Literatura
La Huerta del diablo

No recuerdo claramente cuando empecé a tratar virtualmente con Víctor José Navarro Jiménez, pero no fueron menos de dos años los que tuvieron que pasar hasta que un día de enero de 2023 me entregara personalmente un ejemplar de su libro de relatos “La huerta del diablo”, en el cual nos comparte una serie de historias de un rinconcito entre los Montes de María y la Depresión Momposina.
A muchos nos parece conocer a Víctor desde antes de conocerlo personalmente, debido a que ha aparecido en múltiples series y telenovelas de la televisión nacional, desde aquella lejana aparición en la bionovela Alejo, la búsqueda del amor, en la cual representó al maestro Alejo Durán en su infancia, pasando por producciones como: Siete veces Amada, Las noches de Luciana, Tu voz Stereo, Tierra de cantores (1 y 2), Rafael Orozco “El ídolo”, Diomedes “El cacique de la Junta”, Todo es presta´o, La luz de mis ojos, El hijo del Cacique, Pasajeros, Tormenta de amor, Siempre bruja, La playita, Las muñecas de la mafia y El capo II. Además, participó en montajes teatrales como: Antígona, Hijos del continente, María Varilla, Cuentos de navidad. También el cortometraje Pueblo indio y recientemente en Cien años de Soledad, de Netflix, la producción audiovisual más importante realizada en nuestro país, hasta ahora.
En los últimos años, se ha venido abriendo un importante espacio en la divulgación de la cultura musical del Caribe colombiano en redes sociales mediante el espacio “Notas y letras con Víctor Navarro”, desde el cual contribuye a no dejar caer en el olvido a importantes figuras como Crescencio Salcedo, reflexiona acerca de las nuevas producciones de los artistas vallenatos contemporáneos, homenajea a los grandes maestros como Hernando Marín, Calixto Ochoa o Luis Egurrola, sólo por nombrar algunos cuantos, y habla acerca de la historia y evolución de la música vallenata en general, aunque no se olvida de maestros de la sabaneridad como Pablo Flórez y Chico Cervantes.
Además de actor, no sólo por las participaciones antes nombradas, sino por su formación en Artes Escénicas en el Teatro Nacional, Víctor es un juglar contemporáneo de la música vallenata. Sé que actualmente el término juglar es empleado como un reconocimiento honorífico, no obstante, Víctor José Navarro Jiménez ha cumplido con los requisitos para ser considerado juglar desde su infancia, lo cual nos cuenta en uno de los libros que es, en el fondo, La huerta del diablo.
En esa segunda parte acudimos a sus correrías por pueblos y ciudades del caribe colombiano, junto a su padre y su hermano. Sufrimos con ellos las penurias del rebusque, disfrutamos sus intercambios con grandes maestros de la música vallenata, refrendados por una copiosa galería fotográfica, envidiada por coleccionistas y degustadores. Asistimos, también, a su acercamiento a la farándula, la forma casi milagrosa como logró ser reclutado para su primer papel, y el hermoso homenaje que le ha hecho a su padre en esas líneas: el gigante cuyos hombros se trepó, su guía y su motor en este difícil camino de artista.
En la primera parte o en el primer libro contenido dentro de La huerta del diablo, se nos presentan cinco relatos que se podrían ubicar en el realismo mágico debido a los hechos extraordinarios que se suceden en el pueblo, integrados a la cotidianidad de sus habitantes, sin que la presencia de una huerta propiedad del mismo demonio, las guacas de oro o una ciénaga plateada que oficia como umbral entre la tierra de los vivos y los muertos, inmuten a alguno de los habitantes de ese pueblo que tanto ha experimentado lo maravilloso entreverado con su realidad como la barbarie y la violencia, entrelazadas con la paz de sus campos, entre la llanura y la serranía.
En estos relatos podemos encontrarnos todos, sea por sufrir el desarraigo, por ser víctimas de la corrupción de los gamonales que han gobernado a este país desde siempre, porque echamos manos a las palabras para escaparnos de la absurda realidad cotidiana en la que los horrores de la violencia se nos volvieron paisaje, cambiándonos los sonidos de las gaitas y los pájaros del monte por el chirrido de las balas.
Víctor en esta, su primera obra - la cual ya cuenta con su segunda edición -, se nos presenta como un narrador consciente de su oficio y del universo en el cual sitúa sus relatos, tanto del caribe exuberante del que brotaron ambos, autor y obra, como de la larga tradición de grandes narradores y conversadores que le han precedido, bajo cuyas sombras se ha sentado a construir las imágenes y las texturas que recorren este libro.
No teme ser cobijado bajo el realismo mágico en estas páginas pues sabe que su forma de entender el mundo y de expresarlo supera ese cliché en que ha terminado convertido el espíritu que se encuentra en el centro mismo de nuestra manera de ser, estar y morirnos. Yo lo encuentro más cercano a Rojas Herazo y su búsqueda del paraíso que se esconde en el patio de la casa, ese lugar sagrado desde el cual surgimos y al cual siempre anhelamos retornar, donde somos como en ninguna otra parte y a pesar de todo.
El lenguaje de estos relatos es preciso, cercano, sin pretensiones artificiosas ni rebusques de pirotecnias, aunque tampoco es tosco, ni ordinario. Tiene tanto el lirismo y la sutileza de un porro de Leonardo Gamarra o un paseo de Adolfo Pacheco como el abigarramiento de una tarde de mercado en la orilla del río en Magangué. Se sostienen sus relatos en la vivencia de las anécdotas que lo detonaron, en las lecturas que los alimentaron y en el juicio de la escritura que los sacó a la luz, con la certeza de que esta propuesta literaria constituye un paso significativo en su empeño por contribuir en la salvaguardia del gran tesoro cultural del cual Víctor es cultor y heredero.
Bienvenidos, todos, a los recovecos de La huerta del diablo.
Luis Carlos Ramírez Lascarro
Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro
A tres tabacos
Luis Carlos Ramírez Lascarro (Guamal, Magdalena, Colombia, 1984). Historiador y gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena y Maestrante en Escrituras audiovisuales en la misma universidad.
Autor de los libros: Confidencia: Cantos de dolor y de muerte (2025); Evolución y tensiones de las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (en coautoría con Xavier Ávila, 2024), La cumbia en Guamal, Magdalena (en coautoría con David Ramírez, 2023), El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica (en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza, 2020).
Ha escrito las obras teatrales Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien también lo representa. Su trabajo poético ha sido incluido en antologías como: Quemarlo todo (2021), Contagio poesía (2020), Antología Nacional de Relata (2013), Tocando el viento (2012), Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Polen para fecundar manantiales (2008) y Poesía social sin banderas (2005), y en narrativa, figura en Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021).
Como articulista y editor ha colaborado con las revistas Hojalata, María mulata (2020), Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023), y ha participado en todos los números de la revista La gota fría (No. 1, 2018; No. 2, 2020; No. 3, 2021; No. 4, 2022; No. 5, 2023; No. 6, 2024 y No.7, 2025).
Entre los eventos en los que ha sido conferencista invitado se destacan: Ciclo de conferencias “Hablando del Magdalena” de Cajamag (2024), con el conversatorio Conversando nuestra historia guamalera; Conversatorio Aproximaciones históricas a las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (2024); Primer Congreso de Historia y Patrimonio Universidad del Magdalena (2023), con la ponencia: La instrumentalización de las fuentes históricas en la construcción del discurso hegemónico de la vallenatología; el VI Encuentro Nacional de Investigadores de la Música Vallenata (2017), con Julio Erazo Cuevas, el juglar guamalero; y el Foro Vallenato Clásico (2016), en el marco del 49º Festival de la Leyenda Vallenata, con Zuletazos clásicos.
Ha ejercido como corrector estilístico y ortotipográfico en El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), donde además participó como prologuista.
Realizó la postulación del maestro cañamillero Aurelio Fernández Guerrero a la convocatoria Trayectorias 2024 del Ministerio de Cultura, en la cual resultó ganador; participó como Asesor externo en la elaboración del PES de la Cumbia tradicional del Caribe colombiano (2023) y lideró la postulación de las Procesiones de semana santa de Guamal, Magdalena a la LRPCI del ámbito departamental (2021), obteniendo la aprobación para la realización del PES en 2023, el cual está en proceso.
Sus artículos han sido citados en estudios académicos como la tesis Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021); el libro Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020) y la tesis El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017).
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