Literatura

Emma Claus: escribiendo bajo la lluvia

 

La conversación con Emma Claus (Becerril, Cesar) transcurre entre su profunda pasión por la literatura y la nostalgia por su lugar de origen. Esta ingeniera de minas que reside en Alemania, viene trabajando desde muy joven en el dominio de la escritura. Sus primeras incursiones las hizo en la poesía, publicándose algunos textos suyos en “Antología para amarte Uno”,” Antología para amarte dos” (Fundación Siembra), en la “Antología de la Revista de arte y cultura”. 

En 2020, publicó su primera novela “Siempre bajo la lluvia” (Ed. Calixta) y en 2022 el poemario Tarde de febrero, irrumpiendo en el paisaje de la literatura del Caribe como una de las voces femeninas que está llamada a consolidar una interesante carrera. Recientemente invitada a la Feria del Libro de Bogotá, Emma es también, columnista del periódico Panorama Cultural y promotora de lectura, a través de su espacio digital: #undíacomohoy.   

Recibamos su saludo, desde la otra orilla del mundo.

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Luis Mario Araújo: Qué alegría el tener una voz femenina como la tuya en este ciclo de entrevistas a escritores del Caribe. Y lo digo por la sensibilidad artística y la dedicación que se nota en tu trabajo literario.

Emma Claus: Gracias a ti por darme la oportunidad de llegar a los lectores de Panorama Cultural y que conozcan mi obra. Es un honor para mí.

Sé que empezaste a escribir poesía y, ahora, nos sorprendes con una novela de casi 300 páginas. Háblanos un poco de tus inicios y de este salto a la prosa.  

Sí, empecé escribiendo poesía, lo hice desde pequeña, sin saber qué escribía, solo me dejaba llevar por lo que sentía, lo hacía sin censura, experimentaba libertad, creo que lo hice de manera intuitiva. Luego, cuando tenía nueve años, recuerdo con certeza el año, llegó a mis manos la recopilación “Pablo Neruda su mejor poesía” y leí “Farewell” y descubrí que así era que quería escribir. Ese libro me ha acompañado desde entonces. Después llegaron dos libros dentro de una enciclopedia que mi madre me compró: “Consultor literario” y fueron la confirmación de que la poesía haría parte de mi vida siempre. En esos tomos leí por primera vez a Idea Vilariño, a Jaime Sabines, Meira Delmar, a Julio Flórez, entre otros. Yo sabía que lo que escribía era poético, pero no tenía la seguridad de que fuera poesía. Así como cuando escribes narrativa y piensas que lo que has escrito es un cuento, pero en realidad se queda en una anécdota, porque todo tiene una estructura, una técnica y creo que por eso sólo me animé a publicar poesía hasta hace dos años. Considero a la poesía como lo más sublime y complejo de crear, y sentía que me faltaba mucho. Por otro lado, desde que decidí dedicarme a la literatura supe que lo primero que publicaría sería una novela. La historia de Siempre bajo la lluvia estuvo en mi mente por años, el primer capítulo fue el mismo desde ese primer destello de la historia en mi cabeza. Con la novela tuve certezas y sabía que podría lograrlo, con la poesía me sentí insegura. Por eso mi ópera prima es una novela y no un poemario.

Entiendo que el periodo que viviste en Sogamoso, a dónde llegaste a estudiar Ingeniería en Minas, fue determinante en tu formación literaria. ¿Por qué? 

Sí, así es. En Sogamoso, desde el primer semestre de universidad comencé a asistir a los talleres que realizaba la Fundación Siembra, dirigida por otra cesarense, Nolcy Elena Armenta. Allí durante cuatro años aprendí, leí y escribí poesía. Fue un periodo de mi vida fértil, en cuanto a creación se refiere, y en el que desarrollé sensibilidad poética, algo que hoy en día sigue manifestándose en mi trabajo literario, desde la escritura de una reseña, hasta la creación de un poema.

Hay dos escritores que nombras con insistencia: Neruda y Tagore. ¿Qué dejaron en ti, cuál es su influencia?

Bueno, Neruda porque con el descubrí que sí quería escribir poesía y claro de tanto leerlo mis primeros poemas tienen algo de su estilo: la melancolía, el amor, la nostalgia. A los dieciocho una amiga me regala un librito de poesía que ella tenía y que no leía y resultó ser Rabindranath Tagore y fue amor a primer poema. La poesía de Tagore es mística, luminosa, es preciosa. Significan tanto para mí estos dos poetas, y los dos ganadores del Premio Nobel de Literatura, que vuelvo a ellos con frecuencia, sobre todo, cuando los días son difíciles, ellos me recuerdan el propósito de mi vida: escribir.

Siempre bajo la lluvia, tu novela, cuenta una historia de amor. Y si dijéramos sólo eso, los lectores pensarían que se trata de una novela “rosa”. Nada más alejado del texto. En él, hay amor, por supuesto, pero también duda, desamor, secretos, sicología, erotismo…¿No sentiste un poco de temor, mientras escribías, de qué tu novela fuese encasillada en el género rosa o en una visión meramente “romántica?

No, no sentí temor. Sobre todo, porque es la primera, tal vez si fuera repetitivo en mi obra. Estamos de acuerdo que Siempre bajo la lluvia no es sólo una historia de romance. Sí, tiene todos los componentes de una novela romántica, pero en realidad la historia de amor entre Nika y Andrés es una excusa para tratar otros temas que me obsecionan: el deseo femenino, el matrimonio y todo este componete social que lo rodea, la infidelidad, la amistad.

Se corre el riesgo también de que te encasillen en el feminismo…

Sí, tiene tintes feministas la novela, pero también está el machismo en ella, así que más que hacer parte de mí, hacen parte de los personajes de la novela, de la historia que cuento. Y eso era lo que necesitaba para que la trama fuera interesante para el lector.

Creo, sin embargo, que hay dos aspectos en tu novela que son relevantes para el discurso feminista: uno, la libertad de la mujer frente al deseo, el cuerpo, ese aspecto de erotismo que veo en la obra. Otro, ese entendimiento de los motivos y naturaleza de la mujer, alejada del rol y la idealización social…

Sí, como lo expresé en la respuesta anterior, el tema del deseo femenino, en general la concepción que se tiene o se tenía de él, siento que en los últimos años ha venido cambiando y las mujeres hemos entrado a defenderlo, a disfrutarlo y a expresarlo sin tabúes. Las mujeres al igual que los hombres deseamos y no está siempre este deseo ligado al amor romántico.

Hasta ahora, he tratado de abordar aspectos temáticos de la novela, pero revisemos el trabajo técnico. Encuentro, en primer lugar, un gran poder descriptivo. Las escenas eróticas, los espacios, la forma como describes Sogamoso, el jardín…  

Creo que es una de mis fortalezas. Soy muy observadora y, además, poseo el don de la empatía. Yo intuyo cómo se sienten los demás, como ven el mundo, puedo entenderlo con facilidad. Busco la forma de expresarlo con palabras y voy detrás de ello. Estratégicamente reescribo para que cada sentido tenga un espacio en lo que narro. Describo los olores, los sabores, las texturas, lo que se ve, lo que se escucha. Y lo hago con minusiosidad. Reescribo mucho y leo en voz alta siempre, eso me garantiza que el lector se sienta allí, en la calle bajo la lluvia, que los zapatos se le humedezcan mientras camina al lado de Nika; que el aroma del café recien hecho lo despierte y en la palma de las manos perciba la tibieza de la taza que lo contiene.

En segundo lugar, la manera cómo armas los personajes, sobre todo los femeninos. Alcanzo a ver los varios puntos de vista; cada una de estas mujeres piensa diferente. ¿Cómo fue este trabajo con la tipología de los personajes?

Bueno, fue arduo. Hice muchas entrevistas a amigas y a amigos también, sobre la forma en la que ven el mundo, en como hubiesen actuado si estuvieran en la situacion de los protagonistas y, bueno, debo confesar que saqué lo peor de mí para crear a Vera. Me preguntaba ¿Yo haría esto? Y dependiendo de la respuesta ponía al personaje a ser todo lo contrario. Andrés, Nika, Vera, Lía, Eduardo, todos los actores tienen características de gente cercana a mí y todos somos únicos, así que también me armé de eso para la creación de los personajes de Siempre bajo la lluvia.

Tu texto tiene una estructura bastante elaborada. Esa estructura va mezclando narradores, nos presenta escenas que se van intercalando y que corresponden a distintas épocas, es decir no todo ocurre en el presente, sino que viajamos contigo a “los pasados” de los personajes…Utilizas formatos distintos: diálogos, cartas, monólogos…Lo que muestra conocimiento técnico. ¿Por qué usaste este tipo de estructura? ¿Cómo te convenciste de que era la adecuada a la historia?

Esto fue evolucionando con la creación de la novela, fue muy complejo, pero fue uno de los procesos que más disfruté de Siempre bajo la lluvia. Este tipo de estructuras son las que más gozo al leer: las que van del pasado al presente y viceversa. También quería que el lector conociera el punto de vista de varios personajes y no la de uno solo. Muchas veces cuando leo me pregunto, qué será lo que piensa y siente en realidad el personaje y eso quise hacer en la novela. También es la forma de desnudar los sentimientos de esos personajes que sabía que el lector iba a detestar y así mostrarle que nadie es por completo bueno o malo, solo seres humanos con defectos y con cosas maravillosas, pero que no se pueden ver a simple vista.

Otro aspecto interesante, es que tratas de no hacer discursos morales sino presentar a la gente como es: llena de sentires, impulsos, azares…

Claro, para mí es fundamental esto. Parto de la idea que somos libres de ser quien decidamos ser. Podemos creer en lo que queramos, vivir como queramos y que hay que respetar esas diferencias de cultura, de religión, de fe. Además, en la vida real, como en la vida de los personajes de ficción, las circunstancias se nos imponen y es allí donde cada uno demuestra su valentía, su tenacidad o saca la parte más oscura que lo habita.

Bueno, eres una autora del Caribe. Marvel Moreno, Fanny Buitrago, Meira Del Mar… Y en tu tierra, el Cesar, escritoras como Mary Daza Orozco, Clemencia Tariffa, Edelma Zapata, para citar algunas. ¿Qué contacto tienes con sus obras, con esta tradición?

He leído a varias de ellas y estudiado su obra. Me encanta la sensibilidad en la obra de Clemencia Tariffa, la narración maravillosa y cruda de Mary Daza en Los muertos no se cuentan así y la poesía destellante de Meira Delmar. Te mentiría si te digo que las he leído a todas, pero sí tengo en mi biblioteca a varias pendientes por leer. Soy una autora de relecturas y por eso me toma más tiempo de lo normal conocer la obra particular de más escritoras. Es una larga lista de pendientes y de lecturas obligatorias.

Salgamos un poco del tema. Haces un trabajo en redes sociales, promoviendo la literatura. ¿Cómo es eso?

Sí. Es una labor que empecé porque me pasaba que me decían: me leí la última novela de tal autora o de tal autor, ¿ya lo leiste? Y bueno, no tenía ni idea de quien me hablaban. Y decidí cambiar eso y comencé a ubicar a escritores y escritoras tanto colombianos como extranjeros, con sus obras más importantes, y así nació #undíacomohoy, donde cada día comparto con mi audiencia, que crece cada vez más, una efeméride literaria. En esta cápsula literaria, de minuto y medio máximo, puntualizo el natalicio o el fallecimiento de un autor o autora y leo fragmentos de su obra, de este modo voy aprendiendo y al mismo tiempo compartiendo este conocimiento con los que como a mí, les encanta la literatura.

Actualmente, vives en Alemania. Y cuidas a tu pequeña Hannah. ¿Cómo va la nostalgia?

La nostalgia vive conmigo. Nunca se va. Ya se queda más horas en silencio, pero comienza a cantar cuando menos lo espero. Cumpliré este mes de agosto cuatro años de residencia en Alemania. Ya he abandonado la idea de devolverme definitivamente a Colombia, pero si quiero teletransportarme varias veces al mes a Becerril y abrazar a mis padres, comer yuca con queso, tomar café con panela, canela y clavito, que por más que intento repetir ese olor, ese sabor tan especial en mi cocina no sabe a lo mismo, tal vez, porque no está la brisa de los árboles de maíz tostao de la terraza o porque no puedo ver desde el patio la serranía del Perijá, en fin, la nostalgia es un sentimiento permanente y  muchas veces doloroso. He aprendido a vivir al lado de ella, no creo que desaparezca nunca. Le sumo además la diferencia cultural entre Alemania y Colombia, la xenofobia, el idioma, que no ha sido nada fácil para mí. Es empezar la vida desde cero, es una experiencia que no imaginé tener nunca y que me desafía a diario. Extraño con locura a mis amigos y la posibilidad de asistir a ferias del libro o tener la oportunidad de realizar talleres literarios. Espero que con el avance del alemán otras puertas se abran.

 

Luis Mario Araújo Becerra