Literatura
Voluptuosidad y otros poemas de Diógenes Armando Pino Avila
Tras la publicación de sus poemas "Cosmogonías y cosmovisiones", el poeta Diógenes Armando Pino Ávila recorre con estos nuevos versos las luces y sombras de unos horizontes más eróticos e íntimos.
En ellos brillan la voluptuosidad de mujeres fascinantes, seductoras por naturaleza, sin ser conscientes de serlo, pero también los escenarios más insospechados para la estimulación amorosa.
Voluptuosidad
Armoniosas curvas sinuosidades
de su hermosa y delicada figura,
se marcan bajo el ceñido traje
de ésta provocativa criatura
De andar grácil, bella entre las beldades.
¿Quién pudiera acariciar las estructuras
cimbreantes que cubre los encajes
de su traje -fachada de su arquitectura?-
Cómo deseo alzarme por las escaleras
torneadas de sus sensuales muslos,
y llegar a su pubis a la carrera...
Llegar a sus senos, su boca de breva,
asomarme a sus ojos, ver otros mundos,
bajar a su pubis ¡Qué ventolera!
Aseadora
Muchacha que furiosa tiras la escoba
y el trapero cuando limpias los pisos,
muchacha que fácil te sonrojas
cuando te hablo de tus hechizos.
Cuando te agachas y el trapero mojas,
siento que por dentro me petrifico,
ya que al agacharte a mi vista arrojas
un panorama que me deja bizco.
Muchacha de formas voluptuosas,
que afanosa arreglas el desorden nuestro,
muchacha de piernas largas preciosas
Que rítmicamente mueves tu cuerpo
cuando barres -yo pienso mil cosas-
¡eres capaz de levantar a los muertos!
Imprevisión
Hoy morenita del alma me dices
que me quieres, y yo con gracejo
te comparo, con las turbias perdices
que andan por los caminos del potrero.
Hoy morenita del alma quisiste
hacer de mi amor monumento postrero
y en la cama lasciva te desvestiste
con inquietos movimientos ligeros.
Más no me precaví, ni te precaviste
-mientras caía el torrencial aguacero-
que tu hermanito fue capaz de seguirte
y todo tembloroso bajo el alero
escuchó inquieto lo que me dijiste
y nos observó por un agujero.
En el zoológico
Hoy fui a un zoológico -cautiverio
de elefantes, tigres, cabras y leones-
y lo observé todo con un criterio
científico, haciendo lucubraciones.
Me entretuve con las cebras -misterios
de su piel, de los presos sus pantalones
y camisas de rayas blanco y negro-
y las melenas hippies de los leones.
Todo me inquietó. Las fieras hoscas,
los chimpancés graciosos y distantes,
los hipopótamos de narizotas
grandes... y más que todo el instante
en que unas despreocupadas moscas
¡hacían el amor, sobre un elefante!
Matrimonio En La Aldea
Chisporroteaban los cirios
de la parroquial iglesia
consumidos en martirios
y espasmos de epilepsia.
La pareja de rodillas
desesperada espera
con los nervios de puntillas
la bendición casamentera.
Dos beatas cuchichean
entre salves y avemarías
todos los sucesos del día
de la decrépita aldea.
Muy alta la temperatura
siento aún junto a la ventana
-y pienso- como estará el cura
con tanto adorno en la sotana.
El calor está que abrasa
en la iglesia de la aldea,
y el cura a las beatas
mata el hambre con par obleas.
El presbítero santo esteta
de la eclesiástica y santa jaez
bebe vino, mientras reseca
está la garganta de éste feligrés.
Por fin! la perorata sagrada
llega a su feliz culminación
y a la pareja, le da dos cruzadas
¡como si les hiciera un favor!
Nocturnito
Croar de ranas, cantar de sapos
iracundos mosquitos de fuerte punzar
ladridos de perro, erotismo de gatos
escucho aburrido en mi soledad.
Desalentado concentrarme trato,
ingentes esfuerzos por mi inspirar
... inútil todo, recojo mis trastos,
furioso decido irme a roncar.
Me tiendo horizontal en el lecho,
inútilmente trato el sueño llamar,
cuento ovejas, las vigas del techo.
Duermo un ratito, vuelvo a despertar,
la noche pasa corriendo derecho
¡maldito insomnio, insomnio infernal!
Diógenes Armando Pino Avila
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