Historia

Gorgona, su pasado y presente

La isla Gorgona fue nacionalizada en 1960 por el presidente de Colombia Alberto Lleras Camargo / Foto: humboldt.org.co

En 1526, los primeros españoles que desembarcaron bautizaron la isla como San Felipe, nombre que posteriormente fue cambiado por Francisco de Pizarro, quien la llamó Gorgona, haciendo alusión a la peligrosa medusa de la mitología griega y a la gran cantidad de serpientes que habitaban la isla.

La isla sirvió en los periodos de la conquista como un lugar para esconderse de los piratas, antes de que, en 1820, el libertador Simón Bolívar se la concediera a Federico D” Croz, un militar inglés de grado sargento mayor de la legión británica como reconocimiento a su labor en la Batalla del Pantano de Vargas, el cual estableció allí una finca, hasta finales del siglo XIX, cuando sus hijos la vendieron al comerciante de oro Ramón Payan.

Gorgona, una isla ubicada a 28 km al oeste de la costa del pacifico colombiano, con una longitud de 9 km por 2,5km de ancho ha sido célebremente conocida luego de su nacionalización en 1960 por el entonces presidente de Colombia Alberto Lleras Camargo y la construcción de la cárcel de mayor nivel de seguridad del país, quien la apodaron el Alcatraz de América del sur.

En este lugar purgaban condena los peores criminales de la historia del país, pero la prisión fue clausurada en 1984 por presión de los activistas de derechos humanos por los vejámenes que sufría en ese lugar la población reclusa. El 19 de julio de ese mismo año se convirtió entonces en el Parque Nacional Natural de Góngora, conocido también como la Isla ciencia.

Con un área protegida que abarca 62.000 hectáreas, el 97% son zonas marinas de cuidado especial, hay 500 variedades de plantas terrestres, 380 de peces, 19 de tiburones, 41 reptiles, 18 especies de serpenteantes, mamíferos y un sinnúmero de aves. Hoy está enfrentando a los ambientalistas, biólogos y científicos que han interpuesto una acción de tutela ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca contra el estado colombiano para suspender la construcción de lo que muchos aseguran que será una base militar de los Estados Unidos.

El proyecto, que inició en el gobierno de Juan Manuel Santos, y que en el 2015 la Autoridad de Licencias Ambientales (ANLA) avaló, consiste en la construcción de un muelle de 170 metros, una torre de comunicación con un radar en el cerro de mayor altura de la isla (330 metros), una estación de guardacostas de tercer nivel que incluye varios bloques de edificios para los oficiales e infantes de marina, un tanque con capacidad de 5.000 galones para el almacenamiento de combustible.

Fuentes del gobierno niegan que esta instalación de guardacostas se vaya a convertir en una instalación militar norteamericana, pero los recursos para su construcción son girados por el gobierno de ese país, lo que algunos tachan de altamente sospechoso, sobre todo sabiendo que se trata de un enclave geoestratégico para la potencia del norte sobre el Pacifico colombiano y así contrarrestar el avance de potencias emergentes como China. Se sabe, además, que este tipo de proyectos con sus instalaciones militares sirven de motivo para expulsar a los pesqueros chinos y alejar el tráfico de estupefacientes hacia el resto del mundo por parte de los carteles de la mafia.

Las esperanzas de los ambientalistas colombianos junto al grueso de la sociedad bien informada de nuestro país, está en manos del gobierno progresista de Gustavo Petro, para que tome medidas y pueda frenar la construcción de esta instalación militar y no perjudicar la biodiversidad de nuestra Isla ciencia.

Los colombianos debemos estar muy atentos ante esta clase de situaciones que afectan directamente los intereses de la nación, al igual que el litigio de Nicaragua con San Andrés y Providencia.

Nerio Luis Mejía