Literatura
El editor de lo imposible
Su editorial siempre estuvo al borde la quiebra. Cada proyecto ponía en peligro su futuro y su independencia, pero en eso consiste la labor de un editor que aboga por la calidad y la renovación literaria.
Maurice Nadeau era el arquetipo del editor incansable e imparable, libre y apasionado. Siempre inquieto por descubrir y difundir los valores literarios de su época, ponerlos a la disposición del gran público, el hombre andaba inmerso en la crítica literaria y alternaba esa actividad con la edición.
Se le conoce por la prestigiosa revista literaria “Quinzaine literaire” (Quincena literaria), que fundó en Francia en el año 1966, pero también por su extraordinario olfato a la hora de escoger los autores y las obras que quería publicar.
Escritores como Henry Miller, Witold Gombrowicz, Alexander Solzhenitsin o Michel Houellebeck le deben una cierta parte de su popularidad. Él fue quien contribuyó a su masificación con unas atrevidas y espléndidas ediciones que generaban ruido en su entorno.
Nadeau tenía esa vocación de descubridor innato. De hecho, se alegraba de haber contribuido al posicionamiento de nombres tan insignes hoy como Henry Miller (quien le dio la totalidad de su obra), Samuel Becket (a quien hizo una referencia en un artículo clave para su reconocimiento posterior), Georges Bataille, René Char o Henri Michaux.
Sin embargo, el editor se enorgullecía especialmente de haber descubierto a Malcolm Lowry: el mayor descubrimiento de todos, como decía. “Su libro “Bajo el volcán” es una de las más grandes historias de amor que he leído”, admitió en una entrevista.
Empezó trabajando en diferentes editoriales antes de crear la suya en 1977: Les Lettres Nouvelles (Las nuevas letras) donde rápidamente aparecieron obras como “Ampliación del campo de batalla” (la primera novela de Michel Houellebecq) o jóvenes autores como Soazig Aaron, Ling Xi o Yann Garvoz (quienes hoy gozan de un grandísimo prestigio).
Cuando se le preguntaba sobre las razones de sus aciertos, Maurice Nadeau recalcaba siempre su cercanía con los libros y su apasionamiento. En una entrevista organizada con motivo de su 100º aniversario, el hombre se sinceró más de lo habitual: “Durante toda mi vida, siempre estuve en el lugar indicado para descubrir a nuevos autores. Estaba atento, escuchaba, leía mucho, manuscritos, revistas, la prensa extranjera”.
Sin duda, su experiencia como crítico en el periódico de la Resistencia francesa “Combat” (dirigido por Albert Camus), donde se encargó de la sección literaria durante siete años, le ayudó a profundizar ese temperamento de descubridor. Pero su tesón e inconformismo, su visión y perfeccionismo, hicieron el resto y le permitieron competir con los mastodontes del mundo editorial.
Maurice Nadeau no publicaba más de diez obras por año (y en muy pocas ocasiones recibía los honores de certámenes literarios), pero todas esas obras causaban un impacto máximo en la sociedad. Por eso, el crítico y escritor francés Angelo Rinaldi lo describió como el “editor de lo imposible”.
Este mes de junio, su fallecimiento a los 102 años provocó el entristecimiento del mundo literario que lo recordará también como un modelo de voluntad e inquebrantable exigencia.
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