Literatura

El adiós y otros poemas, de Yolaida Padilla

Redacción

06/08/2013 - 11:35

 

En su último poemario, la docente y poetisa de San Diego, Yolaida Padilla, explora la fuerza de un reencuentro y el dolor de una partida. Instantes que no dejan a nadie indiferente y que exacerban las dudas.

Su último poema, en memoria del gran juglar Leandro Díaz, nos recuerda la trayectoria estelar de un hombre que en la oscuridad supo discernir lo más bello de esta vida y compartirlo con sus seres queridos.

 

El adiós

Envuelto en la maraña del tiempo

se  acaba un sentimiento

como fumarola sin reversa

que tristemente agitando sus brazos

sin fuerzas diciendo adiós se dispersa.

 

Esperanzas derruidas que hicieron nido

en  un alma ausente

a sabiendas que el ave impasible

volaría sin retorno

al fácil paraje  del olvido.

 

El  manantial salobre

que adornó con  paciencia

tanto tiempo las orbitas

poco a poco se secó

aunque al recordarte

aun oprime  el pecho

constatar que el oasis

de amor y ternura

dado con tanta nobleza te cercó

y que en las garras de la ingratitud

cobró fuerzas…

tu desapego  me hizo libre

y hoy al fin  ¡!te digo adiós!!

 

[San Diego Julio de 2013]

 

Llegaste esa tarde

Entre el sol y la sombra

Sentí tu voz esa tarde

No sé porque, sin ver tu rostro

Quedó tu efigie vagando en el aire.

 

Una joven noche de septiembre

Entre amigos pude hablarte

Sin titubeos ni tapujos

Tus intenciones revelaste

Sembrando en mí sentir la duda

Y en el cerebro…

¡Como tinta indeleble te impregnaste!

 

A lo lejos te concebí

Aliciente de mi soledad

Escalando día a día

Cual empinada montaña

A la mágica cima sentimental.

 

Trajiste rayito de luz

A una vida cada mañana

Hilvanando en la frágil tela del alma

Un trocito de felicidad.

 

Pero… somos tan distantes

Cual recio muro impenetrable

Que se cohíbe ante el calor de la piel

Al susurro apasionado del aliento

A las caricias surgidas

En la imaginación delirante,

Dejando sólo  al descubierto

El temor infinito de amar

¡Así fuera un instante!

 

Entre dudas y vacilaciones

Que llegan y se alejan

Cual fugaz brisa que se estanca

Cansado de esperar… ¡te alejaste!

Hoy aunque se lamente un corazón

Absurdo, afligido… roto

Y existan unas manos vacías

Esperare que regreses

Como llegaste esa tarde.

 

[San Diego, Nov de 2012]

 

Un cardón en el cielo

Una mañana Guajira

adornada de alegría y colores

te dio la bienvenida;

mas tus ojos…

que al mundo habrían de iluminar

traían  oscuridad,

así creciste…

pero  de  tu alma emanaba

la nítida inspiración

que te haría inmortal.

Una tarde de arrebol

un viento cargado de tibieza

te trajo a las Flores de San Diego

donde quedaste hechizado

por el inmenso amor

de unos macizos brazos morenos,

entonces, el cardón echó raíces

al compas de serenatas, amigos

y tres nobles guitarras

engalanaron tus años más felices

anidados en tu espíritu

cual capullos de rosas blancas.

 

El  regocijo y el amor

acompañaron tus pasos

otras veces, tu canto

reflejaba la tristeza

y soledad de un corazón

pero… ¡la vida te compensó!

con el cariño y reconocimiento

por el aporte infinito

que le impregnaste al folclor.

 

Una madrugada de junio,

Dios te llamó a alegrar su mundo

para que tus ojos sin luz

iluminen de suspiros el firmamento

elevando hacia la nube más alta

tu voz sabia y lastimera

de  nuevo con  las tres guitarras.

Allí reinarás con Matildelina

la musa de tus desvelos

y la sabana sonreirá  también

al ver un cardón en el cielo.

 

Yolaida Padilla Vásquez

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