Literatura

Antonia, nuestra memoria

Berta Lucía Estrada

20/08/2015 - 07:10

 

Desde el albor de los tiempos, paseo mi espejo buscando alumbrar con mi luz todos los rincones de la Tierra. Muchas cosas han visto mis ojos inmortales; tiempos fáciles, tiempos difíciles, reinos de paz y reinos de guerra. He visto cómo la Sabiduría viajaba aquí y allá, buceando por el río de la Vida, emergiendo de tiempo en tiempo, para seguir, cansada, buscando un lugar donde establecerse. He visto cómo la Ignorancia se extendía, como una sombra de perdición, sobre la faz de la Tierra; y el eterno combate, de Luz y de Sombra, que azota la mente de los hombres. ¡Cuántas cosas quedaron reflejadas en mi espejo! ¡Cuántas huellas del camino recorrido! No ha mucho, entre brumas vi…

Pompeya, desde el espejo de ISIS

Carmen Morales

La noche está estrellada y hay luna llena. Los sonidos de la noche pueblan el jardín, en el que se observan algunas antorchas encendidas. El grupo de mujeres, tomadas de la mano, salta, danza y canta, mientras conduce a Antonia a un sitial de honor y allí la instala. Las mujeres le colocan simbólicamente una corona de flores, en un ritual que la reconoce como la protectora. Están todas vestidas con túnicas blancas y sandalias que dejan ver sus pies desnudos. Llevan el pelo recogido en la nuca, sus cabelleras libres y onduladas las acaricia Eolo, el dios del viento. César está sentado un poco más allá, tiene en sus manos un instrumento de cuerdas, parecido a una cítara, del cual salen notas de una antigua melodía helénica.

CORIFEO: Betsabé

No sé cómo nombrarte, si Antonia o si debo llamarte Nuestra Memoria. Tal vez debo llamarte, Antonia, nuestra memoria. Por ti no nos hemos extinguido, por ti seguiremos existiendo aún más allá del tiempo en que podamos seguir soportando las carcazas de nuestros cuerpos. Has tenido la paciencia de los elefantes. Al igual que ellos, aprendiste a escuchar, ni el murmullo más inaudible te ha pasado por alto. Cuando el peligro nos ha acechado, tus pies ya lo habían sentido así le faltase leguas para llegar a alguna de nosotras. Tú eres la columna a la que nos hemos abrazado, para no ser derribadas en época de huracanes. Tu casa siempre ha tenido el hogar encendido, allí hemos reencontrado el calor perdido en las adversidades. Esa llama eterna ha permitido alumbrar el camino en noches de luna nueva.

CORO: (Cada una de las integrantes del coro porta una máscara de lino). Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Carmen Carmen

Aunque cada rostro esté oculto con una máscara de lino, ante ti no podemos esconder nuestros dolores. Has sabido mitigar los miedos atávicos que nos aquejan desde que tenemos memoria. Nos mostraste el espejo de Venus. En él nos remontamos a Tebas y entendimos porque Isis lo amaba tanto, ella lo llamaba anj, y gracias a él encontró el secreto de la inmortalidad; no en vano se conoce como la llave de la vida. Nos dijiste que el mango representaba las piernas cerradas de una mujer y la gota de agua, su útero. Que allí estaba el misterio de la vida. Al mirarnos en ese espejo nos hemos reconocido como mujeres, madres, esposas, amantes, compañeras, amigas, hijas, hermanas, nietas. Y aunque a veces te has colocado la máscara de cada una de nosotras, nunca te has apoderado de nuestros espíritus.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Isabel

Tu nombre es Chía y declaro que eres nuestra Zipa. Por eso amo las noches de plenilunio. En ellas surges en el firmamento e iluminas las sendas que creíamos extraviadas para siempre. Nos has enseñado el trueque. En vez de esmeraldas, coca, cerámica o sal; hemos intercambiado saberes, alegrías y dolores. Cuando hemos tenido hambre, la semilla que lleva tu nombre nos ha saciado y sus propiedades nos permiten caminar jornadas enteras sin conocer el agotamiento, tal y como lo hacían los antiguos moradores de América del Norte.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Fernanda

Sigue tu oficio de tejedora de sueños, Antonia. No abandones el telar de Penélope. Nosotras sabemos que tú no deshaces el lienzo en las noches; lo que en realidad tejes es nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Sus hilos nos mantienen erguidas, aunque las dificultades que debemos afrontar a veces nos arqueen la espalda. La trama del tejido nos mantiene unidas, incluyendo a las mujeres que creemos que se han ido para siempre. En los colores sobrevive la voz que muchas veces nos ha sido negada, arrebatada, ignorada o vapuleada. Cuando nosotras no hemos podido hablar, sus diversas tonalidades lo han hecho por nosotras. La fragancia de la lana recién esquilada nos remonta al olor de la madre y en la boca sentimos el dulce sabor de su leche. Eres tú quien nos nutre y nos mantiene vivas.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por tino nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Laura

Y yo agrego a tu nombre Chía el nombre de Nomeolvides, perteneces a una de las especies perennes. Te nombro también orquídea. Como Chía no has iluminado desde la noche de los tiempos y has recorrido mares y montañas para rescatar a la hija extraviada en las profundidades de su propia caverna. Como Nomeolvides, te has erigido en símbolo del amor y de la fidelidad. Como orquídea, has embellecido nuestros jardines y nuestros hogares. Su fragancia ha sido un antídoto para no sucumbir a los momentos de desarraigo.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Miranda

Yo diría que tú eres Taumate, la progenitora de la filosofía. Nos has regalado la capacidad de extasiarnos ante la sonrisa de un niño, ante el cántico de un canario o cuando nuestros dedos se hunden en la cabellera amada. No conjugas el verbo marginar. De ti hemos aprendido la palabra respeto. Ella ha sido la guía cada vez que hemos armado un puzzle. Pero también portas el nombre de Zahorí. Nos has trasmitido la facultad de descubrir enigmas, secretos, tesoros ocultos.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por tino hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Una voz, imitando un sonido de ultratumba, dice:

Para mí eres la bella y enigmática Dama de Elche. Tu espalda guarda mis cenizas. En los inmensos rodetes que te adornan las orejas, escribí año tras año los avatares que me habían congelado en el invierno. Luego, en tiempos de primavera y de verano, escribí mis alegrías y mis esperanzas. Cuando llegó el otoño, y las hojas de mi árbol comenzaron a marchitarse, tú estuviste allí sosteniendo mi tronco y recogiendo una a una las hojas que caían al suelo. Y antes que el invierno me cubriese con su capa de bruma eterna, escribí en tus rodetes un poemario que aún ignora la textura del papel.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Francisca

Para mí eres una deidad del paleolítico. Tu cuerpo de ahora ha dejado atrás su forma de venus esteatopígica, pero tu vientre de Pachamama nos sigue albergando y gestando. Historia es tu nombre. En tu faz se esconden los rostros cubiertos de llanto de las mujeres maoríes que recuperan las cabezas tatuadas de sus hijos, doscientos años después de haberlos perdido. Pero también ocultas los rostros de las mujeres guanches que esperan que las momias de los suyos regresen a las islas con nombre de pájaro. Gracias a ti la memoria de sus antepasados no se ha esfumado.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

CORIFEO: Teodora y Eva

Para nosotras eres la Dama del Lago, Morgana, Ginebra, María de Francia, Leonor de Aquitania, Eloísa. Eres la fuente sagrada donde acudían sacerdotisas y druidas. De ti hemos bebido cada día una gota de sapiencia y de prudencia. Y cuando has debido erguirte en amazona no te ha faltado brío ni coraje. Tu figura de mujer combatiente no necesita de armas ostentosas ni de pesadas armaduras, ni tu pecho un escudo. Atrás dejaste la lanza, pero no tu espíritu de lucha. Nos hablaste de la guerra y ante ti nos reconocimos como guerreras antiguas. Hemos vencido innumerables batallas, así hayamos perdido otras.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

DITIRAMBO:

Hemos prescindido de la máscara de lino. Unimos nuestras voces para no olvidar que eres Candance, la reina de Saba, la de piel tostada, la de múltiples nombres, Makeda, Bilquis, Nikaule o Nicaula. Tu reino legendario se extiende hasta los reinos de piedras y maderas preciosas. En ti conviven la duda y la certeza, el conocimiento y las ansias de seguir indagando. Reconoces en Salomón a tu par y en su rica morada descubres tus piernas, como si entrases en un lago de aguas transparentes. Tu color de ébano subyugó al rey sabio. Antes de encontrarte con él, las manos avezadas de las masajistas te impregnaban la piel de aceites y ungüentos mezclados con aloe, canela, nardo, azafrán o mirra, cuya fragancia exquisita despertaba el deseo de todos los hombres que te contemplaban; incluyendo a los eunucos que han debido rondar por los rincones para no perderse la belleza de tu cuerpo. Con Salomón, te sumergiste en ríos de placer, donde el agua fue reemplazada por vinos afrutados y aromatizados. Y en algún rincón discreto, han debido de estar las esclavas, entonando canciones de amor y deshojando rosas.

CORO: Sigue tejiendo el hilo de la memoria, Antonia. Por ti no hemos sucumbido, por ti no nos hemos extinguido. Por ti existimos y por ti existiremos.

Las integrantes del coro se toman nuevamente de las manos, mientras sus cuerpos se mueven al compás de una danza que creían olvidada. Un fino lino cae suavemente y ellas lo extienden en el suelo. En el centro ubican a Antonia, ellas se acuestan en círculo, una al lado de la otra. Cierran los ojos y entrelazan las manos sobre sus vientres. Las antorchas, junto con las notas que parecían salidas de una verdadera cítara, van apagándose una a una, mientras que una nube momentánea oculta la luz de la luna. Sólo se escucha el croar de las ranas.

 

Berta Lucía Estrada

bertalucia@gmail.com

Acerca de esta publicación:El relato “Antonia, nuestra memoria” representa el décimo -y último- capítulo de la obra “Féminas o el dulce aroma de las feromonas” de la escritora y columnista Berta Lucía Estrada.

Sobre el autor

Berta Lucía Estrada

Berta Lucía Estrada

Fractales

Berta Lucía Estrada Estrada (Manizales). Estudios: Literatura en la Pontificia Universidad Javeriana, una Maestría y un Diploma de Estudios Profundos (DEA) en literatura, en la Universidad de la Sorbona (París- Francia), una Especialización en Docencia Universitaria en la Universidad de Caldas, un Diplomado en Historia y Crítica del arte del Siglo XX y un Diplomado en Cultura Latinoamericana. Soy librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. He publicado nueve libros, entre ellos La ruta del espejo, poesía, Editions du Cygne (Francia-2012), en edición bilingüe, Náufraga Perpetua, ensayo poético, Ediciones Embalaje-Museo Rayo, 2012, ¡Cuidado! Escritoras a la vista..., ensayo literario sobre la mal llamada literatura de género; y el ensayo sobre literatura infantil y juvenil ... de ninfas, hadas, gnomos y otros seres fantásticos. Docente universitaria en las áreas de lengua francesa, literatura hispanoamericana y francófona en la Universidad de Caldas; conferencista internacional y profesora invitada en universidades de Brasil y Panamá. He dado recitales de poesía en Colombia, Brasil, Francia, Panamá, Polonia y Alemania. Soy integrante de Ia Asociación Canadiense de Hispanistas y del Registro Creativo, éste último fundado por la poeta argentino-canadiense Nela Río.

Premios literarios:

Primer Premio Nacional de Poesía 2011 Meira del Mar, realizado por el Encuentro de Mujeres Poetas de Antioquia, con el libro "Endechas del Último Funámbulo", basado en la vida y obra de Malcolm Lowry.
Premio Especial, fuera de concurso, Ediciones Embalaje del Museo Rayo-2010, con el ensayo poético "Náufraga Perpetua".
2o puesto en el Concurso Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes-2011.
4o lugar en el XXVII Concurso Nacional de Poesía Ediciones Embalaje-Museo Rayo 2011.

Blog El Hilo de Ariadna, en www.elespectador.com
http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/
Blog personal: Voces del Silencio:
http://beluesfeminas.blogspot.com
*Correo electrónico: bertalucia@gmail.com

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