Literatura

La dulce sombra de Hoai Houng Nguyen, o el aroma de un amor perdido

Berta Lucía Estrada

29/10/2015 - 08:40

 

La dulce sombra de Hoai Huong Nguyen

Hoai Houng Nguyen (Francia, 1976) es hija de padres vietnamitas y nacida en París; su lengua materna es el vietnamita y sólo aprendió a hablar el francés cuando comenzó sus estudios escolares.

La Dulce Sombra (L’Ombre Douce, Éditions Viviane Hamy, 2013) es la primera novela de esta joven y talentosa escritora; y sin embargo, ha sido galardonada con varios premios, a saber el Premio Marguerite Audoux 2013, Premio Première-RTBF 2013, Premio du Salon du Livre de Genova 2013, entre otros.

La Dulce Sombra narra la vida de Mai, una joven anamita (Vietnam), y de Yann, un soldado originario de Bretaña (Francia). Y si bien es una historia de amor, es antes que todo una historia que tiene como fondo, y como protagonista, la guerra de Indochina.

Mai se ve enfrentada a los cambios que la colonización francesa ha dejado en su país ; entre ellos hablar una lengua occidental, el francés, y la costumbres que poco a poco los invasores han ido implantando en el país.

Entre ellas se podría enumerar la incipiente emancipación de la mujer.

Mai se rebela contra un matrimonio forzado, por lo que debe dejar la casa paterna. Es así como decide trabajar en un hospital de heridos de guerra ; podría pensarse que está del lado de los rebeldes, los que ganarán la guerra, los comunistas. Pero no, ella está del lado de los franceses. Es el mundo que ella conoce, ya que ha sido educada por religiosas, y con ellas ha aprendido a hablar un francés impecable, casi sin acento.

Del otro lado está Yann. Un joven soldado, de origen campesino, que conoce a Mai después de una herida en el campo de batalla.

El enamoramiento de estos dos personajes, nacidos en dos mundos antogónicos, y tan diferentes el uno del otro, sumerge al lector en un mundo desaparecido para siempre.

Y es que el lenguaje de Hoai Houng Nguyen posee la magia narrativa de Oriente. Como si cada palabra fuese traída por una ligera ventisca -en la etapa del enamoramiento-, o por la furia de una tormenta -en la etapa del duro enfrentamiento de la armada francesa en contra de los vietnamitas-. Pero también posee un olor a la floración característica de la primavera. Con ésto quiero decir que cada vocablo tiene su lugar, es preciso y muy poético. Y es que el libro es ante todo un canto a la pérdida de los seres que se han amado.

La Sombra Dulce, que se desarrolla a partir de 1954, es también una forma de buscar las huellas de un país que ha desaparecido por la hecatombe de una guerra sin cuartel, y de las costumbres que han quedado enterradas en la jungla o que se las ha llevado la borrasca.

Y su autora -escindida entre dos culturas y entre dos lenguas, y amándolas a las dos- emprende la búsqueda de la memoria. Al mismo tiempo se deja impregnar por la belleza de la luz que encuentra en cada uno de sus dos países. A través de ella encuentra su propia identidad, se da cuenta que tiene el mismo poder de evocación y el mismo brillo ; así los dos países estén a miles de kilométros de distancia y en dos continentes diferentes.

La Sombra Dulce, es también una oda a los poetas franceses, como Verlaine, no en vano pone como epígrafe dos de sus versos:

La luna blanca resplandece en el bosque/ de cada rama sale una voz…

Seguido de una frase de Camus:

La última brisa murmura en la hierba. El coraje entrega las armas y aprende a morir. La noche es melodiosa.

Sin embargo, considero que el libro tiene una falencia, ya que el final es flojo, cae en lugares bastante comunes y le resta la fuerza poética y de evocación que Hoai Houng Nguyen había logrado imprimir a toda la narración. De todas formas ella representa una nueva forma de escribir y estoy segura que vendrán trabajos que estén a la altura, o que vayan más allá, de La Dulce Sombra.

Por último, quisiera decir que este libro nunca hubiese ganado un premio en Colombia donde el trabajo de las escritoras es menospreciado; y donde todavía una gran parte de la población piensa que cuando las mujeres nos dedicamos a este oficio es porque tratamos de no ahogarnos en la depresión o porque somos bipolares, mientras que si es un hombre el que escribe se habla de oficio literario. Tampoco hay que olvidar que muchos escritores colombianos solo se miran a sí mismos y consideran que su obra es extraordinaria, cuando muchas veces no lo es. También cabría recordar que las editoriales colombianas, sobre todo las que no son catalogadas como independientes, se suman a dicho menosprecio. Afortunadamente el trabajo serio que están realizando las editoriales independientes poco a poco va cambiando este lúgubre panorama.

 

Berta Lucía Estrada 

Sobre el autor

Berta Lucía Estrada

Berta Lucía Estrada

Fractales

Berta Lucía Estrada Estrada (Colombia,1955) es escritora, ensayista, poeta, dramaturga, antologadora, crítica literaria y de arte. Es librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. Ha publicado doce libros, más siete escritos al alimón con Floriano Martins (esta escritura al alimón comprende cuatro piezas de teatro, dos novelas cortas y un poemario). Ha recibido seis premios de poesía; tres con obra publicada.

Algunos de sus artículos y poemas han sido difundidos en revistas como Altazor (Chile), Triplov (Portugal), Agulha Revista de Cultura, Revista Acróbata (Brasil), Blanco Móvil (México), Nueva York Poetry, La otra (México), AErea (Chile y España), EntreTmas (Nueva Yoork) y Aleph (Colombia). Es una colaboradora asidua de las publicaciones de la Universidade Estadual do Oeste do Paraná – UNIOESTE y del programa de radio Pegando la Hebra, dirigido por María Vicenta Porcar Pedro (Valencia-España) donde colabora con el aparte Palabra de Poeta y además tiene un espacio llamado Poliedros; dedicado a entrevistas y a la presentación de libros.

Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, portugués, rumano, griego, italiano e inglés.

1 Comentarios


aurora elena montes 04-11-2015 11:44 AM

De acuerdo con usted, la literatura que hacen las mujeres en Colombia se percibe por el "gremio" de hombres escritores una literatura de segunda, como si las mujeres escribieran por pasar el tiempo, no como una profesión y una elección de vida.

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