Literatura
La muerte del estratega
Hace algunos días la literatura colombiana sufrió una de sus más grandes pérdidas con la muerte del historiador, poeta y novelista, Álvaro Mutis; un hombre apasionado por las letras quien durante muchas décadas aportó una infinita gama de análisis y reflexiones sobre la historia, la filosofía y la creación literaria, que hoy permiten establecer una mirada más clara de la literatura colombiana en el contexto universal.
Ha muerto el estratega de las letras cuyo apasionamiento por la cultura lo llevó a meterse en empresas descabelladas a punto de terminar preso durante 15 meses en Lecumberri, una cárcel de México, ante el requerimiento de autoridades colombianas que luego de acusarlo de usar fondos públicos de la cultura para auspiciar a amigos escritores, entre ellos García Márquez, su entrañable amigo, terminaron absolviéndolo. De ese carcelazo, surgió la historia llamada El Diario de Lecumberri, que más que anotaciones, parece un tratado sobre la empañada circunstancia humana.
Su condición postmoderna lo convirtió en un eterno exiliado, que lo llevaba a añorar el Tolima, su patria chica, a pesar de haber nacido en Bogotá. Eso tal vez lo hizo entender que ya no pertenecía a ninguna parte; aun así en su jardín de ciudad de México sembraba matas de plátanos y otras plantas de tierra caliente, tratando de evocar esa zona de donde provenía, pero que no alcanzaba a superar su eterna condición de errante, tal como lo plasma en su personaje Maqroll el Gaviero, su alter ego, que pasó de ser una figura poética, a convertirse en una expresión viva de sus novelas, pues hace tiempo, según sus mismas palabras, Maqroll le pedía a gritos más libertad para actuar, por eso lo trasladó a su proyecto narrativo.
Mutis, quien incursionó por primera vez en la literatura mediante la poesía, logró construir una posición sólida dentro del campo poético, para luego, a comienzos de la década de los ochenta, llegar a convertirse en uno de los novelistas más jóvenes de Colombia, no por su edad, sino por su repentina y exitosa carrera de novelista en tan corto tiempo.
Quizás Mutis sea el único escritor colombiano en atreverse a proponer una filosofía de la desesperanza y desarrollarla a través de su personaje postmoderno Maqroll el Gaviero, un desesperanzado quien a la vez espera, un incapaz de amar, incomunicado y propenso a los proyectos que ponen en peligro su vida a pesar de la enorme lucidez con la que actúa.
Volver a leer sus poemas, su magnífico cuento, La muerte del estratega, o sus novelas entre ellas: Ilona llega con la lluvia, La última escala del Tramp Steamer, La nieve del almirante, Un bel Morir, Abdul Bashur, soñador de navíos; Almíbar, El diario de Lecumberri o La mansión de la Araucaíma, su exitoso intento de construir desde el trópico una novela gótica, es entender que nuestro escritor de tierra caliente después de intentar ser europeo durante su infancia en Bélgica y luego latinoamericano en su regreso a Coello Tolima después de la muerte de su padre, para vivir con su madre quien heredaba esa tierra, por más que intentara quedarse en un sitio definido, Mutis estaba condenado a vivir en un eterno exilio que definiría su proyecto estético como una forma de vida, en la que elaboraba certeramente los planos de su existencia en este mundo de incomprensiones y empresas miríficas que agudizaban su eterna visión de exiliado y ciudadano del mundo.
Ha muerto Álvaro Mutis, uno de los colombianos más cultos de los últimos tiempos y con su muerte, Maqroll el Gaviero emprende otro viaje más, en el que habrá de confirmar que no pertenece a Europa, ni a Latinoamérica, mucho menos a cualquier reino de este mundo ni de otro; su destino será siempre el del errante, en el que ningún puerto define su último viaje, porque vivirá por siempre tras las huellas de sus amigos literarios que se esconden en los lugares menos imaginados de la nostalgia y del deseo de encontrarlos.
Esta es otra escala de su gran Tramp steamer, que sigue el viaje eterno tras las huellas de Ilona, Abdul Bashur, Flor Estévez o cualquier otro de sus grandes amigos que aparecen cuando abrimos una de sus novelas donde también está él, enorme, imponente en su condición desesperanzada, que necesita seguir vagando a pesar de que su naturaleza mortal le haya definido su último viaje.
Óscar Ariza Daza
@Oscararizadaza
Sobre el autor
Oscar Andrés Ariza Daza
Bitácora
Oscar Andrés Ariza Daza. Licenciado en Idiomas, Magíster en Literatura Hispanoamericana y estudiante de doctorado en literatura. Profesor investigador de la Universidad Popular del Cesar. Escritor y columnista del Diario El Pilón.
0 Comentarios
Le puede interesar
Gioconda Belli: una voz comprometida
Todos los años, al llegar el mes de abrir, parafraseando a Antonio Machado, se produce un “milagro de la primavera”, pues como...
¿Cómo escribir la vida de otra persona?
«Abuela, cuéntanos cosas de cuando tú eras pequeña», nos pide una vocecilla que, a veces, no es más que el eco de nuestros pr...
Consejos para leer más libros y hacer de la lectura un hábito
Leer es un modo de entretenimiento y conocimiento que, desde hace tiempo, convive y compite contra otras formas de ocio e informaci...
Poemas desde el río Grande
A sabiendas de que la poesía es algo simple pero bello, y que sus lectores son exigentes por naturaleza, hoy me aventuro a present...
Temporal de brujas
Recientemente, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, fue presentado el libro de cuentos Temporal de brujas, q...