Literatura
La vida atormentada e intensa de Guy de Maupassant
La obra del prolífico Guy de Maupassant (1850-1893) consta de seis novelas y unos trescientos cuentos (nouvelles). Sus novelas son estimables, pero es en el cuento o narración breve donde da la verdadera dimensión de su talento.
Sus cuentos fluyen con facilidad, y el autor sabe urdir tramas hábiles que enganchan al lector, presentándole unos personajes muy vivos, de psicología problemática pero creíble
Guy de Maupassant nació en Normandía (Noroeste de Francia), en 1850. Sus padres, Gustave de Maupassant y Laure Le Poittevin, pertenecían ambos a familias burguesas de notable fortuna. El matrimonio acabó naufragando y hacia 1861, Laure Le Poittevin, tuvo arrestos para separarse legalmente de su marido, por mucho que tal conducta fuese socialmente arriesgada para su clase. Se estableció en Etretat, en la costa normanda, con Guy y Hervé, el hijo menor.
Laure era una mujer culta, aficionada a la literatura y al teatro, devota en especial de Shakespeare. Guy siempre tuvo una excelente química con su madre. Al joven Maupassant le encantaba la vida campestre de Etretat, la pesca, la proximidad del mar, el hablar con los pescadores o gente de la zona. Su patois o habla dialectal sería recogida en sus futuros relatos. Siempre le atrayeron los espacios abiertos y las actividades al aire libre.
Cursó su enseñanza media en Rouen. En el año 1870, participará como voluntario en la guerra franco-prusiana. Terminada ésta, se estableció en Paris, y en 1871, empezaría a trabajar como funcionario ministerial. Gustave Flaubert, a quien Maupassant había conocido en su Normandía natal, se iba a convertir en su padrino literario, y en quien iba a guiar sus pasos por el mundo de la narrativa.
A través de Flaubert, Maupassant pudo relacionarse con algunos de los principales escritores del momento, como Emile Zola, Alexandre Dumas hijo, Ivan Turguenev (ruso exiliado) o los hermanos Goncourt. Aunque con esos últimos, por cierto, la amistad no acabara de cuajar. Maupassant, siempre de naturaleza franca, los consideraba frívolos y demasiado dados a las habladurías y al gossip literario.
Para escapar del hastío de su trabajo de funcionario, los días festivos, se largaba a navegar y a remar en canoa por el Sena, casi siempre en “galante compagnie”. Al margen de su actividad como funcionario ministerial, a partir de 1878 empezó a colaborar con varios diarios como el Gil Blas o Le Figaro, escribiendo artículos de literatura, política o sociedad. El resto del tiempo, lo dedicaría a las novelas y a los tres centenares de relatos de los que llegó a ser autor.
Su situación económica era acomodada, ya que a su talento narrativo se le unía un buen instinto comercial: pudo hacer dinero con sus escritos. Su vida social y amorosa fue amena y variada. Amantes y un par de hijos no reconocidos. Viajó bastante: Argelia, Inglaterra, Italia, Sicilia, Córcega.
Como tantos parisinos de la época, odiaba la Torre Eiffel y llegó a firmar una carta al ministerio de obras públicas junto con una cuarentena de notables para pedir que no se construyese. Solía comer en el restaurante del pie de la torre, no tanto porque la comida le gustase, como para no tener que verla.
Fue entre 1880 y 1890 cuando iría componiendo su obra literaria, las novelas y relatos. Cultivaría tanto el estilo realista como el fantástico. En 1880, publicó Bola de Sebo, que Flaubert elogió sin reservas, y proclamó que “perduraría”. Más de medio siglo después, en 1939, el director estadounidense John Ford se inspiraría en este relato para su legendario western fundacional, Stagecoach (La Diligencia).
Hacia el final, fueron en aumento su tendencia a la soledad, la introspección y el diálogo obsesivo consigo mismo. Años atrás, se había contagiado de sífilis, lo que sin duda tuvo un efecto pernicioso sobre su ya delicado sistema nervioso.
Fue desarrollando una creciente obsesión por la muerte y la autoconservación y cierta manía persecutoria. Estos desajustes psicológicos alimentaron argumentos y personajes en sus relatos fantásticos y de horror, como ¿El?,¿Quién sabe?, La cabellera y sobre todo, El Horla, uno de sus más famosos, que pudo influir en Lovecraft y su Llamada del Cthulhu.
Así, en El Horla, un soltero mundano y acomodado, algo neurótico,
amante de viajes y la vida al aire libre (muy parecido al propio Maupassant) se ve atormentado por una invisible y amenazadora presencia, alguien o algo procedente de otro mundo o dimensión, que acaba llevándolo a la locura.
El desequilibrio psíquico de Guy de Maupassant se agrava y en enero de 1892 intenta suicidarse abriéndose la garganta. Es ingresado en la clínica del doctor Emile Blanche. Morirá de parálisis general a mediados de 1893, tras dieciocho meses de casi total inconsciencia.
Serafin G. León
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