Literatura
El adiós y otros poemas, de Yolaida Padilla
En su último poemario, la docente y poetisa de San Diego, Yolaida Padilla, explora la fuerza de un reencuentro y el dolor de una partida. Instantes que no dejan a nadie indiferente y que exacerban las dudas.
Su último poema, en memoria del gran juglar Leandro DÃaz, nos recuerda la trayectoria estelar de un hombre que en la oscuridad supo discernir lo más bello de esta vida y compartirlo con sus seres queridos.
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El adiós
Envuelto en la maraña del tiempo
se acaba un sentimiento
como fumarola sin reversa
que tristemente agitando sus brazos
sin fuerzas diciendo adiós se dispersa.
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Esperanzas derruidas que hicieron nido
en un alma ausente
a sabiendas que el ave impasible
volarÃa sin retorno
al fácil paraje del olvido.
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El manantial salobre
que adornó con paciencia
tanto tiempo las orbitas
poco a poco se secó
aunque al recordarte
aun oprime el pecho
constatar que el oasis
de amor y ternura
dado con tanta nobleza te cercó
y que en las garras de la ingratitud
cobró fuerzas…
tu desapego me hizo libre
y hoy al fin ¡!te digo adiós!!
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[San Diego Julio de 2013]
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Llegaste esa tarde
Entre el sol y la sombra
Sentà tu voz esa tarde
No sé porque, sin ver tu rostro
Quedó tu efigie vagando en el aire.
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Una joven noche de septiembre
Entre amigos pude hablarte
Sin titubeos ni tapujos
Tus intenciones revelaste
Sembrando en mà sentir la duda
Y en el cerebro…
¡Como tinta indeleble te impregnaste!
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A lo lejos te concebÃ
Aliciente de mi soledad
Escalando dÃa a dÃa
Cual empinada montaña
A la mágica cima sentimental.
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Trajiste rayito de luz
A una vida cada mañana
Hilvanando en la frágil tela del alma
Un trocito de felicidad.
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Pero… somos tan distantes
Cual recio muro impenetrable
Que se cohÃbe ante el calor de la piel
Al susurro apasionado del aliento
A las caricias surgidas
En la imaginación delirante,
Dejando sólo  al descubierto
El temor infinito de amar
¡Asà fuera un instante!
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Entre dudas y vacilaciones
Que llegan y se alejan
Cual fugaz brisa que se estanca
Cansado de esperar… ¡te alejaste!
Hoy aunque se lamente un corazón
Absurdo, afligido… roto
Y existan unas manos vacÃas
Esperare que regreses
Como llegaste esa tarde.
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[San Diego, Nov de 2012]
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Un cardón en el cielo
Una mañana Guajira
adornada de alegrÃa y colores
te dio la bienvenida;
mas tus ojos…
que al mundo habrÃan de iluminar
traÃan oscuridad,
asà creciste…
pero de tu alma emanaba
la nÃtida inspiración
que te harÃa inmortal.
Una tarde de arrebol
un viento cargado de tibieza
te trajo a las Flores de San Diego
donde quedaste hechizado
por el inmenso amor
de unos macizos brazos morenos,
entonces, el cardón echó raÃces
al compas de serenatas, amigos
y tres nobles guitarras
engalanaron tus años más felices
anidados en tu espÃritu
cual capullos de rosas blancas.
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El regocijo y el amor
acompañaron tus pasos
otras veces, tu canto
reflejaba la tristeza
y soledad de un corazón
pero… ¡la vida te compensó!
con el cariño y reconocimiento
por el aporte infinito
que le impregnaste al folclor.
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Una madrugada de junio,
Dios te llamó a alegrar su mundo
para que tus ojos sin luz
iluminen de suspiros el firmamento
elevando hacia la nube más alta
tu voz sabia y lastimera
de nuevo con las tres guitarras.
Allà reinarás con Matildelina
la musa de tus desvelos
y la sabana sonreirá también
al ver un cardón en el cielo.
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Yolaida Padilla Vásquez
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