Panamá, Honduras y Guatemala. Según Catherine Legrand, la UFC, en la década de 1920, tenía 1.383.485 hectáreas de terreno cultivadas de banano, había construido 2.434 kilómetros de líneas ferroviarias y poseía noventa barcos de vapor conocidos como la Gran Flota Blanca, que transportaban el banano de estos países referenciados hacia Europa y Norteamérica. El poderío de la United Fruit Company era tan grande que ya para 1928 había construido 5.636 kilómetros de cables telegráficos y telefónicos y 24 estaciones de radio.

Días previos a la Masacre en 1928

El problema en cuestión radicaba en que la compañía multinacional no quería contratar de manera directa a los trabajadores de las plantaciones. Lo que siempre hacía para evitar el pago de contraprestaciones laborales era subcontratar a través de terceros, ya que al momento de ser contratado un trabajador, en una de las cláusulas del convenio laboral se estipulaba “todos los detalles del trabajo serán a cargo del contratista, y ni el contratista ni sus empleados serán trabajadores de la United Fruit Company”. De todas estas artimañas contractuales se valía la multinacional, incluso para evadir sus responsabilidades ante la legislación colombiana, porque alegaban que los obreros de las plantaciones no eran trabajadores suyos sino de un contratista, y era el contratista quien tenía la obligación y no ellos como empresa. El objetivo primordial de la huelga era que la UFC reconociera como suyos a los obreros, pues desde 1915 el Gobierno colombiano ya había emitido leyes que regulaban las condiciones de los trabajadores y que, por supuesto, la United Fruit Company se rehusaba a cumplir, ya que le implicaba extender los beneficios que otorgaba esta norma a los trabajadores de las plantaciones.

Ocho días antes de presentarse los sucesos de la matanza de los huelguistas, los periódicos regionales sobre el conflicto en sí reseñaban un halagador panorama, como lo mencionó La Prensa de Barranquilla, donde se aludía que la Huelga se estaba arreglando satisfactoriamente, producto de una conferencia telegráfica realizada desde Bogotá por el jefe de la Oficina del Trabajo, Dr. Hoyos Becerra, en el que se anunciaba que los ministros de Industrias y de Gobierno, apoyados por miembros de dichos gabinetes, se encontraban en la región bananera del Magdalena para tratar asuntos relacionados con la solución de la huelga. Según los reportes periodísticos, mencionaban que la situación se encontraba en condiciones amigables, ya que los funcionarios superiores del Gobierno y los trabajadores delegados de la huelga habían sabido mantenerse dentro de las leyes, con moderación y civismo ejemplar.

A raíz de la huelga, y en aras de mermar la presión ejercida hacia la compañía, producto de la agitación obrera, la United Fruit el día jueves 29 de Noviembre de 1928 paga la primera quincena de los salarios que adeudaba a los trabajadores, por valor $30.000, suma que según la multinacional podía servir para resistir la huelga otros días, máxime que la situación del comercio era angustiosa; las ventas disminuyeron tres cuartas partes y los bancos confrontaban una sensible baja en los cobros. La huelga en la región bananera del Magdalena comenzó en la segunda semana de noviembre; y aunque para el último día del mes y ya transcurridos tres semanas de huelga, la información que llegaba a los medios de comunicación por parte del Gobierno sobre la relación de un probable término del movimiento resultaban manifiestamente contradictorias. Lo único cierto era que el estado de cesación del trabajo aún persistía. La huelga de por sí tuvo dos comisiones de trabajadores; la primera de ellas era la encargada de llevar a cabo las actividades de logística y apoyo que los manifestantes requerían, pues su principal función era la de llevar comida, abrigo y bebidas a los huelguistas, los cuales -como segunda comisión- tenían la tarea de hacer las actividades de vigilancia. Estos últimos tenían como finalidad asegurarse de que en las fincas de los productores que no apoyaban la huelga, no se cortara, transportara o comercializara la fruta.

Esta situación ocasionaba cada vez más grandes perjuicios, pues en la dinámica económica y social, los trabajadores en huelga no eran los únicos perjudicados, sino también los empresarios y el comercio grande y pequeño. Eran casi 30.000 pesos oro que diariamente se sustraían de la economía del departamento del Magdalena a causa de huelga, lo que quiere decir que, en promedio, en menos de un mes que duró el conflicto fue de 1.000.000 pesos oro la suma que dejó de recibir y en la que el tejido empresarial del Magdalena mermó sus ingresos.

Otro agravante lo constituía el hecho que el transcurrir de la vida en los pueblos del Magdalena giraba alrededor de la economía bananera. Aquí lo único importante era trabajar en las plantaciones. Esta coyuntura se convirtió en una generalidad o constante, hasta el punto que lo social se descuidó, es el caso de la educación, la cual era casi que inexistente, ya que había pocos colegios en el radio total de la Zona Bananera y sólo se construyeron después de 1930.

Los cultivadores de banano para la década de 1920 poseían 35.000 hectáreas sembradas de la fruta, contribuyendo con el 57% de las exportaciones del Caribe colombiano. Los pequeños cultivadores que tomaron parte de la huelga fueron en primera medida por el monopolio que ejerció la compañía en la comercialización del banano en los mercados internacionales, esencialmente porque no les permitía vender la fruta a ellos de manera directa sin tener que acudir a su intermediación; y en segunda medida, porque dependían de la UFC para realizar operaciones de crédito, riego y mercadeo de su producto a nivel mundial, lo que le permitía a la multinacional manipular los precios del banano e imponerle a los productores condiciones para comprar y vender sus productos. Para el caso de los créditos, si uno de ellos lo quería hacer, debía firmar un contrato de producción exclusiva para la UFC por un término no inferior a cinco años, cuyas cláusulas eran diseñadas unilateralmente por la multinacional, todo con el fin de asegurar la exclusión de compañías competidoras locales y garantizar su posición como única comercializadora internacional, manipular la demanda global de la fruta y asegurar su posición frente a los cambios políticos, sociales y, por consiguiente, económicos que apareciesen en el entorno internacional.

En todos los pueblos de la región bananera vivían comerciantes que comercializaban ron, alimentos, herramientas para el trabajo y ropa. Su prosperidad dependía de lo que vendían a los trabajadores de las bananeras. Pero como la compañía tenía sus propios comisariatos, y se convirtió en competencia directa de éstos, originó que los comerciantes locales tomaran partido en contra de la multinacional y participaran de la huelga, primordialmente porque los almacenes de la empresa transnacional vendían hasta un 20% más barato que los tenderos locales. La compañía como estrategia de venta conservaba los precios bajos para mantener a ese mismo nivel los salarios en periodos de inflación general. Por eso los comerciantes, se sublevaron. Además, la compañía ya no pagaba los salarios en moneda sino en forma de vales, para que sacaran todo lo requerían de sus comisariatos.

Los comerciantes más afectados eran los de Ciénaga, que acompañados por las grandes casas comerciales de Barranquilla- quienes eran los que importaban las mercancías-, fueron los que más coadyuvaron a agitar las masas, pues eran los más afectados con estas medidas impuestas por la United. A eso se le debe sumar que para comienzos del año de 1928 el comercio de Barranquilla se exasperó porque los barcos de la Gran Flota Blanca llegaban al puerto de esa ciudad a vender mercancías que traían de Europa, Estados Unidos y las Islas del Caribe. Todo ello originó que los comerciantes quisieran manejar el comercio en general y hacer que los vales se eliminaran, de ahí que presionaron a los trabajadores para que incluyeran ese punto en el pliego de peticiones. En compensación ellos apoyarían totalmente la huelga.

 

Jorge Enrique Elías Caro

Doctor en Ciencias Históricas, Máster en Historia Contemporánea, mención Estudios Latinoamericanos

Acerca de esta publicación: el artículo “ La Zona Bananera del Caribe colombiano antes de la masacre de 1928 ” del profesor Jorge Enrique Elías Caro, corresponde a un extracto del ensayo académico publicado anteriormente bajo el título: “ La masacre obrera de 1928 en la Zona Bananera del Magdalena-Colombia. Una historia inconclusa ” por el mismo autor.

1 Comentarios


Juan Carlos 01-08-2021 08:21 AM

Fascinante texto y la importancia para el conocimiento del pasado.

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