Literatura
El tren de las 11:11, de Olgalucía Gaviria Ángel

Olgalucía Gaviria Ángel (Bogotá, 1954) es escritora, productora y directora de cine y televisión. Ha publicado los libros Conversaciones con mi gata Simona (2019), El Hilo invisible (2022), Conversaciones con mi madre Lucía (2023) y El tren de las 11:11 (2024).
“El tren de las 11:11” es una novela que está dividida en 25 capítulos. Un narrador omnisciente que lo cuenta todo, pero que permite al lector conocer a los personajes de manera directa por medio de diálogos que expresan su forma de sentir y pensar. La secuencia de los acontecimientos es cronológica, con muchos pasajes que describen el pasado de los protagonistas de manera detallada y vívida.
Lucía y Roberto son una pareja que llevan años intentando tener un hijo. Cuando por fin se les cumple el sueño y pueden tener a la pequeña Sara en sus brazos, aparece la muerte en su casa amenazando la felicidad que recién han alcanzado. Pero no se muestra de la forma en la que normalmente lo haría: llevándose a algún ser amado, no, se presenta como una mujer guapa, amable, carismática y que viste a la moda. Lucía puede verla y no sólo eso, tiene las agallas de hablarle y hacer un pacto, uno que le garantice a ella y a su esposo pasar el mayor tiempo posible al lado de su hija. ¿Por qué Lucía puede comunicarse con la Muerte? ¿Por qué la Muerte le permite hacer un acuerdo con ella? ¿Acaso hay una razón para que los dioses lo hayan permitido?
La novela plantea la posibilidad de la existencia en el más allá. Al fallecer las personas no van al cielo o al infierno, como en muchas religiones se plantea, aquí cada ser al morir lleva en mano un aksje que es el recipiente donde se van guardando las acciones relevantes que ha realizado a lo largo de su vida. Dependiendo de estas, su alma recibirá un tiquete para abordar el próximo tren que lo llevará a su destino: «—Al Otro Lado. Al Más Allá. En el sótano hay tres trenes bala. A aquellos que han tenido una buena vida y lo merecen, los lleva a la Trascendencia, a la próxima etapa de su destino. Al resto…, a la Reencarnación. O, como ustedes prefieren llamarlo: al Infierno.
—¿Y el tercero? —preguntó al darse cuenta de que ella solo le había hablado de dos.
—El tercero..., ese es mejor que tardes mucho en verlo entrar en el andén. Gracias a Dios no es un servicio regular y solo aparece en raras ocasiones, porque es el que va al
Bajo Astral o lo que algunos denominan «Inframundo».
La atmósfera de la historia es luminosa y esto está relacionado con los elementos de la mitología coreana en los que la autora se ha basado para escribirla, ya que la figura del ángel de la muerte o el Jeoseung Saja, en lugar de ser una fuerza destructiva, oscura y despiadada, actúa como un guia compasivo, que acompaña a las almas a su destino, evitando que tomen el camino equivocado.
La mayoría de los acontecimientos trascurre en La Estación, un espacio tranquilo, limpio y ordenado, una especie de zona de tránsito: «La edificación, de un blanco impoluto casi fluorescente, parecía una gigantesca ola que se elevaba en mitad de un mar de hormigón. Su forma ondulante subía desde el suelo hacia el cielo para, enseguida, descender gradualmente hasta fusionarse de nuevo con la tierra. (…) Tuvo la impresión de que aquella arquitectura tan extraña era una alegoría a la unión del pasado, el presente y el futuro: una metáfora del ciclo eterno de la vida».
En la cultura coreana la muerte no es caótica e impredecible, sino organizada y administrada de manera casi burocrática: «Casi todos ellos iban acompañados por alguien que parecía ser un empleado de la empresa, con la vestimenta que todos compartían: un traje negro con camisa blanca y corbata que hacía juego con el saco». Los ángeles de la muerte tienen oficinas, en ellas hay extensas zonas de archivos con los pormenores de las almas que por allí han pasado y cuál ha sido su destino final. También están jerarquizados: La parca es la jefa del lugar, en un escalón más abajo está el Jeoseung Saja y, por debajo de este, sus subalternos, los ángeles de la muerte.
El tren de las 11:11 es una novela que aborda la existencia más allá de la muerte de forma interesante, con varias historias de amor en el transcurso de sus capítulos, historias que dan esperanza a los que anhelan reencontrarse con los seres que han amado. Es una obra de ficción bien lograda, sin cabos sueltos. Los personajes tienen voz propia y el lector llega a conocerlos. Es un libro que hace replantearse las ideas preconcebidas que se tienen sobre morir. Sin importar en lo que se crea, deja la sensación de que existe la posibilidad de que un ángel compasivo guie a las almas a cruzar el área gris que hay entre la vida y el otro lado, que les garantice el camino correcto hasta llegar a donde las acciones de cada una le hayan merecido. Es una lectura que reconforta, que muestra las diferentes caras de los seres humanos, pero, sobre todo, que anima a creer en que, llegado el momento de abandonar este plano material, no se estará solo. Aclara que la muerte no es un estado de tristeza y perdida, sino que hace parte natural e inevitable de la vida.
Emma Claus
Sobre el autor

Emma Claus
Mientras Hannah duerme
Nació en Becerril, Cesar. Vive en Alemania. Se graduó en ingeniería en minas, pero la literatura siempre le habló al oido, al final, la escuchó y aún siguen conversando. Empezó a escribir a los diez años. La poesia ha estado en su vida desde el principio, tanto que tiene cuatro poemarios sin editar en orden de creación: Principios (1990-1998), Cuando duermo (1999-2001), El forjador y otras odas (2002-2006) y Nuestro secreto (2007-2010). Algunos de sus textos fueron incluidos en los libros “Antología para amarte Uno”,” Antología para amarte dos” de la fundación Siembra, en Sogamoso, Boyacá y en antología de la Revista de arte y cultura en Tunja, Boyacá. En 2020, publicó de la mano de la editorial independiente Calixta su primera novela “Siempre bajo la lluvia”.
Es una apasionada de las buenas novelas y de la literatura colombiana, por eso dedica parte de su tiempo a escribir reseñas, así motiva su lectura y la divulgación de escritores colombianos. Todo inicia con el nacimiento de su hija Hannah y el único tiempo que tenía para escribir y leer era mientras ella dormía, de allí, el nombre de esta columna: Mientras Hannah duerme.
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