Literatura
Ella soñaba con el mar, de Abraham Prudencio
Leonor es Anaïs o Delphine, o Beatriz es Leonor, o acaso ninguna de ellas existe más que en el divagar de Pancho, un peruano varado en París en donde sueña con escribir libros que ya su doble, alter ego y tocayo del autor, por si fuera poco, ha publicado.
Con una prosa límpida y un tempo narrativo inmejorable, Abraham Prudencio (Perú, 1979) nos entrega Ella soñaba con el mar (Altazor, 2012), una corta novela que cuenta la historia de un escritor desarraigado que ha empezado a sucumbir suavemente, tocado por una suerte de follie douce, ante las consabidas trampas que Paris suele tender a los artistas: la soledad y la ilusión.
Ajeno a todo dramatismo, Abraham Prudencio nos cuenta este banal drama social, humano, artístico con una deliciosa ligereza: “Todo se podía arreglar pero Pancho se había olvidado de lo más importante en París: el dinero”.
El lector se entera poco a poco de las peripecias de Pancho con una inevitable sonrisa; lo mismo ocurre cuando aborda el tema del doble como cuando Pancho escribe en el buscador de internet su nombre y se da con que “el otro”, el tal Abraham Prudencio, había ya publicado los libros que él, Pancho, había escrito (¿o soñaba escribir?) pero sobre todo, que ese otro escritor estaba por publicar Ella soñaba con el mar, su ofrenda de amor para Leonor o Anaïs o Delphine o como se llamara su amada real o imaginaria.
¿Un doble? ¿Un paranoico? ¿Las dos cosas juntas? ¿Un escritorzuelo delirante que no deja de pensar en su Perú natal? A diferencia de William Wilson, aquel atormentado personaje de Poe que va a búsqueda de su doble que es en realidad él mismo, aquí el tono es frívolo y la visión de esa búsqueda más bien graciosa pero no por eso desconcertante.
Con la historia de Pancho, Abraham Prudencio ha construido un relato de impecable factura que se lee de un tirón por su capacidad de capturar al lector y en el que cada frase denota un sólido dominio del arte de narrar, como lo muestra la presencia del perro Belleville, el fiel compañero de Pancho, que escucha su búsqueda de la felicidad y su realización como escritor.
Jorge Cuba Luque
0 Comentarios
Le puede interesar

Cómo elegir el título de una novela
El momento de elegir el título de una novela es un momento que siempre pone nerviosos a los escritores. A fin de cuentas, el títu...

José Eustasio Rivera, el gran caballero del soneto
Aunque en la actualidad no se conoce con precisión el número de sonetos escritos por el destacado novelista José Eustasio Rivera, po...

Turismo literario o cómo pensar en otra forma de viajar
¿Existen las rutas de turismo literario, no hay acaso rutas de castillos con fantasmas?, entonces… Lo cierto es que nunca me he...

El fracaso de “El otoño del patriarca”
En 1975 cuando por fin vio la luz El otoño del patriarca, después de varios años de estar anunciándose su publicación, fue g...

Historias de borrachos violentos
Fue durante unas vacaciones de Navidad, enLa Puerta, una discoteca del Centro Histórico de Santa Marta, desde la que se puede -aunque ...