Literatura

Albert Camus: un siglo de presencia e influencia

Gustavo Quiceno Jaramillo

08/11/2013 - 11:00

 

¿Es posible una religión sin dios? ¿Se puede ser verdaderamente humano y a la vez declararse ateo? ¿La bondad es acaso exclusiva del ser humano religioso?

Estas son sólo algunas preguntas a las cuales confronta con sus lectores el escritor de lengua francesa Albert Camus.

Nacido el 7 de noviembre de 1913, hace exactamente un siglo, sería este autor entre otros que me sacudiera de mi adormecimiento intelectual, propio de la adolescencia. Cuando lo encontré por primera vez frisaba ya los 18 y yo cursaba el undécimo grado en la Normal La Candelaria de mi pueblo Marquetalia.

Mi espíritu más que ensimismado se tornaba agnóstico en cuestiones de religión y rebelde sin causa ante los acontecimientos de mi entorno y mi mundo interior.

La lucha interna, mi combate, consistía entre aprobar o asumir lo que me enseñaba la religión católica, propia de mi ambiente de hogar, de pueblo y de colegio, y los valores e ideales de la filosofía existencial aprehendida en la lectura de libros literarios y filosóficos. En ese momento, no se me venía a la cabeza (o no era aún propio de la época) verbos como “conciliar”, “sintetizar” o “armonizar”…No, eran los días en que se debía tomar posición y entonces se caía en la angustia, el cuestionamiento, la crisis y en el peor de los casos en el fundamentalismo.

Libros como las novelas de Albert Camus e ideas filosóficas con respecto al existencialismo de otros autores como J.P Sastre, me llevaban a confrontar sus pensamientos con lo que se me había inculcado hasta ese momento.

Al confrontar aquellos dos representantes del “existencialismo ateo”, denotaba una diferencia para mí importante y descollante entre ambos, mientras que el pesimismo de Sastre con respecto a Dios cuestionaba y desconcertaba, haciendo ver la vida realmente absurda y sin sentido, veía en los postulados de Camus una visión de la existencia distinguida más por la esperanza, el optimismo alegre. Mismo si él negaba a Dios y pregonaba el absurdo en ciertos acontecimientos de la vida del hombre, al final demostraba que sólo cuando los hombres trabajan en grupo, se ayudan y se solidarizan frente a la tragedia, este mundo puede ser más amable.

“La peste” fue el primer libro de Camus que leí justo en el último año de colegio. Lo escogí porque supe que había ganado en 1957 el Premio Nobel de Literatura. Y para graduarme y aprobar el área de español y literatura, debíamos escoger una obra de algún autor que se hubiera comprendido en aquel año. Y así me encontré de frente con Camus y su mundo tan convulsionado, trágico pero a la vez atractivo representado en “la peste”.
La novela que había encontrado en algún rincón de la pequeña y limitada biblioteca de mi colegio contenía pocas páginas y recuerdo con nitidez que en su pasta bajo el gran título aparecía una calavera pintada a lápiz pintada de color sepia sobre un color naranja.

La obra la leí en cuestión de dos meses, al mismo tiempo realicé el informe de lectura y una mañana de noviembre poco antes de graduarnos , me dieron una hora para exponer rápidamente ante mis compañeros el argumento de la novela, describir sus personajes y de algún modo exponer mi pensamiento y conclusiones personales respecto al libro.

Aquella lectura camusiana me atrapó y, desde entonces, me declaré un seguidor apasionado de este autor franco-argelino.

Por ejemplo, en La peste, Camus narra y describe de manera tan elocuente y atractiva, en sencillo lenguaje, provocando que el lector se fascine y se forme las imágenes en su cabeza como si estuviera visionando ante una pantalla gigante.
En “La peste” nos presenta un pueblo argelino, en los años 50 que es amenazado y posteriormente tomado por la peste, queda en cuarentena, aislado sus personajes con sus almas, sueños y miedos.

"La peste" es una novela contemporánea de carácter humanista, en la que el autor narra la historia de la ciudad de Orán cuando se ve afectada repentinamente por una peste, y como durante esta etapa valores como la moral, la honestidad y la solidaridad invaden los corazones de algunos de los personajes.

Después de La peste, ya iniciando mis estudios filosóficos para hacerme sacerdote, me encontré con "El extranjero", en ella Camus cuenta la historia de Mersault, quien es un hombre sencillo que disfruta de la rutina de su vida. La muerte de su madre cambia de algún modo esa rutina. También, empieza una relación con una chica y traba amistad con uno de sus vecinos. Esta amistad le traerá varios problemas, entre ellos un asesinato. Meursault irá a la carcel y tendrá que ser juzgado.

Camus nació en Argelia y estudió en la universidad de Argel. Sus estudios se interrumpieron pronto debido a una tuberculosis. Formó una compañía de teatro de aficionados; también trabajó como periodista. En 1939, publicó Bodas. En 1940, se trasladó a París y formó parte de la redacción del periódico Paris-Soir. Durante la II Guerra Mundial fue miembro activo de la Resistencia francesa y de 1945 a 1947, director de Combat, una publicación clandestina.

Camus logra su primer éxito con El extranjero (1942) y en el mismo año El mito de Sísifo. Más tarde aparece Calígula (1945). En su novela La Peste (1947) Camus reconoce el valor de ciertos seres humanos ante los desastres. Sus obras posteriores destacadas son La caída (1956), El hombre rebelde (1951), Estado de sitio (1948); y El exilio y el reino (1957). Colecciones de sus trabajos periodísticos aparecieron con el título de Actuelles (3 vols., 1950, 1953 y 1958) y El verano (1954). En 1994, se publicó la novela incompleta en la que trabajaba cuando murió, El primer hombre. Sus Cuadernos, que cubren los años 1935 a 1951, también se publicaron póstumamente en dos volúmenes (1962 y 1964). Camus, que obtuvo en 1957 el Premio Nobel de Literatura, murió en un accidente de coche en Villeblerin (Francia) el 4 de enero de 1960.

Camus fue enterrado en Lourmarin, pueblo del sur de Francia donde había comprado una casa. En estos días cumpliría 100 años este jueves y de sus novelas (“El extranjero”, “La peste”) se venden todavía millones de ejemplares por todo el mundo. Todo porque Camus es “el irreductible” y, más que nunca, es un autor de actualidad, estima Frédéric Worms, profesor de filosofía en la Escuela Normal Superior (ENS) de París.

Para él: “las experiencias como la economía solidaria, el acompañamiento a las personas en sus últimos días, el microcrédito hindú o africano o las revoluciones árabes son muy “camusianas”.

Camus sigue vivo puesto que sus novelas encarnan su filosofía dentro de experiencias humanas concretas. Sus compromisos políticos permanecen con el tiempo también porque él ha sostenido un lineamiento fundamental: no dejarse arrullar por las ilusiones y no renunciar por lo tanto a los principios”.
En sus novelas Camus deja traslucir su filosofía: « resistir e instituir límites para luchar contra la muerte y la miseria y, por consecuencia, prohibir la pena de muerte, no emplear el terror para luchar contra el terror », remarca M. Worms.

« Y luchar contra la miseria no quiere decir visar la prosperidad universal sino preservar lo esencial a todo el mundo, construir un mundo humano aquí y ahora. Es ésta su más grande radicalidad ».
« Los grandes de este mundo deberían leer a Camus, como inspiración, faro y orientación, puesto que él demuestra que aquel que tiene más poder tiene también el más grande deber de hacer más », estima el profesor.

Siempre he pensado que Albert Camus mismo, si negó la existencia de Dios, estuvo a un ápice de afirmarlo...Y no por ello su obra literaria y filosófica no deja de ser válida y valiosa en nuestro tiempo.

 

Gustavo Quiceno Jaramillo

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