Literatura
Silencios de la huésped, de Mafe Piñeres

Corría 1996 y yo cursaba el último año de bachillerato en Cartagena. Las tardes me encontraban en la biblioteca Bartolomé Calvo, leyendo un poco de todo antes de salir a caminar por la Ciudad Vieja. Fue en esa época de cambios que, casi por azar, me crucé con Sol Edad (Norma, 1984), el primer libro de Ángela Botero López (Medellín, 1959), que compré y devoré en un almacén del centro. Leerla fue un descubrimiento: me mostró que la poesía podía ser clara, luminosa, sencilla y cercana, que no necesitaba adornos excesivos para conmover ni estructuras rígidas para quedarse en la memoria.
Traigo esta experiencia porque algo similar me sucedió con Silencios de la huésped, de Mafe Piñeres. En sus páginas sentí esa misma capacidad de atrapar con pocas palabras y de expresar emociones hondas sin artificio, con un estilo íntimo y confesional. Piñeres, como Botero López, me recordó que la poesía no siempre exige solemnidad: a veces basta con la honestidad de una voz que se atreve a hablar desde lo más personal para que el lector se reconozca en ella.
Mafe Piñeres (Cartagena, 1992) es comunicadora social y periodista, especialista en mercadeo. Su labor combina la promoción literaria y la gestión cultural, impulsando la obra de otros escritores y motivando a las audiencias a descubrir la poesía y la lectura. Miembro del club de lectura Las mil y una lectoras, ha participado con sus poemas en diversas antologías. Silencios de la huésped marca su debut editorial.
El poemario está dividido en cuatro etapas —Suspiros, Silencios, Sincericidios y Secuelas—, construye un recorrido emocional que va desde el enamoramiento hasta la madurez, desde el deseo hasta la independencia.
Primera etapa: Suspiros
En esta primera parte, los poemas se concentran en el inicio del enamoramiento: el deseo de ser correspondido, la locura de darlo todo y esperar que sea recibido como un regalo. El sujeto amado aparece como musa y misterio, presente y ausente al mismo tiempo.
El tono es cercano y anhelante; el estilo, breve, libre y expresivo. Es la etapa del descubrimiento y la idealización, donde el amor funciona como chispa inicial, motor creativo y promesa.
Uno de los poemas más representativos de esta parte es Tu nombre:
“Exhalo tu nombre
en cada suspiro,
como si la fuerza de una bocanada
te levantara
con la urgencia de un tornado
y te trajera
hasta mi insomnio
para abrazarte en la madrugada”.
Los textos de Suspiros son pausas convertidas en versos, deseos que se exhalan. No solo aborda el amor romántico, sino también su influencia en la creación artística y su inevitable conexión con la pérdida, la espera y la imaginación.
Segunda etapa: Silencios
En esta sección se percibe un giro de tono respecto a Suspiros. Ya no se trata del amor naciente ni de la ilusión creativa, sino de la fractura, la despedida y la introspección. El silencio se convierte en protagonista: callar, recordar, resignarse, escribir para no gritar.
La autora mantiene su estilo íntimo y libre, pero el tono se vuelve más grave y descarnado. Silencios es el momento en que el amor deja de ser chispa para transformarse en eco, y la poesía en testamento y amparo.
Esto se refleja con fuerza en el poema Suposición:
“A lo mejor,
mis poemas son los besos
que no sucedieron,
mi anhelo frenético no consumado.
Una sucesión de lamentos
y de sueños frustrados,
una injusta condena que paga el papel,
por lo que mis expectativas crearon”.
Aquí la voz poética confiesa que escribe no por elección estética, sino como consecuencia de lo que no pudo vivir. Los poemas se vuelven la huella de lo no acontecido, el registro de un deseo que nunca llegó a cumplirse.
Tercera etapa: Sincericidios
En Sincericidios irrumpe la fase más cruda y frontal del proceso amoroso y creativo. Si en Suspiros predominaba la ilusión y en Silencios el duelo, aquí encontramos lucidez, confrontación y autocrítica. La voz poética se atreve a nombrar lo que antes callaba y a enfrentar lo que antes se disfrazaba de metáfora.
Un ejemplo claro es La huésped:
“Te saluda la que no se quiere despedir.
Se despide la que no se quiere ir.
Me sobran las ganas,
se me agota la paciencia.
Creí que podía intentarlo
y no soporto las consecuencias.
He sido víctima de mi terquedad,
lecciones, poemas
y una dosis de realidad
ocupan hoy mis manos vacías”.
En estos versos se percibe el cansancio y la certeza de que insistir es una forma de autodestrucción. El estilo se vuelve más directo y afilado, cercano al aforismo. La poesía ya no es solo trinchera, sino un arma de liberación.
Piñeres practica el “sincericidio”: matar la ilusión con verdades necesarias. Se enfrenta a su propia terquedad, al desgaste del deseo y al poder de la musa, para al fin reconstruirse a través de la palabra.
Cuarta etapa: Secuelas
En esta última parte, los poemas dejan de girar en torno al otro y se concentran en la voz poética misma. Es la etapa del aprendizaje, el desprendimiento y la reconstrucción. Después del amor y la ruptura, lo que permanece es la madurez, la independencia y la poesía como legado.
En Secuelas, el amor aparece como cicatriz: ya no duele, pero deja su marca. Los textos exploran la distancia crítica, el olvido resignificado, la superación personal y la independencia afectiva. Reconoce el dolor vivido, lo convierte en aprendizaje y elige seguir adelante con un yo renovado.
Un ejemplo es Like a plane:
“Soy como el avión:
emprendo mi camino puntual,
solo con los que quieren
volar conmigo,
así, quienes en verdad lo desean,
se esfuerzan por abordar
a tiempo”.
Secuelas es el cierre natural de todo el recorrido: después del suspiro, el silencio y el sincericidio, queda la huella del amor, pero también la certeza de que la poesía ha sido el medio para sanar. El olvido trae consigo paz, y la poeta, transformada por la experiencia, encuentra en sí misma el amor que buscaba. Ha aceptado su oscuridad, la ha amado y, en ese gesto, ha alcanzado la plenitud.
Este libro no es solo un conjunto de poemas: es una experiencia sensorial. Entre sus páginas se entrelazan versos, fragmentos de canciones e ilustraciones de Angie Mansur Andrade, “Gretta con ganas”, que dialogan con la palabra y la transforman en un espejo visual de lo que habita en lo más profundo del ser.
De Suspiros a Secuelas, Mafe Piñeres transforma la experiencia amorosa en poesía viva, desnuda y honesta. Este poemario narra la relación con el otro y la relación con uno mismo: con la propia voz, con la memoria, con la emoción. Es un testimonio de que la poesía puede ser un puerto seguro, catarsis y, sobre todo, celebración del yo transformado por el amor.
Emma Claus
Sobre el autor

Emma Claus
Mientras Hannah duerme
Nació en Becerril, Cesar. Vive en Alemania. Se graduó en ingeniería en minas, pero la literatura siempre le habló al oido, al final, la escuchó y aún siguen conversando. Empezó a escribir a los diez años. La poesia ha estado en su vida desde el principio, tanto que tiene cuatro poemarios sin editar en orden de creación: Principios (1990-1998), Cuando duermo (1999-2001), El forjador y otras odas (2002-2006) y Nuestro secreto (2007-2010). Algunos de sus textos fueron incluidos en los libros “Antología para amarte Uno”,” Antología para amarte dos” de la fundación Siembra, en Sogamoso, Boyacá y en antología de la Revista de arte y cultura en Tunja, Boyacá. En 2020, publicó de la mano de la editorial independiente Calixta su primera novela “Siempre bajo la lluvia”.
Es una apasionada de las buenas novelas y de la literatura colombiana, por eso dedica parte de su tiempo a escribir reseñas, así motiva su lectura y la divulgación de escritores colombianos. Todo inicia con el nacimiento de su hija Hannah y el único tiempo que tenía para escribir y leer era mientras ella dormía, de allí, el nombre de esta columna: Mientras Hannah duerme.
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