Literatura

Cumpleaños 87, Gabriel García Márquez (Parte II)

Milagros Oliveros

12/03/2014 - 08:10

 

Me atrevería a afirmar que Gabriel García Márquez es el autor que más he leído desde que tengo memoria, incluso mucho más que Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sabato, Isabel Allende y Daniel Samper Pizano, con quienes también guardo una especial conexión en el amplio campo de la lectura, tal vez, por su condición de escritores latinoamericanos que me permite reconocerme en sus letras y sus temas.

Sin embargo, mi acercamiento concreto frente a una literatura más madura fue gracias a Gabo y a su libro “Del Amor y otros Demonios” que, junto a su protagonista Sierva María de Todos los Ángeles, me adentraron en un mundo abismal de fantasías cuando todavía cursaba el bachillerato.

Más tarde, en un conversatorio del Banco de la República de Valledupar, presidido por una poeta cuyo nombre he borrado de mi memoria, aprendería que le decían ‘trapo loco’ durante los años en los que vivió en Barranquilla porque, supuestamente, andaba por las calles de ‘La Arenosa’ con vestimentas llamativas y medias discordantes.

A pesar de que asistí a ese evento casi que por imposición, pues hacía parte de un quehacer académico cuyas anotaciones probablemente están ahora descoloridas en cajones olvidados, las anécdotas de un Gabriel García Márquez previo a la fama, y ligado al periodismo, me vincularon mucho más a sus composiciones literarias.

Después llegarían a mi vida ‘Crónica de una muerte anunciada’ -libro y película-, ‘Relato de un náufrago, ‘La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada’, ‘El Amor en los tiempos del cólera’, entre otros cuentos cortos, ensayos y crónicas.

Sin embargo, su obra magna la leí estando en la universidad. Al contrario de la mayoría de estudiantes colombianos, a quienes torturan con el análisis de un texto de más de quinientas páginas en plena adolescencia, cuando las hormonas amenazan con explotar y causar infortunios, yo llegué a él por aproximación propia, con la curiosidad desbordante y ansiosa por descubrir, sin presiones, la importancia de dicha producción creativa.

Era el año 2007 y una edición especial de ‘Cien años de soledad’ acababa de salir al mercado conmemorando los ochenta años del escritor, los cuarenta de la publicación y los veinticinco del Nobel, eventos por los cuales el Congreso Internacional de la Lengua, en su cuarta versión, rindió un merecido homenaje al autor en cabeza de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Sin dudarlo, compré el libro de portada verde, hermosamente sencilla, enmarcada por una guirnalda de hojas verdes que evoca, crípticamente, la selva que emerge en las primeras páginas de la obra.

Me encontré con una introducción de Carlos Fuentes, un fragmento del tan conocido análisis de Mario Vargas Llosa, y un perfil del novelista firmado por el recientemente fallecido Álvaro Mutis. Además, el texto iba acompañado de un glosario, el árbol genealógico de los Buendía y notas del mismo Gabo, quien autorizó las correcciones pendientes desde aquella primera edición de Sudamericana en Buenos Aires en 1967.

La perspectiva única sobre la cultura y el estilo de vida del Caribe colombiano me atrapó de inmediato. Esa insistencia por captar la identidad cultural latinoamericana y particularizar los rasgos del mundo caribeño, de algún modo, caló en mi memoria y me dio luces para interpretar la realidad inmediata, a través del uso magistral de las veintisiete letras del abecedario en un tono portentoso.

Quizás por eso, después de varios años, cuando alguien en Estados Unidos me dijo que ‘Cien años de Soledad’ debería llamarse ‘Cien años de aburrimiento’, me sentí profundamente ofendida y el gesto de molestia que se dibujó en mi rostro expresó mi desaprobación.

Traté de comprender el trasfondo de esa aseveración y me volqué, como debe ser, a un libro de García Márquez en inglés. La inexactitud del escrito me sorprendió. De hecho, me encontré con un texto tedioso, casi insípido e insubstancial. No era el Gabo que había conocido años atrás. Comparé el libro con su versión en español y comprobé que era completamente diferente. La traducción no le hacía justicia a nuestro Caribe y las expresiones coloquiales se distorsionaban en un inglés cuadriculado carente de la picardía costeña que caracterizan los diálogos en las historias del Nobel.

Esa barrera, de por sí cultural y no únicamente lingüística, hace que el ser comprendido desde otros enfoques  sea una tarea difícil. Respecto a ese elemento que tiene que ver con la profunda aprehensión de la obra de García Márquez, en alguna ocasión su amigo Plinio Apuleyo Mendoza dijo sobre su trabajo: “El tratamiento de la realidad en tus libros (...) ha recibido un nombre, el de realismo mágico. Tengo la impresión de que tus lectores europeos suelen advertir la magia de las cosas que tú cuentas, pero no ven la realidad que las inspira. Seguramente porque su racionalismo les impide ver que la realidad no termina en el precio de los tomates o de los huevos.”

Luego de esas reflexiones, entendí que la vitalidad y la dinámica creativa que caracterizan a la lengua española juegan un papel esencial en la comprensión del mundo garciamarquiano, pero no tanto como la conciencia acertada de saber de dónde nace y el reconocimiento de los diferentes contextos que conforman su núcleo.

Por ende, a pesar de que es necesario haber crecido en esta región para entender completamente la cosmogonía de ‘Cien años de soledad’, muchos nacidos en diferentes latitudes han exaltado la grandeza de esta obra, no solo por la regionalidad de su naturaleza, sino por la universalidad que aborda en cuanto a los mundos interiores del ser humano y la sociedad.

Esa hibridación entre lo local y lo global tiene fundamento en el reconocimiento de los problemas colectivos e individuales que, en algunas ocasiones, aparecen entrelazados o trastocados, así como en la interpretación de la realidad en búsqueda de la identidad propia. Dichas tareas son aplicadas por cada uno de los lectores que, al igual que yo, se acercan a la obra de Gabriel García Márquez por curiosidad y terminan atrapados en un mundo descomunal de fantasía basado en la vida misma.

 

Milagros Oliveros

@Milakop

Sobre el autor

Milagros Oliveros

Milagros Oliveros

Ágora

Milagros Oliveros Cordoba. Vallenata. Comunicadora Social interesada en la divulgación de la cultura y las artes colombianas, y en la investigación de la compleja relación entre comunicación, cultura y tecnología.

Con el objetivo de ampliar mis conocimientos y descubrirme como comunicadora social y periodista, he trabajado en distintos medios masivos a lo largo de mi carrera, participado en procesos de comunicación para el desarrollo y en proyectos de investigación sobre comunicación y cultura. Este viaje por los diferentes campos de la comunicación me ha servido para confirmar mi pasión por la escritura y la investigación. Veo el periodismo como un género literario y siento que, a través de crónicas, reportajes e historias de vida, muestro el reflejo del mundo a los lectores que, en última instancia, son los que pueden identificarse con mis textos. Eso es lo que me mueve como periodista.

@Milakop

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