Literatura
La desgracia que ocasionó una cerveza
El año de 1980 estaban por finalizar las medidas de seguridad instauradas por el presidente Julio Cesar Turbay Ayala y que mantenían a los delincuentes en la raya. El gobernador del departamento del Cesar de entonces era José Guillermo (Pepe Castro Castro era su aliado incondicional). Muchas pistas usadas por los marimberos fueron destruidas por el ejército nacional y algunos puestos llevados a la presión. El alcalde Armando Maestre Pavajeau, ejercía su gobierno impoluto, sin influencias políticas y cabal con la justicia, se podría decir que, el país, el departamento y la región, estaban controlados por las influencias de los delincuentes.
Debajo del palo e mango de la plaza principal, algunos contertulios hablaban y opinaban sobre algunos datos históricos de la ciudad, un aprovechado historiador criticaba a su fundador por haber cometido el error de implantar la construcción de sus primeras casas en un terreno donde yacía una inmensa laguna subterránea, que, en cualquier momento, podía sucumbir en sus aguas. Otro avasallado por la tradición oral, decía que el santo Ecce homo tenía en las manos, escondidos detrás de su cuerpo, los papeles que explicaban la forma en que desaparecería la ciudad. Aparentemente, todo estaba tranquilo.
El partido liberal se desmoronaba por celos políticos, el pollo López quería repetir la hazaña de su padre: ser presidente por segunda vez. Carlos Lleras Restrepo, para truncar su aspiración, lanzaría al ruedo a un joven bastante aguerrido, de discurso convincente y de apellido comunero, que le facilitaría sin lugar a equívoco, el triunfo a un godo decente para las elecciones de 1982.
Nuestra historia principal sucedió en una trágica mañana septembrina, el mes que los algodoneros por una interrupción corta de las aguas lluvias, aprovechan para polcar el sembrado, usando la cultivadora arrastrada por los tractores, levantan el surco para cubrir las plantas, eliminando las malezas y de paso cubriendo la urea que le aplicaban para su robusto crecimiento.
Angelino Vega, nuestro personaje principal, estaba bastante perturbado, había estado de juerga toda la noche, el festejo del cumpleaños de su hermano mayor se había prolongado hasta el día siguiente, de modo que decidieron continuar la faena alcohólica, con un sancocho de chivo que un amigo les había traído de la región de Los Venados, en el patio de su casa, habían consumido whisky toda la noche y ahora para refrescarse decidieron tomarse unas cervezas, Angelino mandó a su mujer, que todavía se encontraba en ropas de dormir a la tienda del cachaco de la esquina. Todavía no eran las siete de la mañana, su hermoso cuerpo juvenil tras la vaporosa prenda de vestir, se podía calcar, fue por eso que Israel Amhárico, cuando la vio con las cervezas en la mano, expresó la frase que le dio origen a la desgracia: "esas cervezas se ven tan sabrosas como la mujer que las lleva".
Como son las cosas cuando van a suceder, la cerveza de Angelino resultó ser una nutrimalta, disgustado le reclamó a su mujer: “Nojoda, regresa y cámbiame esta vaina, esto es para las mujeres recién paridas. Tráeme una cerveza de verdad-verdad”. Ella, sumisa y acobardada, le respondió: “Yo no voy para esa tienda, ahí un hombre me faltó el respeto”. Fuera de sí, Angelino tomó la cuchilla de la cocina, sin control alguno, corrió para la tienda del cachaco y allí encontró a Israel sentado en un taburete, se le abalanzó para herirlo, pero la victima impulsó su cuerpo y salió corriendo para la calle perseguido por Angelino, un espontáneo que presenció todo el incidente, encendió su vehículo dándoles alcance, lo atravesaba en zigzag entre los actores del inesperado pleito para evitar la desgracia, pero esto no fue el obstáculo para que Israel estuviera a tiro de piedra de su perseguidor. Agotado y casi vencido, tomó la fatal decisión, cogió un pedrusco que encontró en su desesperada huida y se lo arrojo a Angelino con todas sus fuerzas, la piedra se estrelló contra el abdomen de Angelino derribándolo al instante, fue llevado de urgencia al hospital Rosario Pumarejo De López donde llegó sin signos vitales, el médico que lo atendió dictaminó como causa de la muerte el desprendimiento del hígado y de otros órganos vitales.
Esa mañana septembrina, el orden público que reinaba en la ciudad, fue interrumpido por una muerte innecesaria que nunca debió ocurrir.
Arnoldo Mestre Arzuaga
Sobre el autor
Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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