Literatura
Décimas a la negra bailadora
Carmen Elena fue una de las grandes animadoras de bailadoras y cantadoras de “Pajarito”, un ritmo de tambora que canta
En los tiempos de Carnaval, la tambora resurge en la costa Caribe de Colombia como el gran ritmo alegre que anima las veladas de disfraces.
Con este espíritu juvenil que caracteriza a la fiesta de mil colores, el poeta cesarense José Atuesta Mindiola homenajea a una reconocida bailadora que conoció en Mariangola, pocos después de su llegada de las Sabanas de Bolívar.
Carmen Elena cantaba y bailaba “Pajarito” como nadie. Era la voz de una tradición que exhala amor y felicidad.
Carmen Elena, la negra Bailadora
I
Mi nombre es Carmen Elena
la mujer del pollerón,
por dentro soy un pregón
que suena en mi piel morena.
Yo no conozco las penas
la música vive en mí,
el baile es un frenesí,
hasta yo me bailo sola;
pregunten en Mariangola
a José Atuesta por mí.
II
Cuando sonaba el tambor
en fiesta de pajaritos
los versos de Tomasito
eran un himno al amor.
repicaba el llamador
con su larga melodía
y yo cantando decía:
este tambor es mi sangre
negro que no se entusiasme
no es de la raza mía.
III
Mi pollera coqueteaba
enamorando el tambor
como ramillete en flor
a la noche perfumaba.
entusiasmada gritaba
mujeres, vengan mujeres
la vida tiene placeres
el canto es un don divino,
brinden un trago de vino
y que vivan los quereres.
IV
Carmen Elena soy yo,
negra de suave cintura
la que pregona cultura
en esta tierra de Dios.
Yo nunca dije que no
a un parejo entusiasmado
que contento enamorado
pensaba bailar conmigo;
después de Dios y mis hijos
el baile es lo más sagrado.
V
De recuerdo les dejé,
las flores de mi pollera,
las elegantes maneras
como siempre yo bailé.
el viento yo palmotié,
bailar era mi virtud,
bailé con Joaquín Pertuz
una noche de tambora;
gracias doy a Mariangola.
tierra de mi gratitud.
VI
Me despedí de la tierra,
me fui arrastrando los años,
la vida tiene peldaños
como el monte de una sierra.
El amor vence la guerra
que desatan los rencores,
siempre regalé canciones
razones de mi verdad;
y desde la eternidad
les mando mis oraciones.
José Atuesta Mindiola
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