Literatura
La soledad en el espejo: una conversación con Anabell Manjarrés Freyle

Annabell Manjarrés Freyle (Santa Marta, 1985), es comunicadora social y periodista con Magíster en Educación. Esta poeta y narradora ha sido ganadora del Primer lugar en poesía y Segundo lugar en cuento, en el Concurso de Poesía y Cuento Joven 2013 del Departamento del Magdalena.
También ha sido galardonada con el Premio Nacional de Cuento «Bueno y Breve» de la revista El Túnel de Montería en 2015 y en 2018, obtuvo el Premio Internacional de Poesía «Voces nuevas» de Ediciones Torremozas (España). Ha participado como invitada en varios festivales de poesía, entre ellos el Festival Internacional de Poesía Nazim Hikmet en Estambul, Turquía (2017), el Festival Mundial de Poesía «Mihai Eminescu» en Craiova, Rumania (2018). Es autora de los libros Vía alterna, 2 +3 años de periodismo cultural (Ed. Unimagdalena en 2018) y el poemario Soledad anfibia (Ed. Escarabajo, 2024). Sus cuentos han sido incluidos en varias antologías, entre ellas, Cuentos Felinos (Ed. Unimagdalena).
Aquí, nuestro diálogo con esta interesante autora, en el marco de nuestro ciclo con nuevos escritores del Caribe.
Annabell, una de las cosas más complicadas es hablar sobre poesía.
(Ríe) ¿Y por qué?
Porque la gente cree que la poesía es un ejercicio meramente subjetivo y que el poeta es un ser inspirado que se conecta con fantasmas…Entonces hablar del trabajo del poeta no es fácil.
Bueno, partamos de ahí.
En tu obra, por ejemplo, hay un gran trabajo de observación. Tu poesía está llena de detalles sobre la vida y los vericuetos del alma, a los que no se llega si no es por una constante observación.
Sí, de hecho, creo que el poeta es un ser en constante perplejidad, asomado en una esquina de la vida observando cómo ésta se desenvuelve; permanece al acecho del verbo, de la palabra detonante, y luego dispara. Su respuesta a la vida es un poema. Es curioso, porque me imagino a mí misma tensando una saeta. Pienso que poner los sentidos al servicio de la poesía en todo instante es vivir tensando esa saeta.
Aquí, un secreto que puede ayudar a entender la importancia de la observación en tu obra: comenzaste con la pintura.
Desde luego, la danza y el dibujo fueron al tiempo las primeras manifestaciones artísticas que descubrí o en las que me hallé. Digamos que, por diversas circunstancias vitales, me encontré con la poesía. En la poesía he desembocado todo ese histrionismo, el ritmo, los giros, las imágenes, la perspectiva… Ha sido muy generosa.
Hay una segunda parte de tu trabajo que es el de la lectura. Tu poesía está llena de símbolos. Creo que has leído a los simbolistas... Baudelaire, Rimbaud, Verlaine… ¿Es así; qué importancia das a esos autores?
Sobre todo, Rimbaud y Baudelaire, a quienes leí con mucha devoción. Cuando los descubrí, simplemente pensé que la poesía debía escribirse así, que no podía ser menos que eso, o al menos lograr una sana imitación, porque la imitación siempre ha sido un buen punto de partida para el aprendiz.
Sin embargo, seguro tienes otras lecturas a las que vuelves. ¿Cuáles? ¿Cómo alimentan tu trabajo?
Encuentro vital la expresión de Tony Morrison, a Emil Cioran, John Cheever, Max Beerbohm, Paul Auster, Jorge Tellier, son varios. Pero definitivamente, siempre regreso a poemas como «Abedul», de Robert Frost; a «Reversibilidad», de Baudelaire; a «Frases», de Rimbaud o «Bajo una pequeña estrella», de Szymborska, entre otros.
Recientemente editorial Escarabajo publicó, en un tomo, llamado Soledad anfibia, los cuatro libros de poesía que has escrito: Espejo lunar blanco, Óleo de mujer acosada por el tiempo y Animales invertebrados. Mi lectura de este tomo, lo resumo como un cuaderno de vida. Tu búsqueda. En el primero de los libros hay una profunda búsqueda de la identidad; en el segundo, un canto a la rebelión y a la afirmación individual, por encima de los convencionalismos. En el tercero, una exploración de la comunión: encuentros y desencuentros entre los seres humanos; un reconocerse, como persona, en la ancestralidad, en el mito. ¿Es muy loca mi interpretación?
Siempre me llevo sorpresas con las lecturas que otros dan a mis poemas. Sí, tienes mucha razón cuando hablas de la búsqueda. Es una búsqueda de doble fin: de mi expresión poética y del sentido del todo, asentándolo en un poema. Escribir poesía es tratar de entenderse.
En este libro, encuentro otro elemento que no he mencionado antes: cierto tono intimista. Cerca al lector, sin falsa retórica.
Más que intimista lo que busco es una expresión en la que cualquier ser humano se refleje con sinceridad.
Pero, ese intimismo no es el de una poeta encerrada en “la torre de marfil” con un fundamento “sentimentalista”, sino que desbordas esa barrera y planteas, desde esa voz íntima, asuntos poderosísimos: la reivindicación de la ancestralidad, el valor de los lugares y cosas cotidianas, la naturaleza como nuestro par...
Me satisface la lectura que has dado a este rasgo de mi poesía, porque sí es verdad que los motivos de mis poemas son circunstancias comunes. Aunque, creo que los únicos poemas en los que me acerco a un tema similar a esa reivindicación que citas es en «La mujer abeja» y en «Noche para deambular», y surgen de una manera muy natural, como parte de esa observación de la que hablábamos inicialmente. Sería deshonesta si digo que escribo para reivindicar la ancestralidad o para enarbolar algún tipo de causa.
Volvamos a tocar algo que enuncié: es reveladora la presencia de la naturaleza en tu poesía. El papel que le das. Basta ver los títulos de algunos poemas: «Soledad anfibia», «La mujer abeja», «La luciérnaga», «La polilla», «Panfleto contra los gatos»… Háblanos sobre el significado que tiene en tu obra… ese fundirse con la naturaleza.
En Animales invertebrados enmascaro distintas situaciones o rasgos humanos, aludiendo a los insectos, por ser estos seres frágiles y eminentemente complejos; es así como observo a los humanos respecto a la vida y el universo.
La mujer en tu poética. Hay una mirada muy femenina: la sensibilidad y capacidad de captar los detalles; los mundos que vive una mujer, luchas, dolores, su necesidad de reinvención frente al rol asignado…
Sí, mis poemas son femeninos. Muy femeninos. Soy un ser humano a la que le tocó ser mujer. Desde que empecé a escribir me aseguré de que esa perspectiva estuviera presente.
Además de hacer poesía, ejerces el periodismo. Son dos ámbitos diferentes porque éste apunta a la objetividad y lo real. Aquel a la subjetividad. ¿Es así? ¿En qué ayuda lo uno a lo otro?
Tal como lo has dicho. La poesía se adapta mucho a lo que soy: intuitiva, con diálogo interno que me obliga a permanecer en silencio; pero el periodismo me saca de ese esquema, me muestra el mundo, otros mundos, me alimenta tanto en la narrativa como en la poética.
Bueno, el periodismo y el manejo de la prosa (crónicas) debe ayudarte, también, en otra faceta tuya: eres cuentista. ¿Cómo ha sido esta transición del mundo de la poesía al de la narrativa?
Ha sido una transición feliz. La poesía y el cuento surgieron casi al tiempo. La poesía me traduce; el cuento me ofrece otras posibilidades estéticas. Sin embargo, publicaba más poemas que cuentos, pues yo siempre me he sentido más poeta que narradora. Los años de periodismo me ayudaron a soltar más la pluma y a explorar esas otras posibilidades.
Tratemos más lo de los cuentos. Recuerdo uno que apareció en Cuentos Felinos: “Hombres felizmente casados pretendiéndote”. Profunda descripción de la crisis social, con una fina dosis de humor. ¿Seguirás explorando el género? ¿Logras con la narrativa algo distinto a lo que logras con la poesía?
Claro, de hecho, desde hace unos años no escribo poesía. Y aunque no me he sentado a escribir debido a múltiples ocupaciones, mi lado creativo vive en función del desarrollo de un cuento. Lo susurro en mi mente, imagino a los personajes, indago cuál será su destino, ando en eso… Y pues, lo que logro con el cuento es ese otro tono, uno mordaz y humorístico que no suelo emplear en mis poemas.
Dicen que los buenos narradores siempre tienen una mirada poética…
Sé que la poesía ha sido generosa conmigo, espero conseguirlo.
Quiero terminar con este verso, tuyo: “Mi voz se deshizo de la lengua”. Creo que es el leitmotiv no sólo de tu libro sino de tu obra: encontrar quién eres realmente. “Tu voz”, por encima de “la lengua dada”. ¿Hay algo de eso?
Sin duda. Continúo en la búsqueda.
Luis Mario Araújo Becerra
Sobre el autor

Luis Mario Araújo Becerra
La reserva
Abogado, escritor y docente universitario. Autor de El Asombroso y otros relatos (cuentos), Literatura del Cesar: identidad y memoria (ensayo), Tras los pasos de un médico rural (ensayo), Las miradas a la guerra y La aldea (novela). Ha sido incluido en las antologías Cuentos Felinos 5, Tercera antología del cuento corto colombiano y Antología de cuento y poesía de escritores del Cesar.
1 Comentarios
Un saludo especial desde valledupar sinceramente no tenía referencias de Annabelle manjarrés Freyle. Muchísimas gracias a panorama cultural por entrevistarla y reseñarla. Excelente entrevista
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