Literatura

Un homenaje a Carlos Fuentes: el testimonio de los escritores

Redacción

18/05/2012 - 10:50

 

Carlos Fuentes / Foto: Papel en BlancoEsta semana moría uno de los escritores más influyentes de la lengua hispana. Mexicano de adopción, Carlos Fuentes se dedicó desde muy temprano a retratar la sociedad actual con un compromiso fuera de lo común.

Obras como  “La muerte de Artemio Cruz”, “Aura”, “La región más transparente” y “Terra Nostra” son ahora consideradas clásicos de la literatura hispanoamericana. Escritos que permiten entender la evolución de un continente entero.

En su currículo figuran los premios importantes como el Rómulo Gallegos (1977), Cervantes (1987) o el Premio de Asturias (1994), y sólo el Nobel se le resistió pese a estar citado entre los aspirantes en varias ocasiones.

En este artículo hemos querido acercarnos a la persona del escritor de un modo distinto, es decir a través de las declaraciones de otras personalidades y así mostrar su influencia en el ámbito literario y político. Es el homenaje que Panorama Cultural quiere brindar a este inolvidable escritor.

Mario Vargas Llosa (Perú):

“En estos 50 años fuimos siempre buenos amigos, una amistad que nunca nada empañó. Era, por una parte, un escritor muy comprometido con su trabajo, incansable en sus proyectos literarios, y, por otra, una persona mundana, gran viajero, muy amigo de sus amigos y gran promotor de la literatura en nuestra lengua".

“Lo recuerdo como una persona cosmopolita, que viajaba constantemente, que tenía editores y amigos en todas partes".

Ángeles Mastretta (México):

“Siempre me asombró Carlos Fuentes. Libre, inteligente, apasionado. Yendo de un lado a otro, acompañando hasta que para todos nombrarlo era un talismán y andar cerca contagiarse de su fervor por la literatura. ¿Cuántos personajes de los creados por la imaginación aventurera y despiadada de Carlos Fuentes se han vuelto parte de la imaginación colectiva?”

Juan Gabriel Vásquez (Colombia):

“Lo vi en octubre pasado, lo vi en enero, pero no lo verés en noviembre. La idea me resulta irreconciliable con el último recuerdo que tengo de él: en los últimos años, frecuentarlo fue asistir a la sorpresa recurrente de su longevidad. No la física, que ya era bastante milagrosa, sino la mental: su memoria inverosímil, que le permitía citar el reparto entero de cualquier película de los años sesenta; su humor inmediato, capaz de desbaratar de un plumazo cualquier solemnidad.

Juan Goytisolo (España):

“Hablar de su novelística es trazar la cartografía de una navegación solitaria, preferentemente por áreas remotas o desconocidas. Atento y fiel lector de Cervantes, reivindicaba con orgullo, frente a la fanfarria patriótica, la nacionalidad cervantina. Si su inmensa obra —La edad del tiempo— puede ser comparada a la de Balzac por su incisivo retrato de la sociedad de su tiempo, se distingue de ella en el enfoque de su trabajo: Carlos no cambiaba de tema, cambiaba de planteamiento literario. Concebía la obra en ciernes como una incursión en el ámbito de lo desconocido. Buscaba aclimatarse en un espacio no hollado por pie alguno, “en esos pocos metros de tierra”, decía, “que los holandeses ganan al mar”. La escritura, vivida por él como una aventura, convertía en su vez en aventurero al atento lector de sus páginas”.

Enrique V. Iglesia  (Uruguay):

Ya todo está dicho sobre la calidad personal y sobre la maestría literaria de Carlos Fuentes. Pero, impulsor entusiasta como fue del llamado Foro Iberoamérica, quiero destacar su amor por nuestra comunidad, ese mundo que habla español y portugués y que, unido por el Atlántico, ha ido fundiendo culturas desde los tiempos precolombinos hasta que hoy, este intelectual formidable nos reúne en el “territorio de La Mancha”.

Sergio Ramírez (Nicaragua):

La suya fue una tarea ecuménica, y por tanto ambiciosa, libro tras libro, y ningún otro escritor latinoamericano recuerda tanto a Balzac como él, aún en la manera de armar su propia geografía agrupando en un vasto mapa personal, La Edad del Tiempo, los territorios conquistados. En este sentido, siendo un escritor de nuestra modernidad, que él mismo ayudó a crear, fue un escritor que por totalizador parece nacido en el siglo diecinueve, cuando la narración quitaba brazos y piernas a la historia misma, a la antropología, a la geografía, a la demografía, para echar a andar la novela que busca contarlo todo, decirlo todo, interpretarlo todo, y desde los acontecimientos vueltos a relatar, y desde los personajes concebidos como entes incesantes, darle un sentido al pasado, a la vida presente, y aún al futuro. Un sentido que en Fuentes nunca deja de ser ético.

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