Literatura

El último vuelo del flamenco de Mia Couto

Berta Lucía Estrada

30/10/2014 - 07:40

 

Cuando terminé “El último vuelo del flamenco” (2002), del mozambiqueño Mia Couto, exclamé en voz alta: ¡Qué libro tan hermoso! Lo hago muy pocas veces, y creo que nunca me lo digo a mí misma en voz alta; como ratificando una y otra vez que sí, que sí es cierto que acabo de leer un libro que me ha conducido por parajes inusitados, en los que la palabra es una y otra y otra y otra vez pura poesía.

Pero, ¿Quién es Mia Couto? Podría decir que es nada menos ni nada más que el ganador del Premio Camoes 2013, el galardón más importante de la literatura escrita en lengua portuguesa, equivalente al Premio Cervantes de Literatura, y con eso uno creería que ya se ha dicho todo. Pero no, Couto es eso, y mucho, mucho más. La primera vez que leí algo sobre él fue el año pasado cuando El Espectador publicó una breve reseña sobre la obra a la que hago referencia:

La leí con atención, pero luego la olvidé, hasta hace dos días que me sumergí en ese mundo lírico y mágico del mundo rural mozambiqueño. Lo hice con fruición, bebiendo, degustando cada palabra, cada expresión, y con la certeza que voy a volver a leerlo varias veces; eso sí, en voz alta; puesto que es una narración para ser escuchada, no leída, ya que tiene la magia de la tradición oral.

“El mundo no es lo que existe, sino lo que ocurre”, dicho de Tizangara

Couto nos lleva por parajes de lo que podría denominarse surrealismo africano, paisajes oníricos, porque “En Mozambique, lo que no se ve es más importante que lo que se ve”, dice Couto en su novela y en algunas entrevistas que le han hecho. La novela se desarrolla en Tizangara, una especie de Macondo, un pueblo imaginado, soñado, pintado con las palabras y las expresiones de las palabras de las veintiséis lenguas que se hablan en el país, más de treinta si se tienen en cuenta los diferentes dialectos del bantú.

Esto es importante tenerlo en cuenta para entender la oralidad en la narración de Couto. Gabriel García Márquez siempre dijo que después de los ocho años, cuando muere su abuelo, nunca más volvería a vivir algún episodio extraordinario, ya que era su voz la que lo hacía vivir episodios únicos e irrepetibles. Esa misma impresión tuve con la lectura de El último vuelo del flamenco. Las leyendas y los mitos fundacionales recorren sus capítulos y nos explican ese mundo inexistente pero verdadero. La magia de la palabra. Los sueños, más verdaderos que la pálida realidad de los habitantes de Tizangara, son los verdaderos protagonistas; son ellos los que explican los hechos fantásticos a los que se ve enfrentado el italiano Massimo Risi que ha ido a investigar las misteriosas explosiones de seis soldados pertenecientes a los cascos azules de la ONU, dejando como única seña de su paso por el mundo sus penes colgando de ninguna parte.

Es así como Couto nos sumerge en la guerra civil, que va desde 1977 hasta 1992, que asoló su país por espacio de más de veinte años, trayendo a colación la época del colonialismo portugués y mostrando en toda su crudeza la corrupción rampante de las fuerzas del orden y administrativas.

La lectura de “El último vuelo del flamenco” me regaló momentos muy emotivos, quería subrayarlo todo, cada palabra, cada frase se me hacía única y de una extraña belleza y profundidad. Solemos creer que sólo los occidentales son capaces de crear un pensamiento filosófico, por lo que olvidamos que el pensamiento mágico también lleva dosis enormes de filosofía.

El fin del libro es bastante acertado, ya que en él se constata que la narración obedece a una cosmogonía clara; y como todas las cosmogonías lleva en sus entrañas su propia desaparición, como cuando Macondo es borrado de la faz de la tierra. En lo que fuera el poblado de Tizangara solo quedan dos testigos; o sea los elegidos para contar la historia, la leyenda de Tizangara. En otras palabras para que el olvido no se instale en las praderas áridas, habitadas por el viento y por el vuelo de las zancudas.

Nota: Como no quería abandonar el asombro que me había producido “El último vuelo del flamenco”, inmediatamente me sumergí en la lectura en francés de su libro “La pluie ébahie”, en portugués “A chuva pasmada”, su título en español podría traducirse como “La lluvia pasmada”.

 

Berta Lucía Estrada

bertalucia@gmail.com 

 

Sobre el autor

Berta Lucía Estrada

Berta Lucía Estrada

Fractales

Berta Lucía Estrada Estrada (Colombia,1955) es escritora, ensayista, poeta, dramaturga, antologadora, crítica literaria y de arte. Es librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. Ha publicado doce libros, más siete escritos al alimón con Floriano Martins (esta escritura al alimón comprende cuatro piezas de teatro, dos novelas cortas y un poemario). Ha recibido seis premios de poesía; tres con obra publicada.

Algunos de sus artículos y poemas han sido difundidos en revistas como Altazor (Chile), Triplov (Portugal), Agulha Revista de Cultura, Revista Acróbata (Brasil), Blanco Móvil (México), Nueva York Poetry, La otra (México), AErea (Chile y España), EntreTmas (Nueva Yoork) y Aleph (Colombia). Es una colaboradora asidua de las publicaciones de la Universidade Estadual do Oeste do Paraná – UNIOESTE y del programa de radio Pegando la Hebra, dirigido por María Vicenta Porcar Pedro (Valencia-España) donde colabora con el aparte Palabra de Poeta y además tiene un espacio llamado Poliedros; dedicado a entrevistas y a la presentación de libros.

Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, portugués, rumano, griego, italiano e inglés.

1 Comentarios


Isabel 30-10-2014 09:57 AM

Comparto la emoción de Berta Lucía, sin embargo, hay que recalcar algo que no aparece en este artículo y es la tendencia de Mía Couto de crear palabras que se ajustan a la realidad africana, mostrando así que el idioma es vivo y flexible, al igual que el continente que aquí nos interesa.

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