Literatura
Tras el rastro de Gabo
“Se han formado mitos y leyendas entorno a Gabo que casi se han convertido en realidad”. De esta manera inicia el profesor de literatura Félix Molina el conversatorio organizado en la Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez en conmemoración de su primer año de fallecido.
Encontrar las fronteras entre lo real y la ficción puede ser un reto para quien desee adentrarse en el mundo macondiano de Cien años de soledad pero también para el que ansíe acercarse a la vida personal de su autor.
“Se habla de que tardó más de 20 años en escribir la obra –comenta Félix Molina–. También se dice que se encerró 7 meses en su casa para escribirlo”.
Se dicen muchas cosas –muy pocas veces cuestionadas- sobre Gabo y esta problemática sobre los límites de la imaginación es una excelente forma de iniciar un camino por la biografía de un hombre que ha revolucionado las letras de un país y de todo un continente.
Recuperar a una figura nacional parece ser el objetivo motor. “La idea de este evento es adueñarnos de un escritor que es nuestro”, manifiesta Félix interrumpiendo su progresión por el tortuoso –pero estelar– recorrido del Premio Nobel.
En el aire cuelgan algunas mariposas amarillas sacadas de Cien años de soledad y, en el fondo, retratos de su autor en blanco y negro con esos anteojos robustos de color negro. Innegablemente, Gabriel García Márquez está en todas partes, en fotografías, en anécdotas, pero sobretodo en libros. En los libros está el rastro del verdadero Gabriel García Márquez.
Una etapa inevitable: el primer cuento publicado por Gabo (La tercera resignación, 1947) y, diez años después, La Hojarasca. Ambas grandes muestras de un talento narrativo lleno de recursos y de ideas.
Otra sugerida: De viaje por los países socialistas. Una obra donde el escritor colombiano describe en once crónicas su encuentro con la realidad de los países de Europa del este y cómo estos países encaran a su manera la ideología socialista. Es un encuentro con el Gabo comprometido con su tiempo y con las cuestiones políticas.
Parada siguiente: El coronel no tiene quien le escriba. Una novela que le confirma como escritor de excepción y donde la literatura se concibe como una eterna espera.
A continuación nos sorprende el boom latinoamericano y grandes éxitos de tamaño magistral como Cien años de soledad o El general en su laberinto. “García Márquez tiene una capacidad infinita de reinventarse”, sostiene Félix Molina.
La última parada por la ficción: Memorias de mis putas tristes. Un frenazo en seco que nos demuestra lo humano que es Gabriel García Márquez. “Su última novela es una novela desafortunada porque estábamos acostumbrados a una obra enorme –explica el ponente–, pero Gabriel García Márquez no puede ser juzgado únicamente por sus éxitos”.
PanoramaCultural.com.co
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