Literatura
Poemas de amor y desamor
A sabiendas de que la poesía subyace en todos mis textos, aunque a algunos de mis lectores les pueda parecer extraño, por mi dedicación juiciosa al ensayo en los últimos años, presento a mis lectores una selección de poemas de amor de mi autoría en la cual reflejo parte de mi visión particular de la fortuna y la desdicha del hombre enamorado…
ENCUENTRO
En la vastedad del espacio,
en la inmensidad del tiempo,
distraídos en otras soledades y otros caminos,
nos hallamos sin buscarnos,
sin presentirnos siquiera, Morena.
Cruzando nuestras líneas,
acompasando nuestros silencios,
en ese punto donde crecen las naranjas
oyendo la risa de las quebradas,
los pájaros se visten con la mantilla de la noche,
en el sardinel de la madrugada,
y las palenqueras van contoneando sus formas
– como sobre una alfombra mágica -
ofreciendo enyucados, panochas
y alegrías con coco y anís.
SONETO TORPE
Las manos, que a veces no me sirven para más nada,
estas manos que me sirven para escribirte,
que pueda que me sirvan para acariciarte,
las pupilas, los pies y mi garganta trasnochada.
Este barajar de palabras que no oculta un nerviosismo,
este corazón de cebada y mi herencia mestiza y errante,
esta bienvenida que no espera siquiera un hasta luego,
el abrazo que para tu frío y soledad se hace más fuerte.
No tengo para darte mucho más que todo esto,
estas líneas tratando de decirte, de decirme tu belleza,
la dificultad de definir por qué me dejas en silencio,
la caricia de tu risa danzando alrededor de mi rostro,
el desvelo, el deseo difícil de domar con todas sus inquietudes.
Este torpe soneto que no sabe bien decir lo que pienso.
TOPACIO
Odiaba cuando padre me llamaba Topacio, como descubriendo el agua tibia.
To
Pa
Cio
Era una niña lejos de Zabargad
y no era Grecia Colmenares ni un vulgar aceite de cocina.
Soy un hada que a veces sufre de migraña
y teje mochilas y sombreros
en la blancura del horizonte, reposando
el café matutino en el borde de su hamaca:
Bordada con hilachas de sol, guindada
sobre los colores de la infancia:
rojo barracuda, negro mariamulata,
verde iguana, azul bacinilla, blanco toldo,
rosado bicicleta, amarillo imperial:
Sacerdotisa de Ra, Venusina rareza del Smithsonian,
Leyenda del Brasil alucinante,
la desértica Namibia y la Ucrania gimnastica,
el amor de un poeta de las orillas del Magdalena...
en su reino de ciénagas tararea las letras de mi nombre
como si orara a un dios desconocido, como si cantara
un mantra, recitara un salmo
o saboreara una jugosa guayaba.
A ESTA HORA
A esta hora
- cuando el dios mineral bosteza
en las entrañas heridas de gea –
tomas un baño de luciérnagas
en la orilla encendida de mis ojos desvelados.
Has venido de otros tiempos
entonando arrullos sibilinos a una luna de octubre
en una noche de abril.
Hay un sol habitado de pinceles sacudiendo las puntas al horizonte
y un pescador broncíneo inicia su liturgia
deshaciendo la espuma en la proa fragante de su altar cotidiano.
Tus labios enrojecidos
atraviesan el bosque umbroso de mis sueños
instalando el silencio frugal de tu ombligo en el amanecer.
Desenredas tus cabellos
sobre los hilos escapados del crepúsculo
entre manglares danzarines y el espaldar luminoso de la ciénaga.
Sacudes la geometría de tus formas
encegueciendo la fauna rivereña con las alhajas felinas de tu vientre
y en la hondura de tus pupilas arroja el trópico sus colores cadenciosos.
Floreces
e impregnas de tus esencias las hierbas y los pájaros.
VIAJE
Tasar la línea que atraviesa tu espalda, es
trazar la curvatura del tiempo,
galopándote.
Ir desatándote nudos:
perder,
extraviarse.
Volver, saciado de ti,
con el rocío de la infinitud
entre las manos.
AMANECER
El día abre sus ojos y descansa su luz sobre tus hombros,
cantan los almendros, duerme la noche, y los
musgos de mis sueños me susurran tu nombre: Claro, fresco, vibrante.
Por ti, para ti, herí la noche con una lata de tumbar cocos
y apretujé el mar en una caracucha.
Cuando bosteza el día, se despereza y sonríe,
deja un pedazo de sol en tus ojos, como dos naranjas,
y naufrago feliz por tus lunares de rosa.
Navego con la carta de mis instintos por el aroma seductor de tus mares ignotos.
Piérdeme.
Traigo una brasa ardiente para tu centro oscuro.
El día estira sus huesos y se recrea en tu mirada y en tus senos de almendra.
Siente caer sobre tu vientre el rocío salobre de mi vientre:
El fuego, la calidez que dora y perfuma tus entrañas en un suspiro profundo.
Cuando el día es día y abres tus ojos y te estiras, bostezas, sonríes y te desperezas…
DESEO
No sospechas, siquiera, las tormentas que desatas,
los ríos que desbordas ni los demonios que liberas.
Tranquila…
Los fantasmas de mis rincones olvidados son inofensivos.
Su polvo y sus telarañas se desharán con tu luz, si los visitas.
Deseo recorrerte y regar mis huellas en tu cuerpo,
florecer en tu huerto por lo menos un día, medio día,
lloverme en tu centro y llenarte de suspiros el silencio,
atar con tu pelo las tormentas, encausar las aguas,
plantar juntos la bandera aromada del deseo satisfecho,
sosegar los demonios que encabrita tu sola presencia.
CAYENA
Las flores más bellas,
todas.
Fueron para ti...
HUESPED DE TI
Algún día
-Uno de estos días-
Me sacudiré el polvo de otras ciudades,
Plantaré en tu mirada la bandera raída de mis sueños:
Estiraré mis huesos
Y te rodearé con mis ojos.
Escupiré un par de maldiciones por el tiempo perdido,
Sonreiré,
Y abriré las maletas de mi alma
Cargadas de ti, de mí junto a ti.
Huésped de ti:
Beberé de ti, nuevamente,
!Hasta que se borre mi nombre de tu vocabulario!
A VECES, TOMANDO UN CAFÉ
A veces, tomando un café con la muerte
- esa muerte lenta de cuando el amor termina –,
he vuelto a conversarle de cuánto te adoraba,
de cuan doloroso es no poder volver a verte.
De aquél muchachito al que los sueños sobraban,
amante de la espera que bellamente germina en tu cuerpo,
del metro y pico que te alzas sobre el nivel del mar,
del erotismo de los silencios que antes llegaron a unirnos.
De aquél que en secreto vuelve a la noche en que el mar no tuvo sueño,
que se sumerge en el espejo de pared donde antes te encontraba,
que camina en su voz las calles donde solía tomar tu mano,
que intenta encontrar tu sonrisa en la esquina que casi olvidaba.
Del fuego aquel consumido en la nada,
de la pasión efervescente que heló la distancia,
del tiempo que en sus círculos cada tanto le aviva de nuevo,
del beso que en verso quedó aguardando la soledad y el olvido.
También de tu nombre deletreado en las noches calmadas,
en los atardeceres de lluvia, lentos y a veces infernales,
en ciudades distintas, impensadas, sombrías y distantes,
en las paredes que guardan el secreto de sus letras amadas.
También de los ojos donde mis ojos se miraron,
del sonido de tus pasos que hoy sigo a lo lejos,
de volver a sentirte y la imposibilidad de hacerlo,
de la mesa aquella en la que los deseos quedaron.
También del temor de volver a verte sin poder alcanzarte,
del deseo que reconstruye tu silueta y anhela estrecharla,
de la caricia suspendida en el vasto silencio de la distancia,
del secreto límpido que nos encuentra en el susurro de la noche.
A veces, tomando un café, le converso a la muerte,
de ti, de mí, lo que somos, pudimos ser y no fuimos.
A esa lenta de cuando el amor acaba… esa lenta muerte,
le hablo de la luna donde, como besos, me miran tus ojos.
A UN AMOR INTERMITENTE
Algunas de las pocas cosas que poseo he guardado todo este tiempo para ti:
el peso indecente de las palabras no dichas aún,
una cajuela sin fondo para las lágrimas que no has querido llorar ante mí,
el rocío de las noches que nos unían en la distancia y un poco más allá,
la polvareda de las calles en que nos conocimos y no hemos vuelto a caminar juntos,
la acera donde dormiste sobre mis piernas y te deseé
por primera vez y para siempre,
los cantos de la hamaca donde meciste mis desvelos en tu habitación,
el ruidito de tus tripas ansiosas al escucharme y…
¡para qué, total, pregunto, si no somos ya los mismos!
una pálida sombra, no más, un despojo, quizá un vago recuerdo de los de antes…
¿Cómo decirte al encontrarnos, de nuevo,
el temblor de mis pensamientos con tanta ansia,
con tanto llanto acallado y vuelto a renacer del olvido?
¡Arde y deshaz esta oscura soledad de tanto tiempo!
En ti adoro aquello que nunca ha sido mío del todo:
el hilo de sal que sazona tu vientre cuando juegas con tu hija,
los colores impacientes de las bufandas con las que te defiendes del frio,
tu cadera dolorida por aquél accidente infantil constreñida por ese corsé demoniaco,
ese maquillaje mañoso que oculta el cansancio y la pena de tus ojos desamparados,
el estremecimiento, el suspiro que abortas al sentir mi voz cerca a tu oído,
el oscilar de tus téticas de limón y de tus labios carnosos y violentos,
¡el agua tibia de tus pliegues secretos y esa voz ronca que tienes al despertar!
El amor sosegado al que se han acostumbrado nuestros cuerpos en la lejanía,
en todos estos años de rumbos distintos y vidas accidentadas,
de otras bocas y otras piernas y otros sexos y otras tristezas y otros miedos,
de señas indelebles, abrazos imposibles y carcajadas inolvidables.
De silencios fructíferos acompasando el anhelo de volver a encontrarnos.
De la complicidad que besa y pasa, que gime y nos troca en un solo latir,
del fuego apacible, la generosa entrega, cada hilacha de vida que aún nos queda,
cada gota de sangre, cada piedra de amor y bendición donde nos acodamos.
Huelo el miedo feroz, ese reguero de huellas, ese mapa de ansias,
esas marcas que el tiempo ha venido dejándote,
esa nueva ruta que debo seguir
redescubriéndote en esta intersección… ¿definitiva?
esa palabra, ese conjuro a la desolación,
ese, tu cuerpo desnudo y deseado.
Deseado.
La savia, el sudor, la saliva, el semen
y la caligrafía renovada de tus huesos.
Atesoro en el cansado rumor de mis sueños,
en el territorio unificado de las entrañas,
en mi anatomía encendida, calcinada y revivida por la tuya,
tu rastro, rumor y destello de sangre:
alimento, veneno, sostén y abandono.
Todo. Nada.
Y un poco más, un poco más…
Algunas de las pocas cosas que poseo, he guardado todo este tiempo para ti:
Luis Carlos Ramírez Lascarro
Sobre el autor
Luis Carlos Ramirez Lascarro
A tres tabacos
Guamal, Magdalena, Colombia, 1984. Historiador y Gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena. Autor de los libros: La cumbia en Guamal, Magdalena, en coautoría con David Ramírez (2023); El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica, en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza (2020). Autor de las obras teatrales: Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), Monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien lo representa. Ha participado en las antologías poéticas: Poesía Social sin banderas (2005); Polen para fecundar manantiales (2008); Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Tocando el viento (2012) Antología Nacional de Relata (2013), Contagio poesía (2020) y Quemarlo todo (2021). He participado en las antologías narrativas: Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021). Ha participado en las siguientes revistas de divulgación: Hojalata y María mulata (2020); Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023). He participado en todos los números de la revista La gota fría: No. 1 (2018), No. 2 (2020), No. 3 (2021), No. 4 (2022) y No. 5 (2023). Ha participado en los siguientes eventos culturales como conferencista invitado: Segundo Simposio literario estudiantil IED NARA (2023), con la ponencia: La literatura como reflejo de la identidad del caribe colombiano; VI Encuentro nacional de investigadores de la música vallenata (2017), con la ponencia: Julio Erazo Cuevas, el Juglar guamalero y Foro Vallenato clásico (2016), en el marco del 49 Festival de la Leyenda vallenata, con la ponencia: Zuletazos clásicos. Ha participado como corrector estilístico y ortotipográfico de los siguientes libros: El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), en el cual también participé como prologuista. El artículo El vallenato protesta fue citado en la tesis de maestría en musicología: El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017); Los artículos: Poesía en la música vallenata y Salsa y vallenato fueron citados en el libro: Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020); El artículo La ciencia y el vallenato fue citado en la tesis de maestría en Literatura hispanoamericana y del caribe: Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021).
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